¿Bicentenario? Un homenaje a Haití, la primera

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 Santiago Masetti
Con el reconocimiento español de Haití como asentamiento francés, con la paz de Ryswick, Santo Domingo, se convirtió en uno de los territorios más apreciables del Caribe, y foco de ambición de las poderosas potencias de la época.

Sus ricas plantaciones de productos tropicales acrecentaron las ganancias de un pequeño grupo de potentados terratenientes y comerciantes blancos, conocidos como los Grandes Blancos. El apogeo económico de Santo Domingo se basaba en un permanente tráfico negrero, el cual, en la segunda mitad del siglo XVIII, había hecho que más del 85 por ciento de su población fuese mano de obra esclava.

Otra característica importante de esta colonia era la presencia de un sector emergente de plantadores, compuesto por mulatos libres, los que representaban un 5 por ciento de la población, y un minúsculo número de propietarios blancos, que no llegaban al 8 por ciento del total de habitantes.

Cuando llamado a los Estados Generales, ocurrido en Versalles a fines de 1789, los Grandes Blancos quisieron aprovechar la coyuntura para dominar en el gobierno colonial. Instaurar el comercio libre, la trata de esclavos, fue su principal objetivo, para mantener privilegios.

Asimismo, los Grandes Blancos promovieron en Saint Marc la “Asamblea General de la parte francesa de Santo Domingo”, que se pronunció por reformar el sistema monárquico absolutista, y los delegados a dicho congreso tenían que cumplir con el requisito de poseer más de 20 esclavos.

Por su parte los plantadores mulatos exigían el cumplimiento de las resoluciones igualitarias de la Convención Francesa del 8 de marzo de 1790. Los solicitantes fueron reprimidos brutalmente en la Isla, mientras que en París sus reclamos no eran escuchados. Vincent Ogé, uno de los dirigentes del movimiento, reclamó la igualdad civil y el derecho a sufragio, lo que le valió la constante persecución y su decisión de levantarse en armas. Pero evitando de todas las maneras la participación de los esclavos, su insurrección fue aislada y derrotada. A Ogé le esperaba la ejecución mediante la rueda, el 25 de febrero de 1791.

Con semejante experiencia, los mulatos y negros libres entendieron que los blancos, incluyendo a las autoridades coloniales, no les reconocerían los derechos que reclamaban.

El 14 de agosto de 1791 se inició la gran sublevación de esclavos del Norte (lugar donde se encontraban más de la mitad de esta fuerza productiva), que arrancó la dirección del proceso revolucionario a los plantadores mulatos.

La rebelión esclava se desarrolló por todo el Norte de la Isla y con influencias en las plantaciones del Sur y el Oeste. Entre los principales jefes de la insurrección se encontraban George Biassou, Jean Francois y Toussaint Louverture.

Tres comisarios (Polvérel, Ailhaud y Sonthonax), con importantes fuerzas militares, se presentaron con plenos poderes en septiembre de 1792. Pero la llegada de estos delegados concordó con el derrocamiento de Luis XVI, lo que significó para los plantadores blancos la defensa a ultranza del realismo francés.

Los comisarios prohibieron la trata y suplantaron las asambleas coloniales por comisiones intermedias que otorgaba la misma representación a blancos y “gente de color”. Estas disposiciones enfurecieron a los Grandes Blancos que se sublevaban en diferentes partes de la Isla. Para combatir el motín contrarrevolucionario, el 13 de abril de 1793 fue tomada Puerto Príncipe, mientras que Sonthonax citaba a los esclavos rebeldes del Norte a combatir a su lado, con la promesa de otorgarles la libertad.

Mientras tanto en Europa se recrudecía la lucha entre la Francia revolucionaria y la reacción internacional, lo que utilizaron como excusa Inglaterra y España para intervenir en Santo Domingo.

Los españoles se acercaron a los jefes negros prometiendo la libertad y las riquezas si combatían a su lado, estos cedieron y permitieron que España penetrara en Santo Domingo.

Por su parte los ingleses, con el apoyo de los Grandes blancos, desembarcaron en la Isla por diferentes lugares y ocuparon las colonias francesas de Martinica y Guadalupe.

Sonthonax, de forma desesperada proclama, el 29 de septiembre de 1793, la libertad absoluta de los esclavos y sus plenos derechos como ciudadanos de Francia. Louverture, quien había mantenido un acuerdo con España lo rompe, y los derrota; y también evita que los ingleses tomaran Gonaives. Los triunfos militares de Louverture en nombre de la República francesa se fortalecen cuando se firma la paz de Bacilea (1795). Este pacto expresaba que la isla de La Española pasaba íntegramente a la soberanía de Francia.

Eliminados ingleses y españoles, Louverture venció a los líderes mulatos que ocupaban el sur de La Española, cumpliendo con lo firmado en Bacilea, que consideraba a la Isla como indivisible.

Como gobernador vitalicio de La Española, Louverture promulgó leyes para recuperar la economía de la colonia. Garantizó mano de obra estable con los antiguos esclavos, convertidos en peones libres adscriptos a la tierra, mediante un sistema de trabajo asalariado obligatorio.

Pero el 1 de febrero de 1802 un cuerpo expedicionario francés a cargo de Emmanuel Leclerc, con 20.000 hombres, enviado por Napoleón, se hace presente en las costas de La Española, con la intención de devolver a la isla su viejo estatus.

La aventura francesa no pudo vencer a los antiguos esclavos, lo que llevó a Leclerc a pactar con los principales jefes negros el 6 de mayo de 1802. Este acuerdo facilitó inmovilizar a sus enemigos y deportar a Louverture, que murió preso en el fuerte de Joux en Francia el 7 de abril de 1803.

La cruel e indiscriminada represión a manos de los franceses provocó la sublevación generalizada en forma de levantamientos campesinos espontáneos. El primer jefe negro en rebelarse fue Charles Belair, luego los siguió Petión (decidido partidario de la expulsión de los franceses para estabilizar el país) Christophe y Dessalines. De esta manera se conformó un bloque clasista, anticolonialista y de liberación nacional cuyos puntos de apoyo eran los ex esclavos y los propietarios mulatos.

La ofensiva anticolonialista en manos de Petión y Dessalines acorraló a las tropas francesas en julio de 1803. Las últimas posiciones francesas se rindieron como consecuencia de la batalla de Vertieres el 18 de noviembre; lo que estableció la derrota del ejército francés.

El 1 de enero de 1804, Dessalines proclama la constitución de la República de Haití, ante un imponente pueblo compuesto por antiguos esclavos.
 

*Agencia Periodística del Mercosur. Desde La Habana

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