Buenos Vecinos. – EL PERIODISMO: ¿DE LA GENTE O DEL CAPITAL?

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

El Colegio de Periodistas de Chile, que cumple 50 años, organizó en la turística ciudad de Valdivia al sur del país, el primer seminario-encuentro de periodistas chilenos y argentinos, coordinado por Alejandro Guillier (abajo, izq.), presidente de la institución. La finalidad fue promover la difusión de las informaciones sin distorsiones a ambos lados de la frontera, y el objetivo contribuir a facilitar las buenas relaciones entre vecinos limítrofes. El periodismo desinformado o que obedece a grupos de interés suele crear malentendidos entre naciones que aspiran a ser -o que son- hermanas.

fotoEste seminario ha querido ser la chispa, el inicio –aunque tímido (por algo se comienza)– para concienciar un periodismo de frontera más profundo y que refleje la realidad de las relaciones entre ambos países, como se desprende del análisis que intentamos. Pero, en esta dimensión, al periodista sólo le queda espacio para meter de vez en cuanto un «golazo», como justamente señalara el consejero nacional del Colegio de Periodistas de Chile Ernesto Carmona (abajo, der.).

Buena parte del periodismo en la actualidad conforma un retrato, o reflejo, de real malicia. En rigor son las empresas propietarias de medios, más que los periodistas, que en todo caso cuentan con su beneplácito, las que dicen mentiras como que fuesen verdades o dicen verdades a medias, escondiendo intencionalmente el cuadro completo. Como ejemplo cito el caso de un editorial aparecido hace tiempo en un medio argentino.

«El slogan de Noticias dice: ‘entender cambia la vida’. No es una apelación que aspire a seducir a todos, siempre habrá quienes prefieran no cambiar. En una discusión gana el que pierde porque se lleva el conocimiento del que tiene razón».

Así comienza un editorial de la revista argentina “Noticias” (el número 1.438, del 17 de julio de 2004), editada por Editorial Perfil y dirigida por Jorge Fontevecchia. Es un argumento muy veraz: comprender y comprender más siempre cambia nuestra realidad y la percepción del entorno. Pero ¿qué sucede cuando esta misma revista en vez de hacernos comprender la realidad tal cual es y, a sabiendas, busca convencer a sus lectores con informaciones falseadas, distorsionadas e insidiosas?

En el mismo editorial, exhibiendo una lógica tan implacable como artificiosa, citando a Leonardo Da Vinci y a Descartes, el editorialista se refiere a Julio Ramos, dueño del diario Ámbito Financiero –también argentino–, diciendo que cuando un medio de prensa publica una información no correcta sabiendo que no lo es deja de hacer periodismo para entrar en el campo de la publicidad.

Pequeña rectificación: pienso que se comete dolo de real malicia porque se aprovecha de la confianza de los lectores que creen leer una información u opinión periodística.

El editorial cita un ejemplo que transcribo textual: «La Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos en un folio de 1964 (The New York Times versus Sullivan) sentó precedente al diferenciar jurídicamente el acto de publicar una información equivocada creyéndola cierta, al de publicar una información equivocada sabiéndola equivocada.

«En el primer caso se trata de un error ‘inevitable en el debate Urbe, y éste debe ser protegido si la libertad de expresión ha de tener el espacio que ella necesita para sobrevivir’ –según la propia Corte–. Pero en el segundo caso hay dolo –real malicia (actual malice), así bautizó la Corte su doctrina– y por tanto delito».

La razón de escribir este editorial por parte de “Noticias” sirvió para intentar justificar una pelea entres medios surgida a causa de la “injusta partición de publicidad por parte del Estado, pero también para afirmar o dar la impresión de que la revista Noticias y sus editores son serios e informan con la verdad a sus lectores.

Todas esas premisas y promesas se revelan en los contenidos de la misma revista, muchas de cuyas notas son pura Babel intelectual inconsistente, simples y aparentes artificios verbales para justificarse a los ojos de los «no conocientes» lectores, que ellos se encargarán de hacerlos concientes a su manera gracias a al estilo periodístico de su «esclarecedoras» revistas.

Leyendo las notas políticas editadas en sus páginas, inevitablemente y siempre se carga de negatividad la gestión del presidente Kirchner. Alguna vez se ha llegado a ridiculizarlo (Nº 1510 pags. 28/29) exactamente como el triste y famoso animador de TV Tinelli ridiculizó la figura presidencial de De La Rua a lo largo del bienio 2000/2001. Me aventuraría a conjeturar que en el caso de Tinelli / De La Rua debe de haber habido una «voluntad» de ciertos grupos económicos interesados en incentivar programas de esta naturaleza para frenar los impulsos «social/populares» delarruistas prometidos durante su campaña electoral, y asimismo para continuar la política económica que derrumbaba a la Argentina, para que no se le ocurriera levantar cabeza y dar mal ejemplo a los países hermanos.

Y también para dar un fuerte recado a todas las otras naciones del sur diciendo: ¡Miren como somos poderosos! Miren lo que hemos hechos de un país floreciente! ¡Cuídense!

Requiem stat in pax. Amen!
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Todo eso puede hacer la prensa cómplice distorsionando a la opinión pública. El seminario-encuentro brindó la posibilidad de reflexionar sobre este asunto desde el ángulo profesional; pero esa reflexión se pondera como un trabajo titánico porque debe además ser emprendida por un lector de medios más preparado, agudo y sagaz para mejor comprender lo que éstos informan y, consecuentemente, ser más conciente de lo que sucede en su entorno. ¿Estamos maduros para eso?

Vivimos un mundo de pecado abierto y procaz, donde las distintas confesiones religiosas –sus lecciones éticas– influyen cada vez menos y la única moral que cuenta es el imperativo del dinero, especular sobre la posibilidad de obtenerlo, más allá de los medios para lograrlo, resulta moralmente legítimo. Esta triste realidad se manifiesta desde hace decenios porque las personas suelen ser engañadas por la prensa de una u otra forma. Es legítimo preguntarse si los grupos económicos dominantes comandan operativos de prensa, como aquellos que aparecen desde las páginas de Noticias con la mira en Kirchner.

Las que podrían parecer conductas y actitudes normales dentro del libre juego democrático interno de cada país, si se las mira desde el plano de las relaciones vecinales –o internacionales– adquieren un matiz siniestro. No importa si un propietario de medios nos convence, con hambreadas palabras y dulces sonrisas, que su querida revista, diario,
estación de radio, etc…, es independiente y paga el precio de la falta de publicidad oficial en sus páginas. Todos decimos verdades que a veces son mentiras. Y ésta es una realidad de ficción que se transforma en realidad de verdad por convencimiento forzado, donde todas las informaciones pueden asumir papel de «verdades absolutas».

El manejo de la prensa a su antojo por parte de corporaciones o grandes empresarios, si es dañino en los planos internos, puede resultar catastrófico en los niveles internacionales. Aquí la confusión reina y es difícil manejarse con valores reales. La afirmación no es gratuita, porque la prensa está lejos de ser un coto cerrado. Volvamos a Editorial Perfil, que denunció hace pocos días una actitud discriminatoria y de atentado a la libertad de prensa del gobierno argentino porque no la considera en sus pautas publicitarias.

Es cierto que los gobiernos deben ser equilibrados, ponderar sus inversiones de comunicación con el objeto de favorecer la mayor libertad de información y opinión –que no es lo mismo que libertad de prensa, entendida ésta como actividad de estructura empresarial–. Pero a su vez los medios que se declaran independientes no pueden poner a su independencia el precio del chantaje.

De otra manera todo se reduce a una ecuación simple: Dadme avisos de publicidad o yo hablaré mal de ti con mentiras gratuitas e insidia organizadas. El periodismo en sí mismo es algo más que una vocación cuya finalidad es transmitir o intentar transmitir la verdad del periodista hacia sus lectores. Si embargo se aleja hoy de aquella conducta genuina para hacer espacio a un entramado de relaciones políticas, económicas y sociales que redefine «verdad» como aquello «útil» a los intereses de la empresa o corporación editora. Ni siquiera recibe para su línea editorial instrucciones «superiores», las genera, obligando a sus periodistas a cumplirlas.

En el ámbito de las relaciones vecinales el riesgo que supone esta realidad es serio y en ocasiones dramático.

Serio, porque no atiende o simplemente distorsiona a los intereses y expectativas de sus lectores; dramático, porque al centrar la preocupación primordial en el ingreso extra periodístico de los anuncios, definirá su línea editorial y contenido informativo por las apetencias de los avisadores. Así de simple. Se observa, por ejemplo, en este sentido la complacencia oportuna de algunos medios –digamos en la Argentina y Bolivia– frente a REPSOL-YPF, trasnacional energética. ¿Qué no puede ocurrir con las informaciones u opinión «periodística» en casos como el de Venezuela? ¿Qué ocurrió en Chile hacia 1973 y en la Argentina en 1976? ¡Real malicia en estado puro!. Ha sido y continuará en moto perpetuo.

Me decía Raúl Söhr, prestigioso periodista chileno, que el diario Financial Times es serio y no comprometería jamás su prestigio con una noticia inverosímil. Es cierto. No obstante, hay que reconocer que entra en juego un mecanismo perverso.

Si un periodista de ese rotativo escribe, como escribió, que el gobierno argentino hizo mal al pagar la deuda externa toda junta, porque –señaló– pagada en cuotas hubiese ahorrado plata al país, evidentemente estaba mal informado o no profundizó con la debida diligencia las informaciones sobre deuda externa de los países latinoamericanos. Pero la empresa del Financial… sí sabe que las cuentas de la deuda se habían vuelto un mecanismo impagable. Como el de ciertas tarjetas de crédito cuando financian una deuda en «cómodas cuotas». Ofrecen pagar un mínimo del 10% del importe y el pobre cliente lo hace con gusto, pero al mes siguiente en el extracto se da cuenta que el importe creció porque los intereses son del 12 %.

Esto es lo que ha sucedido por años con la deuda externa argentina y ha sido la piedra en el cuello de la economía del país. ¿El periodista económico de Financial Times ignoraba esta simple realidad? ¿Ignoraba que la cantidad de dinero abonada en años pasados equivalía casi a más de la mitad del importe de la deuda y que, sin embargo, su monto crecía y crecía? Financial Times y los otros medios de prensa del sistema actúan como guardianes de los capitales. Y el puesto en el cual están instalados no puede ser ocupado por nadie, si alguien lo ocupa pierden una parte del mercado.

El diario El Mercurio de Chile muy a menudo critica con mucha parcialidad la política argentina del momento. Sus críticas son vehementes, injustificadas y tendenciosas. ¿Que pueden hacer los periodistas chilenos si no convencerse que aquella directiva de los dueños del diario son la verdad para preservar sus empleos? Sólo meter un «golazo» de vez en cuanto, como recordó Carmona. Pero para eso tienen que tener sed de gol y muchos ni sospechan las normas del juego…

La prensa puede -y debe- jugar un rol trascendente en el proceso de buena vecindad y, más allá, en el de la integración latinoamericana, pero para ello, probablemente, habrá que volver a definir al periodismo, según se desprendió del enriquecedor encuentro en Valdivia.

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* Periodista. Dirige en la Argentina la revista digital Los Buenos Vecinos.
losbuenosvecinos.com.ar

Sobre el seminario Periodismo y relaciones vecinales, puede leerse más en Piel de Leopardo aquí.

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