¿Baja el euro o sube el dólar?

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La guerra en Ucrania vale su peso en oro: no solo los fabricantes de armas están haciendo su agosto, sino que los EU y sus vasallos tienen a quien echarle la culpa de todo. Mientras tanto el dólar lleva al mundo a otra catástrofe de proporciones, pero… ¿a quién le importa?

De seguro el nombre de François Villeroy de Galhau no te dice nada. Ni siquiera en razón de su apellido à particule, como decimos en Francia, detalle que denuncia un origen noble, de cuando la nobleza no solo existía sino que hacía lo que le venía en gana.

François es el presidente del Banco de Francia, –hoy simple dependencia del Banco Central Europeo–, cuyos orígenes no pueden ser más luctuosos: Napoléon le devolvió la mano a los cinco banqueros, uno de ellos suizo, que financiaron su golpe de Estado del 18 Brumario, permitiéndoles crear un banco extremadamente privado que no solo cometió la impostura de llamarse Banco de Francia, sino que dispuso del monopolio de la creación monetaria en el Imperio Napoleónico. Los golpes de Estado, una buena inversión ante el Eterno.El dólar supera al euro por primera vez en 20 años

Contrariamente a los usos del sistema monárquico, que le prohibía trabajar a los nobles, se supone que hoy en día François Villeroy de Galhau labura, y cobra. Antes de ayer estuvo en Radio France Info para responder a las insípidas cuestiones de un par de periodistas complacientes, si no lo fueran no estarían donde están.

Como sabes el euro ha ido devaluándose ante el dólar hasta alcanzar una paridad que no habíamos visto en veinte años. La primera pregunta fue precisamente esa: ¿Porqué baja el euro? La respuesta del noble presidente del Banco de Francia merece el desvío: “No es el euro el que baja: es el dólar el que sube”. Así como lo lees. Pasa que François no solo es noble: también es economista, lo que explica todo.

Las respuestas a propósito de la inflación son del mismo talante: “Conocemos ahora un periodo inflacionario porque los precios suben”. Estos genios cobran por proferir ese tipo de banalidades de las que se muestran muy orgullosos. Uno, que es algo asopado, inspirándose en ellos se pregunta: ¿Será que los precios suben o bien es el valor de la moneda el que disminuye? Y ya la tenemos liada.

Uno es algo asopado, ya se dijo, pero como quiera que sea, –en estos tiempos en los que Vladimir Vladimirovich Putin es a priori culpable de todo incluyendo la cruxifixión de Jesús Nazareno–, se da cuenta de que el problema de Europa no es el rublo, sino el dólar.

Ya puestos, no solo de Europa, sino del mundo entero, comenzando por Chile, en donde hace diez años, el 20 de julio del 2012, el dólar se cotizaba en pinches 485,64 pesos (dólar observado. SII), mientras que al día de hoy, para hacerte de un billete verde tienes que pagar exactamente 1.050,85 pesos.

Allá por el año 2010 una subsecretaria de Hacienda, la muy eminente María Olivia Recart, llegó a decir (en un encuentro de genios que tuvo lugar en Singapur) que si el dólar estaba tan bajo se debía a la fortaleza excepcional de la economía chilena. ¡Alabao! Otros iluminados han sostenido que el peso chileno es una moneda estable…

Definición clave: por qué el Banco Central de Chile no interviene el dólar, a pesar de la inflación - Noticias de Mendoza - MemoTal parece que el milagro chileno era un castillo de arena visto que ahora el Banco Central de Chile (sácate el sombrero y saluda) anunció una intervención para frenar el alza del dólar mediante la venta de hasta US$25 mil millones. A grandes males grandes remedios, ese es un signo distintivo de la genialidad.

El instituto emisor declara: “La depreciación del peso se ha dado con una intensidad y volatilidad inusualmente altas, lo cual ha tensionado la formación de precios del mercado cambiario”. Dicho lo cual, el Banco Central no descarta tomar más medidas para enfrentar este inestable escenario, una forma de decir “deténganme, que si no voy a cometer una desgracia”. ¿En serio?

Si le das una mirada al mercado cambiario, lo que los entendidos llaman Forex (por FOReign EXchange), cada día se transan en el mundo 6,595 billones de dólares. Para morigerar el valor cambiario del dólar nuestro aguerrido Banco Central pone pues la friolera de un 0,00379% más en el mercado, la Reserva Federal de los EU debe estar temblando.

Fuera de payasadas, yo sospecho que el Banco Central solo intenta ayudar a quienes, ante los infundados temores que genera el cambio de Constitución, desean llevarse sus capitales a otro paraíso fiscal: lo que en buen chileno llamamos ‘cambiarse de hoyo’.

Para obtener una respuesta clara respecto de estas y otras cosas, servidor fue a consultar uno que se supone que sabe, Edward Edward C Prescott – Edad, Cumpleaños, Biografía, Hechos y Más – Cumpleaños Famosos el 26 diciembre - CalendarZPrescott, premio Nobel de economía del año 2004. Consultado sobre la evolución de las tasas de cambio entre una divisa y otra, Edward Prescott respondió literalmente que él no tenía la más pájara idea sobre ese tema que al parecer va de diferenciales en las tasas de interés, y que por lo demás la cosa cambiaria le vale madre.

Uno lo entiende, porque Edward Prescott sabe lo que pasó en el verano septentrional de 1944 (1º al 22 de julio de ese año), en un lugar que a partir de ese momento se hizo célebre en el mundo entero: Bretton Woods (New Hampshire). Allí los EU impusieron el dólar como única moneda de reserva planetaria, atribuyéndose como corresponde la exclusividad de la emisión de su propia divisa. Valéry Giscard d’Estaing, ministro de Economía y Finanzas de Charles de Gaulle, más tarde presidente de la República Francesa, declaró: “Ese es un privilegio exorbitante”.

Para facilitar la digestión de tan amarga píldora, los EU prometieron respaldar sus emisiones de dólares con oro (ergo Fort Knox…), lo que duró menos que la virginidad y la frescura de las flores. Allá por el año 1971, además de organizar y financiar un golpe de Estado contra Salvador Allende en Chile, Richard Nixon decidió abandonar la garantía del oro. El 15 de agosto de ese año Nixon suspendió (en realidad eliminó) la convertibilidad del dólar en oro.

Años más tarde, en una entrevista en televisión, Paul Volcker contaba el chascarro, con su cara de pirojero frecuente llena de risa. “Cuando me pidieron escribir una nota para anunciar el fin de la convertibilidad del dólar en oro no dormí: me parecía el peor desastre de la historia de los EU. Al día siguiente, cuando di a conocer mi doliente nota en la Casa Blanca, me explicaron que debía cambiar el tono: no era una derrota, sino un triunfo, un gran triunfo”.

En esa época Paul Volcker era Subsecretario del Tesoro para Asuntos Monetarios Internacionales en el gobierno de Richard Nixon. Tenía jinetas para ello: graduado en Princeton, en Harvard y en la London School of Economics, Volcker había pasado por la FED, el banco central de los EU, y un par de grandes bancos de negocios de New York.

De ahí que dejar al dólar sin más respaldo que su roja nariz de aficionado al whisky le provocase una diarrea, antes de que le explicasen con manzanas que los EU se pasarían los Acuerdos de Bretton Woods por el Arco de Augusto para, en adelante, hacer con la moneda de reserva planetaria lo que les saliera de las narices. Volcker quedó traumado: siempre le contó a quien quisiera oírle que la eliminación de la convertibilidad del dólar había sido “el acontecimiento más importante de su carrera”.

¡Y que lo diga! El dólar, moneda de reserva planetaria a contar de los acuerdos de Bretton Woods (julio de 1944), es emitido, a discreción, por los Estados Unidos de América. Por consiguiente, los déficits de la balanza comercial del Imperio no valen un cuesco visto que si hay que pagar algo basta con emitir más dólares.

Hace unos años Milton Friedman, interrogado a propósito de los gigantescos déficits del gobierno federal, respondía: “La deuda de los EU está expresada en dólares. Ahora bien, los dólares los fabricamos nosotros, o sea que no le debemos nada a nadie”. Dicho lo cual Friedman se apretaba la tripa riéndose a grandes y saludables carcajadas.

Tal vez por eso el ya mencionado Edward Prescott, premio Nobel de economía 2004, sostenía: “La economía americana está equilibrada. Aquellos que hablan de déficit no saben de qué están hablando”. Del mismo modo, otro “experto” financiero basado en New York pudo decir: “El mundo produce lo que hace falta, y nosotros producimos los dólares para comprarlo”.

Ni Charles de Gaulle ni su principal asesor económico Valéry Giscard d’Estaing se fiaban del respaldo en oro del dólar. Tenían razón.

Cuando a partir del verano del año 2007 el sistema financiero internacional, o sea yanqui, quebró a escala planetaria, los EU hicieron lo de siempre: emitieron billones y billones de dólares para proteger y salvar su muy “exorbitante” negocito. No era la primera vez que lo hacían. Ni fue la última.

En el año 1960, el economista Robert Triffin planteó el dilema que lleva su nombre, el “dilema de Triffin”, que plantea que la demanda internacional de dólares para estimular la actividad económica mundial provocaría el fin de la convertibilidad del dólar en oro físico, como quedó establecido más tarde en los acuerdos monetarios de Bretton Woods.

La convertibilidad del dólar en oro estaba condenada a muerte antes de firmar los Acuerdos. El mismo fenómeno se había producido en la Edad Media, cuando la escasez de oro y plata se convirtió en un obstáculo para el creciente desarrollo del comercio internacional en Europa. Los grandes navegantes y “descubridores” como Cristóbal Colón, Américo Vespucio, Hernando de Magalhães y otros, buscaban el oro y la plata que permitiría la eclosión del comercio y el desarrollo de la industria capitalista, como cuenta Jean Favier en su espléndido libro “Del oro y las especias – Nacimiento del hombre de negocios de la Edad Media”.

El obstáculo que representaba la insuficiencia de moneda metálica exigía cada vez mayores cantidades de oro, esa “reliquia bárbara” (John Maynard Keynes dixit), hasta que el papel moneda y la moneda escritural se impusieron de manera universal.

El fin de la convertibilidad, junto con consagrar la inutilidad de Fort Knox, dejó a los EU libres de fabricar –falsibricar– los dólares que hiciesen falta para imponer su ley en el mundo.

Las cifras provocan mareo.

En el año 1970, se intercambiaban 20 mil millones de dólares al día

En los años 1990 esa cifra había alcanzado la estratosférica suma de 1,5 billones de dólares diarios.

Veinte años más tarde, en el 2010, las transacciones de dólares sumaban 4 billones de dólares al día, mientras los intercambios de bienes y servicios reales no superaban los 40 mil millones de dólares diarios, es decir 100 veces menos.

Como quedó dicho más arriba, hoy en día la cifra alcanza los 6,595 billones cada 24 horas. Eso hace unos 2.400 billones de dólares al año, lo que puede dejarte de mármol si no te recuerdo que el PIB planetario anual debe rondar en estos tiempos azarosos apenas U$100 billones.

La masa de dólares ha crecido sin control, al punto que los EU dejaron de publicar estadísticas relativas a la masa monetaria en el año 2006. Países como China y Japón dispusieron cada cual de dos billones de dólares en bonos del Tesoro de los EU, lo que ha contribuyó a asentar el valor del dólar, pero podría desestabilizarlo si China y Japón deciden deshacerse de esos bonos (con el riesgo de perder una buena parte).

Lo que nadie puede afirmar con certeza es el valor del dólar, que no tiene valor intrínseco sino el del papel en que está impreso, admitiendo que ese papel tenga alguno. El caso del dólar escritural es aún más curioso.

El dólar es una moneda internacional cada vez que es poseído, y utilizado, por un no-residente en los EU. El dólar se transforma pues en moneda internacional cada vez que es cedido por un residente a un no-residente. El caso más simple es el de las importaciones que las empresas yanquis pagan pidiéndole a sus bancos que debiten sus cuentas y acrediten la cuenta del exportador extranjero.

La transacción queda saldada por un juego de escrituras débito-crédito en los libros de un banco estadounidense. Si el exportador extranjero no tiene cuenta en el mismo banco que el importador americano, el pago pasa vía compensación: el exportador utiliza los servicios de su banco local, que sí tiene un corresponsal en los EU para facilitar las operaciones de sus clientes. En todos los casos, los dólares no hacen sino pasar de una cuenta a otra, bajo la forma de escrituras contables. Contrariamente a lo que se piensa, los dólares no salen de los EU. Se quedan donde están. Es solo su propiedad la que cambia y atraviesa la frontera. Los dólares no salen sino jurídicamente.El oro vuelve a superar los 1.800 dólares la onza tras el discurso moderado de la Fed - Oroinformación

Al ser la moneda en que se expresan los intercambios internacionales, los EU pueden prohibirle su uso a quien les de la gana. Incluso multar a los bancos que facilitan transacciones en dólares con países “enemigos de los EU”. Así, varios bancos europeos debieron pagar miles de millones de dólares de multa por haber efectuado transacciones en dólares con Irán o Cuba. Nótese que ningún dólar salió de los EU: simplemente el dólar sirvió como unidad de cuenta, y como moneda escritural.

La súper abundancia de moneda suele provocar burbujas, por ejemplo bursátiles (si hay más moneda, en presencia de la misma cantidad de bienes, se produce la temida inflación).

En este caso las cifras también provocan mareo.

En 1975 la capitalización bursátil era de US$ 1,4 billones.
En el año 2007 había llegado a 63 billones de dólares, o sea que se había multiplicado por 45, mientras que la riqueza materialmente producida en el ámbito planetario se había multiplicado solo por 3,5.

Para decirlo de otro modo, en su guerra comercial con China los EU cuentan con el dólar. Los chinos con el surgimiento y desarrollo de otras monedas de intercambio y reserva que podrían sustituir al dólar. Si eso ocurre… se hunde el dólar, y se hunden los EU.

Ahora bien, la cuestión no reside en saber si eso va a ocurrir, sino cuando.

Lo curioso es que en estos días el dólar, una moneda que vale hongo, se aprecia más y más, lo que nos sitúa frente al descalabro de la famosa Ley de la Oferta y la Demanda, según la cual la mayor abundancia de la Oferta hace bajar el precio: los EU han emitido dólares que es un gusto, y nadie, ¿entiendes? NADIE sabe cuantos dólares circulan en el planeta, pero el ‘valor’ del dólar sube.

Lejos de las muy caricaturales teorías económicas que intentan explicar lo inexplicable, yo tengo para mí que todo reposa en la existencia del Imperio, que manda y ordena mientras una parte del mundo agacha la cabeza y obedece.

En su día el Imperio Romano hizo más o menos lo mismo: creó una moneda que debía imponerse en el mundo que controlaba. Para que no hubiese dudas con relación a la seriedad de tal estafa, Roma bautizó esa moneda como “Solidus”, lo que no impidió la crujidera que llevó al fin del Imperio Romano…

En cuanto a la supervivencia del Imperio actual, ya se dijo: la cuestión no reside en saber si eso va a suceder, sino cuando…

 

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