Asumió Santos en Colombia

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Néstor Francia.*

El discurso de toma de posesión de Juan Manuel Santos estuvo lleno de lugares comunes y vacío de pueblo. Los representantes políticos de la oligarquía (y unos cuantos oligarcas en vivo y en directo), concentrados en la Plaza Bolívar de Bogotá, se aplaudían a sí mismos con entusiasmo, corporeizados en Santos y en Alvaro Uribe. Ni un solo obrero, ni un campesino, ni un estudiante, salvo los hijos de los mismos personajes que participaron del aquelarre.

El nuevo Presidente, en tono altisonante, se dedicó a repetir promesas y augurios que no cumplirá, al menos aquellos que se refieren al pueblo pobre. Santos asumió, con los típicos conceptos y eufemismos, la defensa de la caduca democracia representativa, para la que la participación y el protagonismo popular no solo carecen de importancia, sino que en realidad no existen:

“Que quede claro: no quiero un país sin partidos ni sin controversias ideológicas. Colombia necesita partidos sólidos, serios y de vocación permanente, con posiciones diferentes sobre la sociedad y el Estado. Tampoco puede operar una democracia verdadera sin una prensa libre –con la cual he estado comprometido toda mi vida–, sin una oposición seria, o sin el equilibrio de los contrapesos del poder. Esa es la democracia que defendemos”.

Anunció el presidente colombiano la intención privatizadora en la educación: “Impulsaremos la integración y colaboración de las universidades con las empresas para que se imparta una educación que contribuya al desarrollo y al empleo”.

Igualmente dejó claro que respetará los latifundios y solo afectará, en el tema de la tierra, a los factores políticos irregulares: “Presentaremos al Congreso un proyecto de ley de tierras, y aceleraremos los mecanismos de extinción de dominio, para que las tierras que el Estado les ha incautado a los criminales, y las que les vamos a incautar, regresen a las manos campesinas, a los que de verdad las trabajan con vocación y sudor”.

También declaró Santos la intención de darle continuidad a la criminal política de “seguridad democrática” desarrollada por Uribe, aunque habló de “prosperidad democrática”: “A todas las organizaciones ilegales las seguiremos combatiendo sin tregua ni cuartel. A los grupos armados ilegales que invocan razones políticas, y hoy hablan otra vez de diálogo y negociación, les digo que mi gobierno estará abierto a cualquier conversación que busque la erradicación de la violencia, y la construcción de una sociedad más próspera, equitativa y justa.

"Eso sí –insisto– sobre premisas inalterables: la renuncia a las armas, al secuestro, al narcotráfico, a la extorsión, a la intimidación… mientras no liberen a los secuestrados, mientras sigan cometiendo actos terroristas, mientras no devuelvan a los niños reclutados a la fuerza, mientras sigan minando y contaminando los campos colombianos, seguiremos enfrentando a todos los violentos, sin excepción, con todo lo que esté a nuestro alcance”.

 O sea, Santos no está proponiendo una negociación, sino exigiendo una capitulación incondicional.

Política exterior

No obstante es preciso reconocer que, en lo que atañe a la política exterior, si apareció Santos con un discurso diferente al de Álvaro Uribe, sobre todo el más reciente que este asomara. De hecho, se hizo eco de las múltiples críticas que ha generado en Colombia la errática y aislacionista política exterior de Uribe, al criticarla de manera tácita: “Pondremos en marcha una política exterior moderna que mire hacia el futuro, con contingentes de diplomáticos que multipliquen la presencia de Colombia en los organismos multilaterales y profundicen las relaciones bilaterales. El respeto, la cooperación y la diplomacia serán los ejes de nuestras relaciones internacionales. Queremos vivir en paz con todos nuestros vecinos. Los respetaremos para que nos respeten”.

Sobre todo con respecto a sus vecinos, Santos tomó distancia de las políticas de Uribe: “Uno de mis propósitos fundamentales como Presidente será reconstruir las relaciones con Venezuela y Ecuador, restablecer la confianza, y privilegiar la diplomacia y la prudencia”.

Junto a esta declaración, hay que poner las omisiones: ni una palabra sobre las fulanas “pruebas”, ni sobre la supuesta complicidad venezolana con las FARC, ni sobre la acusación contra Chávez en la Corte Penal Internacional, ni sobre la demanda en su contra que tiene interpuesta en Ecuador. De hecho, una de sus primeras decisiones fue entregar a Ecuador las famosas computadoras de Raúl Reyes, aunque a estas alturas nadie puede decir qué fue lo que realmente entregaron.
 
Relaciones con Venezuela

Con respecto a Venezuela, Santos se alejó de la intención de internacionalizar el conflicto, tal como quiso Uribe al presentar las “pruebas” en la OEA, y dejo claro que “…agradezco a tantas personas de buena voluntad que se han ofrecido a mediar en la situación con Venezuela, pero debo decir honestamente que, dadas las circunstancias y mi forma de ser, prefiero el diálogo franco y directo. Y ojalá sea lo más pronto posible”. Como todos sabemos, este deseo expresado por Santos se ha cumplido: mañana mismo se verán las caras en Colombia los dos presidentes.

Aquí hay que reconocer los buenos oficios de varios gobernantes latinoamericanos, sin dejar de estar claros en que la oligarquía colombiana ha decidido dar una vuelta de tuerca, ignoramos cuan profunda, a la fracasada política exterior uribista.

Por su parte, el presidente Chávez no dejó en ningún momento de tender puentes hacia el nuevo gobierno de Colombia. He aquí algunas de sus frases más recientes:

“Lula lleva una misión (a Bogotá) de la que hemos hablado bastante con el secretario de Unasur, Néstor Kirchner, pero de eso no hablaremos hoy. Hablaremos mañana y pasado mañana. Estamos muy optimistas”

“Estoy dispuesto a un encuentro cara a cara en el marco de una reunión basada en el respeto (…) respeto es lo único que exigimos en Venezuela”

“Estoy lleno de fe, de esperanza y de ganas de trabajar con el nuevo presidente de Colombia”

“Si él (Santos) no puede venir en los próximos tres o cuatros días yo estaría dispuesto a ir a una reunión en Colombia”

“Nosotros estamos llenos de esperanza, como estamos llenos de amor y de afecto por Colombia, por la paz entre nosotros, por la integración entre nosotros, para conformar la gran patria del Sur”.

Por supuesto, y a pesar de esta nueva esperanza de normalización de relaciones, no podemos chuparnos el dedo, pues ya sabemos lo que Santos representa, y en esto Chávez está claro, pues también declaró que “al primer irrespeto que contra Venezuela haya, todo se acabaría de inmediato”.

Chávez también le envió un claro mensaje a las FARC. El Presidente venezolano aseguró que la guerrilla colombiana no tiene futuro por la vía de las armas. Apuntó que es necesario hacerles un llamado por la paz, por ello pidió que liberen a los secuestrados: “¿Por qué una guerrilla va a tener gente secuestrada?”. En este llamado de Chávez hay justeza. Siempre hemos estado en desacuerdo con el secuestro de civiles indefensos, desarmados, ya que es un acto de alevosía, hecho con absoluta ventaja, violatorio de los derechos humanos. Cosa muy distinta es la captura de efectivos regulares en acciones de combate o en ataques de fuerzas rebeldes, ya que —pensamos nosotros— esos no son secuestrados sino prisioneros de guerra.

PSUV a la ofensiva

El otro gran tema del fin de semana fue la muy exitosa cadena humana que impulsó el PSUV. Una manifestación contundente, refrescante, estimulante, que habla muy bien del alto grado de organización y mística que ha alcanzado este gran partido revolucionario.

Ni siquiera pudo empañarla la muy patética y lamentable presencia de unos treinta escuálidos del “movimiento estudiantil” acompañados por las cámaras de Globovisión, que montó lo que finalmente debe haber sido una actuación muy confusa para la base de opositores, que seguramente se estará preguntando cuál sería el real objetivo de este ridículo show que utiliza un evento organizado por los “otros” para promocionar a un movimiento fracasado y vacío de multitudes. La desesperación se les nota todos los días.
 
En cuanto a nosotros, debemos celebrar esta demostración del Partido. Nuestra maquinaria arrasará en las calles, en las fábricas y en los campos. La gran maquinaria roja pondrá la guinda de la torta en la victoria que se avizora el 26 de septiembre.

* Analista de asuntos políticos.

 

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