Argentina, Operación Cóndor. – LA HISTORIA LENTO SE DEVELA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

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Después de la derrota del 11 de Septiembre de 1973, que para nosotros la guerra (para ponerle un nombre porque no hubo guerra) la habíamos perdido el 29 de julio, ya que no habíamos podido quitarle la conducción al reformismo ni implementar ninguna política para la eventualidad del golpe de Estado; esto por diferentes causas: no haber tomado una ofensiva entonces ni por Salvador Allende ni tampoco por nosotros, se tradujo en la poca resistencia efectiva en Chile.

Se produce un repliegue del movimiento de masas y una ofensiva contrarrevolucionaria, pasividad, indiferencia política desencanto del movimiento obrero sin conducción.

Después del periodo de derrota, repliegue desordenado y reflujo, militantes de diferentes partidos políticos de izquierda, con órdenes o sin ellas, empiezan a llegar a Mendoza y otros lugares de Argentina, muchos cruzando la cordillera a pie, a caballo, en moto y con otros medios. De toda esta militancia los porfiados querían hacer algo: no se resignaban a la derrota, y otros querían salir al exilio y rehacer sus vidas truncadas. Muchos venían de las cárceles, la clandestinidad y campos de concentración…

Pienso que este prologo es necesario porque explica lo que viene después.

Operación Cóndor es el nombre secreto de la fuerza multinacional en la que intervinieron los servicios de inteligencia de Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia y hasta cierto punto Perú, que tuvo como objetivo el intercambio de información acerca de personas “subversivas” residentes en ellos, así como la cooperación para perseguirlas a través de las fronteras nacionales.

La Operación Cóndor permitió a las fuerzas armadas y paramilitares de los países del Cono Sur desplazarse libremente en el territorio de otros para secuestrar, desaparecer o asesinar a los ciudadanos considerados sediciosos. El cuartel general estaba en Chile.

Los refugiados políticos al llegar a Mendoza se encontraban con su inmensa, variada geografía. El territorio mendocino contiene distintas zonas diferenciadas. Al oeste se levanta la cordillera de los Andes, un encadenamiento montañoso continúo, ancho y de gran altura, en el que se destacan los cerros Aconcagua, de 6.959 mts., el más alto de América; el Juncal, de 6.180 mts; el de la Pollera, de 6.235 mts., y el Tupungato, de 6.800 mts. Al este de las cumbres andinas se encuentra la precordillera. En la alta cordillera nacen los ríos Mendoza, Tunuyán, Diamante y Atuel, que en dirección oeste-este atraviesan su territorio.

Hacia el este se extiende una región llana y árida, con serranías aisladas, de baja altura, como la Loma del Chañar o la sierra del Nevado. Hacia el sur se encuentra la altiplanicie del Payún y, finalmente, más al este, se hallan las travesías, que son vastas áreas desérticas, como, por ejemplo, la travesía del Tunuyán. El clima de Mendoza es semiárido, presenta temperaturas muy elevadas en el verano y muy bajas en el invierno. Las precipitaciones apenas superan los 250 mm . anuales.

Yo supe allí por la gente montonera de la operación Cóndor y después me lo corroboro Osvaldo Gómez, MIR que vivía en la provincia de San Juan –en los Berros, para ser mas especifico, me dijo que se centrarían primero en los miristas y socialistas para seguir después contra el Ejercito Revolucionario del Pueblo ( ERP) y después con los Montoneros, Tupamaros de Uruguay y luego el ELN de Bolivia. Le pregunté por qué nosotros primero, si ya estábamos derrotados ni éramos una fuerza beligerante; me contesto que Pinochet lo dirigía y lo quería así.

Después Gómez me conecta con Mario Muñoz Salas (PS ala ELN de Coquimbo), que me corroboro esto y me dijo que él lo andaban buscando junto con el Chico Morán –jefe de los montoneros de San Juan (asesinado por el ejercito) y otros más. Y que lo sacarían de máxima urgencia. Él estaba escondido en una Iglesia de Mendoza, donde fue la reunión. Me propuso que me fuera a San Juan, donde había todavía infraestructura en pie con alguna gente que correría peligro quedándose en Mendoza.

Mario era minero pirquinero y conocía la Cordillera como la palma de su mano, también sus hombres. En aquel período todos los partidos políticos estaban organizados de la misma manera que en Chile y se mantenía la compartimentación; también había mucho soplonaje y después del golpe de Estado de Videla, el 23 de Marzo de 1976, la situación empeoro aun más.

Videla lanza la represión contra los montoneros y el ERP (Ejercito Revolucionario del Pueblo), que nos prestaba ayuda incondicional por acuerdos que se habían tomado anteriormente en Santiago, tras las formación de la Junta Coordinadora Revolucionaria del cono Sur, grupos de Izquierda que en aquel tiempo resistían las dictaduras. La población civil sentía el terror que desencadenaron los militares con las desapariciones y asesinatos, muy pocos querían solidarizar y ayudar al prójimo.

Los secuestros se realizaban generalmente a altas horas de la noche por un grupo que (en “ocasiones especiales” eran más de 50, entre civiles y militares) acordonaba el sector.

Entraban al domicilio de la persona señalada, o al hotel de refugiados de Naciones Unidas (generalmente, antes había un apagón), se apoderaban del señalado, lo tabicaban (le vendaban los ojos), se los encapuchaba y lo torturaban al frente de sus hijos (que después, eran dejados con algún vecino, familiar o solos; en otras ocasiones eran llevados con sus padres a los centros clandestinos, para que después fueran adoptados por algún represor.

Nosotros no queríamos salir al exilio todavía. Queríamos volver a Chile.

La caída de Jorge Fuentes en 1975, Patricio Biedma, Regina Marcondes, Edgardo Enriquez en julio de 1976 –hermano del secretario general del MIR chileno– fue un duro Golpe para nosotros. También los tres compañeros dirigentes del PS: Manuel Jesús Tamaño Martínez, Juan H. Hernández Caspe y Luís Muñoz Velásquez, detenidos de Mendoza el tres de abril de 1976 –todos desaparecidos– que fueron traslados por la DINA al campo de concentración de Villa Grimaldi y posteriormente a Colonia Dignidad, además de otros compañeros que los conocíamos solamente por los nombres políticos.

Frecuentemente recibíamos visitas de Chile, gente que pasaba por los pasos cordilleranos de San Juan y otros lugares. Hernán Aguiló, el Nancho, el jefe militar del MIR llegaba por aquellos lugares y tenía reuniones con nosotros; esto nos levantaba la moral tras tantos golpes recibidos. Es importante dejar explícito que el gobierno de Isabel Perón, a través del ministro de Bienestar social López Rega y sus grupos AAA, ayudó a masacrar a los revolucionarios del Cono Sur en aquel tiempo, mucho antes del golpe militar en Argentina. Después los militares masacraron sin compasión a lo que ellos consideraban la oposición. Fueron 30.000 personas solamente en Argentina.

Llegamos al comité Pro Paz bajo el mandato ACNUR que dirigía el pastor Pagura, su hija Rita y una señora a la que decíamos la pastora; ellos nos proporcionaron alimentación y vivienda y la posibilidad de salir a un tercer país si así lo quisiéramos. Ayudaron mucho a los refugiados chilenos. Los refugiados estaban divididos entre ambulatorios y los residentes en hoteles. Los ambulatorios pertenecían al comité y tenían el status de refugiados bajo el amparo de Las Naciones Unidas, pero vivían en casas privadas. Los otros residían en hoteles donde comían y alojaban financiados por el comité.

En un hotel refugio vivian amontonadas varias familias compartiendo un par de piezas. Estaban organizados en comisiones que cocinaban, hacían aseo y mantenían funcionando los refugios.

El comité de Iglesias funcionaba en el local de la Iglesia Metodista, dirigida por el obispo Pagura, en la calle Espejo frente a la plaza Independencia de Mendoza.

Un día anterior a mi detección llega Gómez diciéndome que me vaya a San Juan porque soñó un sueño en el cual yo y otros aparecíamos con ojos azules, lo cual significaba que seríamos muertos por la operación Cóndor; esto le había sucedido en Chile y le había salido cierto. No dude de é,l le creí y pensé que no saldríamos con vida de allí. De cualquier modo lo tramite diciéndole que tenia que entregar la infra primero, si no seria acusado de deserción y expulsado del partido por traición. Me hizo caso y quedamos en reunbirnos en un punto tres días más tarde.

El PC no participaba con nosotros todavía, pero muchos militantes nos daban ayuda y brindaban su solidaridad independiente de lo que sus direcciones les ordenaran. Recuerdo a Oscar Villalobos, Juanito y otros. Había un gran contingente de militantes de los que jamás supe sus nombres verdaderos, solamente sus nombres políticos y apodos; ellos no vivían en los hoteles de refugiados, eran ambulatorios, o sea: vivían afuera del campo de refugiados. A otros los conocía de Chile.

Una mañana de fines mayo 1976 como a las 7:30 am llega un compañero que me entrega un manual muy comprometedor (Chino Villa) qué escondo en la cañería del agua del techo del Hotel Santa Fe, el compañero se va, y eso me da mala impresión, quede intranquilo; voy a tomar desayuno y repentinamente, 10 minutos después, entran seis hombres de civil con metralletas a la pieza número cuatro, de los solteros, preguntando por Eduardo Cruz, alias Bily de Concepción, pegando, insultando, torturando en la misma pieza; nos apretaban los testículos y nos pegaban con látigos y con correas, también propinaban culatazos y puñetes, mientras otros ponían a las mujeres y niños contra la pared. Me acerco al que aparecía el jefe y le dijo que yo soy Eduardo Cruz a lo cual él replica que me ponga contra la pared: no me cree, y dice si no sale el tal Bily comenzarán a disparar contra los prisioneros.

Yo grito que soy el Bily, él me bofetea; otro milico me pega culatazos. Con el golpe caigo al suelo. Y contonúa la tortura contra los prisioneros. Yo grito otra vez que yo soy el Bily de Concepción y mirista y otras cosas. Se abalanzan contra mí golpeándome en todas partes. Un refugiado procedente de San Antonio llamado Miguel dice él es Bily y tiene una maquina de escribir debajo de la cama: ya no aguantaba mas la tortura…

Recuerdo de la pieza cuatro al Guille, el Jinete, Mánelo, Don Juan y otros –de los que desgraciadamente no recuerdos sus nombres–. El operativo fue grande, se acordonó toda la cuadra, y participaron civiles y militares.

Vendado y amarrado me llevan a un lugar secreto, puede ser el cuartel de investigaciones u otro lugar militar, en el cual me estaban esperando un grupo de chilenos y argentinos con todo listo. El chileno con voz ronca me interrogaba: había una carta que me incriminaba de Chile, que la pastora del comité de ACNUR de Mendoza tenia, no se cómo cayo en sus manos, y que decía que yo frecuentemente pasaba la Cordillera y mi militancia etc…

Las preguntas oficiales: armas, contactos etc… Surgieron los nombres de Mario Muñoz y otros miristas y socialistas. No sé cuánto duro la cesión de tortura; fue mucho tiempo para mí, días quizás. Me sacaron algunas uñas de los pies y manos y harta parrilla porque se me salió el cuero de la piel con tantas pasadas; tenia quemaduras en todo el cuerpo, fundamentalmente los órganos sexuales; perdí el conocimiento muchas veces y me hacían el submarino seco y mojado. Siempre pensé que me matarían, pero esto me dio fuerza y estaba dispuesto a morir con dignidad: por qué se molestarían conmigo si no era para matarme.

Finalmente los chilenos les comunican a los argentinos que me llevarían a Chile, a lo cual los argentinos replican que allí mandan ellos y se hará lo que ellos digan. Mendoza es territorio Argentino y allí mandan ellos. Sentí el inconfundible sonido del pasar de las balas de los fusiles que es nítido y claro; yo no podía saber quién pasaba bala porque estaba vendado y amarrado; felizmente para mi fueron los argentinos. No se cuánto tiempo duro la tortura ni el tiempo que pase preso; recuerdo haber comido arroz pasado y otras comidas por una redija; tenia que comer como perro amarrado, con los brazos muy engordados por las amarras –lo cual era muy doloroso porque no pasaba sangre, a veces no podía caminar ni dormir– siendo despertado en las noches a golpes, siendo fotografiado con otros prisioneros (voces argentinas y otros acentos y todo esto vendado); también fui sacado fuera del recinto: algo con árboles que según otros testimonios seria el Parque San Martín, donde me encontrarían, finalmente, agónico y sin memoria por un largo tiempo.

(Actualmente el parque abarca 307 hectáreas cultivadas de árboles, palmeras arbustos de todo el mundo, 17 Km . recorridos y 82 hectáreas de expansión, este símbolo del avance del hombre sobre el desierto caracteriza a la sociedad mendocina en su esfuerzo cotidiano por una mejor calidad de vida…).

Mucho se ha escrito por testimonios de otros compañeros sobre un disparo en el parque y un militar disparando al aire y yo botado junto a un riachuelo; la verdad es que yo no sé por qué no me disparó, yo quería morir porque estaba cansado de torturas y no quería delatar a nadie y ser un traidor. Recuerdo que a veces me mostraban y traían a otros prisioneros que allí tenían, que yo no los veía porque estaba vendado, jamás pensé que saldría con vida de esa aventura, que fue positiva para mí en términos de mi crecimiento espiritual y mis convicciones y lo que era importante para mí mis valores personales, pero negativa en términos de mi salud.

Los lugares de detención, desaparición, tortura en Mendoza

8a. Brigada de Infantería de Montaña.

Palacio Policial.

Dependencias Departamento Informaciones D-2.

Penitenciaría Provincial.

Liceo Militar General Espejo.

Comisaría 7a. de Godoy Cruz.

Unidad Militar Campo de los Andes.

Reconstruyendo la historia, basado en otros testimonios de compañeros como Oscar Villalobos, Daniel Flores y Luís Arias Manzo y otros, fui encontrado en el Parque San Martín, sangtando, la piel quemada por la electricidad sin zapatos, sin uñas en los pies y manos, y habrían sido los compañeros quienes me llevarían a un lugar seguro para darme, comida y atención medica.

Había borrado muchas cosas de mi mente porque en la tortura me ponían inyecciones que yo suponía seria pentotal –perdí mi capacidad de leer en castellano, que es mi lengua materna, y se borraron otras cosas de mi memoria, del periodo de niño y adolescente; tuve también problemas de visión. Posteriormente el ACNUR me mandaría de urgencia a Buenos Aires, donde recibiría atención médica en una clínica llamada Toltoy. Las consecuencias de la tortura: traumatismo encéfalo craneal, la espalda rota y un oído dañado para siempre, atrofia cerebral en el lado derecho, artritis y pinché nervio en la columna y apnea, un problema de respirar y dormir, fuera de pesadillas (flashback).

Martín Almada dijo en una entrevista en Chile: «Para hablar de la intervención de la clase obrera, tenemos que volver a la Operación Cóndor. Si en América Latina hacemos un balance del saldo que dejaron los golpes militares, contamos 100.000 vidas. Y, primero que nada, fue decapitada la franja dirigencial de la clase obrera. Después, estudiantes, profesores, periodistas, abogados, intelectuales: ¡la clase pensante de América Latina fue decapitada!

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Exilado en Vancouver, Canadá.

eduardocruz@shaw.ca

Addenda

Eduardo Agustín Cruz nació en Concepción, Chile, el 6 de marzo de 1951, casado con Marisol Del Carmen (Concepción, 1968).

Estudió Sociología en la Universidad de Concepción (Chile), Literatura en la Universidad de la British Columbia, Relaciones interculturales en el Capilano College y Educación en el Langara College, los tres últimos en Canadá.

Ha publicado diversos ensayos y artículos.

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1 comentario
  1. Eduardo Agustin cruz dice

    Por find un poco de justicia para los miles de víctimas de la operación cóndor asesinando cruelmente,desaparecidos.
    Grande Argentina por este gran logro.
    Honor y gloria have los caidos

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