Bolivia y el gas: la danza de sus reservas y necesidades

Nicolás Gomarro.

Hace un lustro Bolivia creía reposar sobre más de 26 billones de metros cúbicos de gas. Suficiente para el salto al desarrollo sostenible en que está empeñado su gobierno. Nuevos estudios, empero, situaron no hace mucho esas reservas en menos de 10 billones de metros cúbicos. Tal reducción fue también un golpe a las expectativas de Argentina y Brasil, principales clientes del combustible. En cierto modo era el fin de un sueño.

Nuevos estudios y mediciones hechos en Santa Cruz por un ente francés —informó el gobierno boliviano— concluyeron en que contando ese yacimiento no hay menos de 8.5 billones de metros cúbicos de gas natural en los campos explorados del país. El alivio recorrió también los despachos donde se generan los planes de industrialización y crecimiento de Argentina y Brasil al conocerse esa información y  la promesa del presidente Morales de que La Paz iba a cumplir con los compromisos acordados de suministro.

Bolivia exporta alrededor de 30 millones de metros cúbicos de gas natural a Brasil para cubrir su demanda industrial y doméstica y 7.7 millones a Argentina por día.

Bolivia es uno de los seis grandes productores de gas de América Latina. Sobre las prospecciones de la empresa francesa Total en la región de Santa Cruz, al oriente del territorio, Carlos Villegas, presidente ejecutivo de la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), señaló que el nuevo hallazgo es el mayor descubierto en las últimas décadas en el país

No todo es miel sobre hojuelas

De acuerdo YPFB en los próximos años se invertirán no menos de 800 millones de dólares estadounidenses para cubrir las necesidades de explotación, procesamiento y transporte de hidrocarburos, a lo que el gobierno, además, suma sus planes de industrialización.

El gobierno boliviano nacionalizó la industria hidrocarburífera en 2006, en un clima hosco atribuible básicamente a dos factores, la campaña por la inseguridad lanzada por las transnacionales afectadas que consideraban inviable que el Estado pudiera hacerse cargo de la complejidad de las maniobras y la virtual rebelión de las provincias (departamentos) orientales, los más ricos de Bolivia, que alegaron se amenazaban sus intereses regionales.

La inversión no siempre es fácil en este país donde las demandas sociales son altas debido a la psecular poistergación en especial de las comunidades indígenas, y los intereses petroleros muchas veces chocaron con éstas y su defensa cerrada de la naturaleza y su cultura y modo de vida tradicional.

Desde la nacionalización de los hidrocarburos y, en general, del subsuelo boliviano, si bien el Estado concede autorización y pacta con empresas priuvadas, les exige someterse a un proceso de consulta y participación de las comunidades indígenas cuando se quiera operar en sus territorios. Para las petroleras y mineras eventualmente interesadas en prospectar en este país, ello conforma una suerte de chantaje que atenta contra el desarrollo de sus actividades.

De algún modo el presidente Morales ha reconocido que en ocasiones la participación popular ha sido mal enfocada y atenta contra el desarrollo armónico del país, toida vez que algunos grupos más que defender el ambiente natural han procurado extorsionar tanto a YPFB como a compañías privadas, sentado las bases para nuevos conflictos a futuro.

El gobierno de Morales se opone a la explotación-extracción indiscriminada de los recursos naturales por considerar que es uno de los factores que inciden en el cambio climático. El gas es el principal producto de exportación boliviano y le ha redituado en 2010 un ingreso de US$ 2.700 millones, según cifras del Instituto Boliviano de Comercio Exterior.
 

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