Bolivia acaso apagó la mecha sólo para acopiar pólvora
De traje oscuro se vio -en la cadena de TV estadounidense CNN- al presidente Carlos Mesa dirigir un «profundo y emocionado» mensaje a sus conciudadanos.En efecto, los bolivianos -más de «demostrar al mundo»- se dijeron a sí mismos que no constituyen una sociedad quebrada y conforme con la hipoteca que pesa sobre su futuro.
Se dijeron además que prefieren la paz a la violencia. Pero ¿algunas vez quizo el pueblo de ese país la violencia? Conviene tener presente que la violencia popular -en Bolivia y en cualquier sociedad- es semejante a la fiebre que opera como defensa ante un virus inoculado en el cuerpo social por sus sectores dominantes o la intervención foranea en sus asuntos. Factores ambos dignos de consideración en esa república forzadamente mediterránea.
Los datos preliminares confirman -señala Bolpress- que un sector mayoritario de la población respondió afirmativamente a las tres primeras peguntas del referéndum, lo que quiere decir que entre el 80 y 90% de la población está de acuerdo con abrogar la ley de hidrocarburos de Gonzalo Sánchez de Lozada, recuperar los hidrocarburos en boca de pozo y dar nueva vida a YPFB. Un porcentaje elevado se opone a exportar gas y a negociar ese energético con Chile.
Lo que dice el referendo
Al caer la noche en el altiplano, según datos extraoficiales, la la abstención bordeaba el 50 por ciento del electorado y el voto blanco y nulo se acercaba al 2 por ciento.
Las proyecciones de los primeros resultados difundidos verificaron una mayoría absoluta de respuestas positivas para las tres primeras preguntas sometidas a la ciudadanía. Éstas se refirieron a la anulación de la ley de hidrocarburos vigente -calificada por los analistas de neoliberal-; la recuperación de la propiedad estatal de esos recursos al salir a la superficie; y a la refundación de la empresa estatal, Yacimientos Petrolíferos Bolivianos.
No resulta nítido, ni mucho menos, el apoyo al gobierno en las últimas dos respuestas, exportar el gas y utilizar el combustible para negociar -con Chile- una salida soberana al mar.
Según la cobertura de la televisicon boliviana, más de un tercio del electorado no acepta que Mesa negocie el gas con Chile y otro 20 por ciento rechaza la propuesta respondiendo en blanco o nulo. También alrededor del tercio de los votantes eligió no exportar gas, mientras que los votos nulos y en blanco suban casi un 25 por ciento.
Tampoco se desprende de los resultados extraoficiales un triunfo irredargüible de la posición del MAS y su líder, Evo Morales, que llamó a votar a favor en las tres primeras preguntas y no a las dos restantes.
Según algunos analistas y sectrores dirigentes de los movimientos políticos y sociales bolivianos, la cuidadosa redacción de las preguntas permiten interpretar los resultados incluso de manera contradictoria -según el punto de vista de quien lo haga-. Realmente lo que asoma tras la jornada electoral es un poco de tiempo más para que Mesa termine de diseñar una política para su gobierno y para el gas.
Desde luego se descarta que no habrá nacionalización, sino más bien se procurará una capa de maquillaje que permita a las trasnacionales instaladas -la más importante es la españoa REPSOL -YPF- continuar a cargo del negocio con una tal vez pequeña participación de la empresa estatal.
Mesa necesita tiempo, los movimientos sociales necesitan aliviar su estado paupérrimo y comenzar a visualizar el futuro: no tienen tiempo. Quizá en la jornada del domingo Boliovia apagó la mecha, ojalá no haya sido para acumular más pólvora. Y eso lo sabremos en las próximas semanas.
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Fuentes