Bruma en EEUU: ¿Y ahora qué?

Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Con George W. Bush reelegido -elegido en realidad por primera vez- y apoyados masivamente por amplios sectores de la derecha religiosa, los republicanos inician la segunda fase de una revolución derechista que primero tomó el poder de manera ilegal y que ahora venció gracias a la estrategia comunicacional de Karl Rover, un hombre del entorno presidencial poco conocido en América Latina.

Esta revolución de aspiraciones globales controla el poder militar e implementa una agenda moral de contenido religioso y una política económica planificada por personeros con intereses en las grandes corporaciones privadas.

Después que los republicanos propinaran la contundente derrota a los demócratas, los «neo-cons» -la derecha republicana fundamentalista-cristiana- controla no sólo el gobierno sino también las dos cámaras legislativas, la Corte Suprema, el sistema judicial federal y una gran parte de las legislaturas estadales. Con una sola elección los republicanos lo controlaron todo.

Los ideólogos neo-conservadores cuentan con cuatro años más para asentar su estrategia de dominación global y las restricciones a los derechos civiles en casa. Después del 11 de septiembre 2001, los neo-cons asumieron el poder militar. Ahora, con el poder político en las manos, sus posibilidades en todos los órdenes son ilimitadas.

Monopolio del poder

El monopolio republicano del poder político y militar, advierte un editorial de la revista The Nation, «cristianizará» a las instituciones públicas, acelerará de una forma «terrible» la violencia en Iraq  y desatará nuevas conflagraciones a nivel mundial. Además: «Ha sido anunciado el traspaso de los impuestos a los pobres y la clase media desde los super-ricos».

Al responder una pregunta sobre su aislamiento mundial, Bush dijo -con su arrogancia característica- que la política global no tendrá cambios. «He asumido decisiones difíciles, decisiones para protegernos, decisiones para expandir la paz y la libertad (en el resto del mundo)». La guerra contra el terrorismo continuará siendo una prioridad, agregó en su primera conferencia de prensa como presidente electo, el cuatro de noviembre.

Bush se siente con plenos poderes por «mandato» del pueblo. Mientras las tropas estadounidense efectúan su ofensiva total en Fallujah, un combate que, según estrategas, podría ser mortal para miles de civiles, el presidente se negó a señalar cuánto mas costará la guerra o si enviará más tropas a Iraq. Se espera que pida al congreso US$ 75.000 millones extra para apoyar los esfuerzos guerreristas antes de las elecciones de enero en Iraq.

La voz no escuchada

Tal vez Ralph Nader haya tenido razón. El Partido Demócrata, sin una diferencia discernible de los republicanos, ya no escucha a los progresistas. «Hemos sido marginados (…) o se reinventan los demócratas o serán por siempre un partido de oposición», sostiene el clamor anónimo. Kerry nunca representó una verdadera alternativa. Con una agenda tan similar a la de Bush, cualquier desprevenido elector, enfrentado a la disyuntiva y no viendo mayores diferencias votaría por uno que dice lo mismo pero que lo hace desde hace cuatro años.

El candidato independiente Ralph Nader afirmó que era necesario despertar al movimiento por la paz que se quedó dormido, «apoyando silenciosamente a un candidato (Kerry) agresivo en la guerra».  Nader, vilipendiado por la «inteligentsia» liberal, advirtió que en Iraq EEUU y el gobierno títere lanzarían la ofensiva de Faluja, lo que significa la muerte masiva de civiles y una profundización de la guerra civil.

Llamó a protestar y oponerse a la intensificación de la guerra en ese país: «No hay tiempo que perder (…) el momento de actuar fue ayer. La guerra en Iraq, un producto ilegal, desvia los recursos que se necesitan para paliar las necesidades del pueblo estadounidense», señaló.

Táctica y estrategia equivocadas

Los demócratas siguieron la ruta equivocada. Por tratar de ganar a un electorado pro-stablishment desencantado con Bush, se desconectaron de la realidad asumiendo una postura sumisa y oportunista. Sin nada nuevo en lo económico, en el déficit del intercambio comercial  y en la globalización, los demócratas perdieron en los estados industriales en los que campea el desempleo.

Kerry fue incapaz de presentar alternativas coherentes. Perdió votos en las áreas rurales, y por su visión en asuntos culturales y morales. Su cuestionamiento a la guerra fue cosmético y despilfarró la oportunidad de conseguir miles de votos en los sectores pobres. Muchas son las lecciones que los demócratas tienen que rescatar.

Pero, siguiendo fielmente el ejemplo de los republicanos, el miércoles pasado se escuchó a la representante demócrata por California Nancy Pelosi citar pasajes de la Biblia en una entrevista con CNN.

Pero no es para tanto

Los republicanos ganaron 12 asientos, cinco en el senado y siete en la Cámara de Representantes. Aunque no es masivo, el 51 por ciento de los sufragios le otorga a Bush un supuesto «mandato popular» para que su gobierno continué en la misma dirección. Sólo que este mandato, ampliamente difundido en la prensa, no es para tanto. Según la organización Fairness & Accuracy in Reporting, si bien es cierto que Bush logró mas votación que cualquier candidato presidencial anterior, también es cierto que más gente votó en su contra que en el caso de cualquier otro candidato presidencial ganador en la historia del país.

Los conceptos de vigilancia constante, del parche antes de la herida, del ataque preventivo, de la guerra permanente, cobró también importancia a través de un contradictorio doble discurso típico en el presidente: Por un lado los «progresos» alcanzados en la derrota del terrorismo y la implantación de la democracia a través de las elecciones en Afganistán e Iraq y, por otro lado, la necesidad de un presidente resuelto en el combate al terrorismo. En otras palabras, los estamos derrotando pero no los derrotamos.

Los republicanos pudieron lograr la victoria aún con la ocupación en Iraq en su contra, la inestable situación económica y el aislamiento político a nivel internacional. La estrategia empleada consistió en repetir las constantes vacilaciones de Kerry, difundir el miedo por la incapacidad de un presidente demócrata y vacilante cuando se trata de detener al terrorismo, restarle importancia a los temas centrales y ganar el voto moral, el voto religioso.

Dios y Rove  le dieron una manito

Los analistas políticos coinciden en que el triunfo de los republicanos tiene nombre y apellido: el temido estratega Karl Rove -que había comenzado a trabajar en la reelección de su jefe hacia tiempo- supo poner en un segundo plano los problemas políticos y económicos y centrar la atención en los temas «valóricos» y culturales conservadores. Así, los republicanos lograron el voto masivo de casi cuatro millones de evangélicos.

Si Bush tiene cerebro, éste se llama Karl Rove. El estratega electoral -que diseño al Bush presidenciable y antes lo había llevado a la gobernación de Texas- es considerado uno de los más sucios pero brillantes jefe de campaña y consejero. Rove, el rey de la desinformación, se hizo famoso en la campaña de 1972 de Richard Nixon. Hoy es considerado el presidente de facto. El gurú de los consejeros políticos ha estado detrás de todas las decisiones más importantes tomadas por Bush. Lo convenció de asociar a Iraq con el  terrorismo, por ejemplo.

La táctica «política» roviana de «no tomar prisioneros», de desprestigiar a sus oponentes, de plantar rumores y mentiras -testimoniadas en variados libros, artículos y documentales- son tan temidas por los demócratas como los republicanos. Para el presidente Rove es el confidente y amigo cercano, cuyo criterio vale lo que cobra. Por ello le pagó casi 400 mil dólares para derrotar a la gobernadora Ann Richards, de Texas y ponerlo a él como gobernador.

Desde entonces, han triunfado todos los candidatos republicanos que contrataron los servicios de Rove.

Temas candentes

Los denominados temas culturales en estas elecciones incluyeron la moralidad, los derechos de los homosexuales, la investigación científica en la manipulación de células humanas, el aborto y la religión. Los electores votaron por reformas constitucionales contra del matrimonio homosexual en 11 Estados. Según los analistas, éste fue el principal asunto que motivó a miles para votar por Bush.

La doble postura del presidente nuevamente de dio buenos resultados. Avaló la libertad de credo y la separación del Estado y la religión, pero entregó a diario mensajes religiosos y condujo las oraciones matinales de su gabinete. Bush, un «newborn» (vuelto a nacer) cristiano, que dice haber dejado el alcohol y las drogas gracias a su reencuentro con el Todopoderoso, invoca cotidianamente a Dios y no escatima menciones a su fe en sus discursos políticos.

Los votos evangélicos fueron clave para Rove y Bush. De acuerdo a Associated Press, el 23 por ciento de los electores fueron evangélicos blancos. De éstos, un 78 por ciento le dio el voto al presidente. Los católicos blancos, en su mayoría anti-aborto, le dieron el 56 por ciento, mientras que los católicos romanos en general le dieron el 52 por ciento. Hay que recordar que desde John Kennedy, Kerry es el primer candidato presidencial católico.

Las prioridades para el 22 por ciento del electorado se centraron en: valores morales, economía, terrorismo e Iraq.

Los electores «se han pronunciado por un mandato moral, mientras que la «izquierda» tiene que definir el fundamento religioso de sus posiciones políticas, sin dejar que la derecha defina la moralidad», dijo un activista conservador.

El apoyo de las minorías a Bush aumentó hasta en un 6 por ciento, a pesar de haber perdido el total. Kerry obtuvo el 53 por ciento de los votos de más de 7.5 millones de electores «latinos», pero en el mismo sector Bush consiguió el  44 por ciento, logrando aumentar su base en nueve puntos, comparado con los resultados de 2000. Esos puntos fueron relevantes en estados como Nuevo México y Florida. Bush también aumentó el voto femenino en cinco puntos. En California incrementó su voto «latino» en otro 5 por ciento, de estar con la estadística de CNN.

«Puede que Iraq haga
el trabajo por nosotros»

El chiste sobre lo bueno de la elección de Bush es que heredará sus propios errores, sus propias guerras; pero, según el académico Slavoj Zizek, su victoria derribará las ilusiones sobre la solidaridad de intereses entre los países desarrollados occidentales y le dará nuevas fuerzas a la alianzas regionales como la Unión Europea o el Mercosur en América Latina.

El concepto de un capitalismo estadounidense postmoderno es un cliché favorito sólo en los medios de comunicación, dijo Zizek. Europa avanza mucho más que EEUU en la constitución de una organización multiestatal, post-moderna y «colectiva, capaz de proveer un lugar para todas las personas independientemente de su geografía o cultura» (Slavoj Zizek. In These Times. el cinco de noviembre.

El movimiento progresista tendrá que fortalecer y mejorar su trabajo con las bases y a la vez «reconocer la amenaza de elementos fascistas en las políticas de la administración, como el deterioro de las libertades civiles y la forma militarista de gobernar», dijo a este cronista Norman Solomon, escritor y columnista leído en todo el país.

«Existe un elemento fuerte de racismo blanco en el apoyo a Bush», obtenido particularmente en los estados del sur.  «No nos quedaremos tranquilos. Nos negamos a aceptar más guerras y menos justicia, cada vez más disparidades económicas, menos democracia. En los próximos meses, las noticias estarán saturadas con  la guerra en Iraq, el nuevo candidato (de la Casa Blanca) para la Corte Suprema, propuestas de reducción de impuestos y muchos problemas que no han sido resueltos por esta elección. Necesitaremos más que nunca el idealismo vibrante y el activismo politico», dijo Solomon.

El escritor también advirtió que América Latina deberá contar con cuatro años más de lo mismo. «Quizás intervenciones militares o intromisiones, como en Haití, y una política de intercambio comercial condicionada por una fuerte corriente ideológica, alineada con las poderosas elites y los intereses de las grandes corporaciones».

¿Dónde está la diferencia?, se pregunta Hope, una activista que apoyó a Kerry. Y ella misma se responde: «La diferencia está en que ahora no tenemos que defender las políticas de Kerry, muy difíciles de distinguir de las de Bush. La diferencia es que ahora la guerra le pertenece totalmente a Bush y puede que Iraq haga el trabajo por nosotros. ¿Como puede ser que un gran porcentaje del electorado votara por Bush porque promueve una ‘cultura de vida’ ¿Qué puede estar más lejos de la cultura de vida que la guerra? Tenemos que hacer que la guerra sea el tema moral más importante».

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* Fernando A. Torres es periodista independiente radicado en California, EEUU.

Gentileza del Centro de Periodismo de Investigacion
(Cepei@vtr.net).

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