Detrás de los buques militares enviados al mar Caribe por la administración de Donald Trump se encuentran las manifiestas intenciones del mandatario estadounidense de hacer prevalecer el combustible fósil como fuente energética dominante en el mundo; una tesis cuyas consecuencias climáticas deberían ser motivo de preocupación para todos los ciudadanos del planeta, en especial para los acalorados habitantes de la vieja Europa.
Digámoslo de la siguiente manera: la amenaza militar contra Venezuela eleva el peligro del cambio climático del mundo. A estas alturas es de Perogrullo afirmar que el interés de Trump por el petróleo venezolano es una verdad consabida de vieja data, al grado de haber expresado, sin tapujos, ante los medios de comunicación, que durante su primer mandato estuvo a punto de colapsar al país y apropiarse de esas pegostosas reservas petroleras venezolanas.
Venezuela ocupa el primer sitial del mundo en reservas probadas de petróleo. Superan los 303.000 millones de barriles, pero si a ellas se añaden las calificadas como probables y las posibles, tal como hacen algunas otras naciones petroleras, superarían los 359.000 millones de barriles, un volumen que la ubicaría por encima del reservorio de todos los países no miembros de la Opep.
La animadversión, casi odio, de Trump contra toda tesis asociada a controlar y reducir el consumo de energías provenientes de los hidrocarburos ha sido motivo de análisis por infinidad de organismos ambientales y medios de comunicación, más cuando las premoniciones y advertencias sobre sus incidencias sobre el aumento de la temperatura del planeta ya son hechos trágicamente constatables.
En un reciente reportaje de Lisa Friedman, publicado por el New York Times, titulado “Trump impulsa combustibles fósiles, y presiona a otros países para que hagan lo mismo”, el sumario apunta que Trump está aplicando aranceles, gravámenes y otros mecanismos para inducir a otros países a quemar más combustibles fósiles.
De inmediato, la periodista enumera y describe un corolario de las acciones, medidas y estrategias adoptadas por el mandatario para buscar que los 98 países petroleros del mundo produzcan más y más, y con ello se queme más y más combustible de origen fósil, mientras va detallando las serias y dañinas incidencias ambientales de la emisión de mayores volúmenes de gases con efectos invernaderos.
Friedman reseña que hace dos semanas, el gobierno de Trump prometió castigar con aranceles a los países que votaran a favor de un acuerdo mundial para reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector naviero. Poco después se unió a Arabia Saudita para oponerse a los límites a la producción de plásticos derivados del petróleo.
Paralelamente, negocio al fin, la periodista narra que el gobierno de Trump llegó a un acuerdo comercial con la Unión Europea, en el cual se compromete a reducir algunos aranceles si el bloque compra 750.000 millones de dólares en petróleo y gas estadounidense.
“Ese acuerdo ha suscitado preocupación en algunos países europeos porque entraría en conflicto con los planes para reducir el uso de combustibles fósiles en todo el mundo, cuya quema es el principal motor del cambio climático”.
“Es evidente que están utilizando diversas herramientas para intentar aumentar el uso de combustibles fósiles en todo el mundo, en lugar de reducirlo”, dijo Jennifer Morgan, exenviada especial de Alemania para la acción climática al NYT.
El medio cita a Taylor Rogers, vocera de la Casa Blanca, quien afirmó que el objetivo de Trump “es restaurar el dominio energético de EEUU, garantizar la independencia energética para proteger nuestra seguridad nacional y reducir los costos para las familias y empresas estadounidenses”. “El gobierno de Trump no pondrá en peligro la seguridad económica y nacional de nuestro país para perseguir vagos objetivos climáticos”, añadió.
NYT señala que los expertos en energía y funcionarios europeos calificaron de preocupante el nivel de presión que Trump está ejerciendo sobre otros países. El año pasado, el más caluroso jamás registrado, fue el primero en que la temperatura media mundial superó en 1,5 grados Celsius (2,7 grados Farenheit) los niveles preindustriales. Se proyecta que este podría ser el segundo o el tercero más caluroso jamás registrado.
En este contexto, se inscribe el envío de buques militares al Caribe. Venezuela estaría en la lista de países con altísima capacidad para elevar la producción de energía de origen fósil, acatando el lema de Trump: “Perfora, baby, perfora”. Tal hipótesis podría ser también una de las variables que explican haber renovado el permiso a Chevron para operar en Venezuela.
*Analista petrolero de Últimas Noticias, Venezuela
Los comentarios están cerrados, pero trackbacks Y pingbacks están abiertos.