Argentina, ley de medios: las reacciones en vivo y en directo de los editores

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Luigi Lovecchio.*

La ley de medios ha hecho saltar los tapones del decoro y de la ética a varias empresas periodísticas. Hasta las editoriales de menor envergadura, que por su tamaño y trascendencia no se sentirían alcanzadas por esa nueva ley, salen con los tapones de punta a cuestionar la actitud poco “profesional” del grupo Clarín que actuó de manera imprudente frente a la iniciativa del gobierno.

Cuando Jorge Fontevecchia (arriba), editor de un grupo de revistas en varios países del mundo, habla del diario Clarín no se sabe si sus intervenciones son para el aplauso o para la fuerte crítica. En algunos tramos se enoja, en otros pierde el pudor normal de la buena crianza y, sin medios términos, alude a la enfermedad de Héctor Magnetto (número uno de Clarín) como la causa de la perdida lucidez operativa cuando maneja el multimedia.    

Con este comentario, también le está implícitamente diciendo en la cara que como enfermo ya no sirve para los negocios y que ha mal gastado el temple que lo distinguía como hombre de acción. A Fontevecchia se lo ve en plena gestión, intentando pasar facturas por un lado y apareciendo cruel, muy cruel por el otro. Nosotros, la gente de a pie, podemos hasta quedar fascinados por las luchas de intereses que se muestran sin pudor como en una película en cinemascope aún que no todos consigamos leer la entrelineas de esta pelea intestina.

Algunas apreciaciones, me hacen recordar las lecturas que se referían a los tiempos de los emperadores romanos en donde la muerte violenta de uno, era el poder y la gloria de otro. Estas actitudes también hacen pensar que la religión ya no coloniza a la gente con la misma intensidad de hace algunos años y aparecen, como puntas de icebergs, rasgos inéditos de la sociedad actual.

Ahora son las comunicaciones, más que la religión los factores principales que colonizan las ideas que determinan el comportamiento social de la gente. El hombre ha perdido la inocencia en un tiempo de metas invisibles; al presente sólo emergen el sentido práctico y el pragmatismo. En este editorial de Fontevecchia, titulado “Tristeza” el editor intenta crear aperturas que pueden ayudar a lesionar a Clarín.

De alguna forma lo consigue por las verdades que plantea abriendo el telón de nuevas visiones para el hombre poco informados. Tal vez, Fontevecchia, azuzado por el nuevo horizonte visible de la ley de medios, lo hace sabiendo que el diario puede perder la gran batalla de su vida. Nunca nadie había osado enfrentar al poderoso Clarín, antes de ahora. Y, en realidad, nadie le hizo frente de manera directa. Es cuando, como por magia, algo cambia y un nuevo escenario plantea nuevas contextos que ofrecen otras posibilidades de acción.

Son las propias estructuras de la prensa corporativa las que pueden caer con la instalación de esta nueva ley. El mismo Fontevecchia había tenido un enfrentamiento (secreto) en la época del primer diario Perfil. Ganó Clarín sometiendo a las agencias de publicidad para que no le dieran avisos al nuevo diario PERFIL. Hay un justo resentimiento por parte de Perfil y un pase evidente de facturas.

Clarín estaba protegido en una plataforma (que creyó) invencible. Las bases de su tremenda fortaleza resultan ser también los talones de su grande debilidad. Los Kirchner, supieron ver donde residía el error en comunicación en el mercado argentino y la vulnerabilidad de los multimedia. Sin ponerse la meta de ver a Clarín como un adversario a vencer, los Kirchner sintieron la necesidad de crear un mercado de comunicación más plural.

Una serie de medios capaz de diversificar las informaciones monocordes derivadas de la cantilena interesada emitida por las radios, las televisiones y los diarios de propiedad del “gran diario argentino”. Es ahí que las debilidades de los multimedia aparecen por contraste. Vale la pena señalar que las distorsiones en comunicación es un problema mundial, pero en muchos países los gobiernos van de acuerdo con las finalidades globales de las economías.

Tarea complicada la de los Kirchner obligados a tejer alianzas para su subsistencia con corrientes económica adversas a las finalidades de sus promesas electorales.

Pero volvamos a la columna de Fontevecchia. Llama la atención la fuerza que acompañan a los conceptos, por ejemplo, el siguiente: “El Magnetto de siempre habría negociado con Kirchner las concesiones que hubiesen sido necesarias para aplacarlo hasta que su poder estuviera aún más debilitado, para allí sí fulminarlo de un solo rayo”.

Asusta Fontevecchia, de veras; como lector no sabría yo con cual Magnetto quedarme: un Magnetto dictador como Pinochet o el maquiavélico de las distorsiones y las mentiras. Por otro lado, creo con firmeza que los acontecimientos se hubieran dado como se afirma en el texto que acabamos de leer del editor de Perfil. Sé que el mundo de los negocio es terrible y no se anda con chirolitas.

Pero, ¿sería un mundo correcto? ¿No sería un mundo de abusos, en el cual hasta el crimen se justifica? ¿Sería el mundo que queremos dejar para nuestros hijos? Estas afirmaciones de Fontevecchia también lo contaminan; es inevitable sentir la “tristeza” que siente el lector al descubrir como es de turbio el universo de las comunicaciones y la importancia que tiene para la sociedad tener un mercado libre de contaminantes. ¿Podríamos respirar un día un poco de trasparencia? De veras, para una persona común estas afirmaciones pueden llegar a generar angustia.
Y sigue: “Porque aunque logre que Néstor Kirchner dentro de dos años sea encarcelado por su injustificable fortuna (sic) hacia allí apunta todos sus cañones, eso no sería un triunfo para el Magnetto de siempre porque en el camino habría perdido los derechos del fútbol, el monopolio del cable y –quizá– la mitad del capital de toda su empresa (en los últimos 20 días el valor de Clarín en la Bolsa se redujo el 30%). El Magnetto de siempre hubiera contribuido, a su debido tiempo, al encarcelamiento de Kirchner sin tener que dejar pedazos del cuerpo del Grupo en el campo de batalla”.

Son increíbles las atrocidades que conseguiría hacer “el Magnetto de siempre”. Encarcelaría a un Kirchner no importa si inocente o culpable, porque lo de la fortuna es un invento mediático y está por probarse, como tantas otras mentiras que se inventaron desde todos los medios agrupados en una única finalidad: tirar a matar al gobierno nacional para instalar un régimen de economía global.

Más que una mirada ética esta afirmación de Fontevecchia, parece la opinión de un miembro que reta a un socio cómplice por haberse equivocado en la manera de conducir su negocio (¿Acto fallido?) y ahora parece decir: “todos tenemos un problema porque tenemos que dividir la variedad de las informaciones con otras fuentes que antes no existían”. Por otro lado Fontevecchia recuerda al lector toda la fortuna acumulada por Clarín en demostración de su omnipotencia.

Muy instructivo. Muy asombroso, también. A esta altura tenemos que agradecerle a los Kirchner el haber tenido la capacidad de instalar la discusión de los medios en la sociedad.

En mi personal opinión, avalada por investigaciones conducidas sobre el tema, hay una fuerza superior, invisible que maneja los hilos económicos de los países latinoamericanos susceptibles de organizar una economía independiente de las naciones del Primer Mundo.

El escenario se divide en dos partes: por un lado los gobiernos que en solitario luchan para afianzar un mercado interno fuerte, capaz de superarse para competir de igual a igual con los mercados exteriores (La Argentina, Venezuela, Bolivia, Ecuador, y algo Brasil y Paraguay); por el otro el conjunto de las multinacionales, con sede en los países del primer mundo, que intentan de todas maneras descalificar el mercado interno para aprovechar su debilidad en beneficio propio. No hay que darle muchas vueltas al asunto, visto desde una visión macro, es así.

Lo que de veras sucede es que el sector que quiere manejar una economía global tiene toda la prensa comprada o asociada. Por ejemplo, según sus mismas declaraciones: “Clarín también produce eventos, trasmisiones y "merchandising" vinculados al deporte (Trisa, Teledeportes), provisión y contenidos de Internet (Prima) y telecomunicaciones (CTI, Audiotel). Entre sus socios internacionales se destacan Hughes Electronics, Buena Vista-Disney, GTE Corporation, Hachette-Filippacchi, Grupo Cisneros de Venezuela y Grupo Correo de España.

Y sigue con Goldman Sachs cuyo fondo de inversión esta asociado en un 20 por ciento a Clarín:

“Goldman Sachs es una firma global líder de banca de inversión, que provee una amplia gama de servicios de inversión, asesoría y financiación a nivel mundial para un diverso grupo de clientes que incluye empresas, instituciones financieras, gobiernos e individuos de patrimonio importante. Fundado en 1869, es uno de los bancos de inversión más antiguos e importantes. La firma tiene su sede central en Nueva York, y mantiene una oficina en Buenos Aires. También tiene oficinas en Londres, Frankfurt, Tokio, Hong Kong y otros centros financieros importantes en el mundo”.

Sería bueno aclarar que Goldman Sachs es socia fundadora de la terrible y poderosa Reserva Federal de Estados Unidos, un "hólding" de bancos temerarios que conforman la casa de la moneda privada que imprime dinero para el Estado norteamericano y que invadió el mundo de dólares sin respaldo y es responsable de la crisis actual.

Un medio como Clarín que tiene tantas articulaciones económicas diversificadas, difícilmente olvida sus intereses cuando se trata de escribir un artículo que puede tocar sus sagradas economías. Si un gobierno quiere, legítimamente, en pos del resultado electoral, imponer una economía de carácter nacional como alternativa a la global, le resultará muy difícil hacerlo porque el multimedio se preocupará de formar a la opinión pública en contra del gobierno descalificando abiertamente sus medidas. Es lo que está sucediendo con Clarín en la actualidad.

El editor de Perfil conoce a la perfección estos hechos. Sus temores se fundan en que, de aparecer otros medios de comunicación con papel protagónico, Perfil también pierde parte del protagonismo y, como igualmente Perfil miente a sus lectores, estas mentiras pueden, de ahora en más con la nueva ley de medios, llegar a apenas un tercio del mercado, los otros dos tercios comunicaran otra realidad.

De esta forma la Babel está instalada: Bienvenida sea la ley de medios.

Es ahí donde, apuntando los cañones del pensamiento, se descubre también que detrás de Clarín, de Perfil, La Nación y otros medios de la Argentina (y sur América) que se oponen a la ley de medios o a una ley que cambia, altere la realidad existente hay intereses y apetencias de la misma cala. ¿Adivinen de quienes? De quienes los mandan (a los medios) a control remoto desde otras naciones que se califican de “primer mundo”. Las razones son obvias: seguir con el colonialismo económico que ahora se llama doctrina de la “economía global”.

* Periodista.
Publicado originalmente en Los Buenos Vecinos

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