Argentina: Noriega apunta con cuidado

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

No suele ser costumbre en el mundo diplomático formular declaraciones tajantes, menos referidas a otros Estados, mientras se está de visita en un país amigo. Que el canciller argentino lo haya hecho -en términos que podrían considerarse polémicos- en una tribuna ubicada muy lejos de su despacho en Buenos Aires da que pensar.

Mucho más, si el objeto de aquellas fue un alto funcionario del gobierno estadounidense y el lugar donde las formuló es China. Los analistas al servicio de la Casa Blanca estiman que China es el rival de EEUU por la supremacía comercial, militar y cultural en el mundo de los próximos 20 años.

En cierto modo acosado por la oposición interna, la situación social engendrada por la presidencia de Carlos Menem y cultivada por la De La Rúa y Duhalde y el cerco internacional tendido por EEUU -a la Argentina y el MERCOSUR- y la impagable deuda externa, el gobierno de Néstor Kirchner busca afanosamente romper el círculo de hierro de la pobreza, la falta de trabajo y la corrupción heredadas.

La búsqueda de mercados para sus productos y de capital productivo para acelerar el despegue económico llevó al primer mandatario argentino a China. En Shanghai, precisamente, la comitiva presidencial se enteró de las «opiniones» vertidas por el subsecretario de Estado estadounidense para asuntos interamericanos, Roger Noriega.

Noriega, cuyos vínculos con los aparatos de seguridad de su país -eufemismo para no mencionar las palabras espionaje y acciones encubiertas- son bien conocidos, se había referido a la Argentina en una conversación cuidadosa y planificadamente privada en Wáshington.

El hombre de confianza de Bush interpretó en esa ocasión los deseos de la Casa Blanca: Argentina debía resolver el problema de las «reformas estructurales» -es decir: avanzar en el terreno de las privatizaciones de los poco que le queda al Estado luego del huracán privatizador Menem-.

También opinó sobre asuntos de política menuda: las diferencias entre el presidente y el jefe de una fracción del peronismo, Eduardo Duhalde. Habló de la preocupación estadounidense por las acciones de los piqueteros -movimientos sociales formados básicamente por pobladores y trabajadores cesantes radicalizados- y se permitió sostener que existe el riesgo de que la Argentina se «chavice» al modo venezolano.

Esto último no resulta gratuito: Argentina y Venezuela han acordado impulsar activamente el comercio bilateral: petróleo y sus derivados de un lado, del otro productos agroindustriales y ganado.

Hartos de las intromisiones

Convencido tal vez de que los buenos modales no sirven ante una potencia manejada por ígnaros irresponsables y belicistas que utilizan en sus relaciones internacionales el terror, el chantaje y la prepotencia, el ministro de RREE argentino, Rafael Bielsa, habló duro: el gobierno está harto de las intromisiones en los asuntos internos de Argentina.

Describió el canciller que Noriega habla de Argentina «como si fuéramos el patio trasero», y destacó que el funcionario estadounidense utiliza ámbitos informales para lanzar sus invectivas que, no dejó de observar, se alinean con las críticas de la oposición interna de la derecha.

El gobierno argentino se niega a «satanizar» a quienes protestan porque tienen hambre y mantiene que la represión no es la soluciónpara acabar con los disturbios. Los problemas sociales, afirmó Bielsa, se resuelven con crecimiento económico.

El dos de julio, ya en Buenos Aires la comitiva argetina que viajó a China, Bielsa dio por terminado el incidente. «Para la Argentina terminó el episodio». Y agregó: «Espero que para los Estados Unidos también». Según el periodista argentino Martín Granovsky, del diario Página 12 (www.pagina12.com.ar) «el episodio fue el peor de los que se interpusieron en la relación política de Washington y Buenos Aires en los últimos años».

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* Periodista y escritor.

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