“Cada escritor grita y pretende retumbar en alguna parte del lector”

Mario Casasús.*

“Me seduce pensar que puedo jugar a ser lo que yo desee. La estructura —de algunos capítulos— de mi libro pertenece al tipo de cuentos llamados efectistas. El mismo tratamiento que le doy a uno de los cuentos de la antología del fútbol. Al momento de escribir estos breves relatos o minificciones, la primera sorprendida soy yo, al ver cómo el texto me lleva hacia un final que me sorprende y divierte. Me gusta la voz en primera persona, impacta más al lector y confronta al escritor”. Habla (la hermosa) Ximena Ruiz Rabasa.

Autora de la antología: El grito de un hombre (Editorial Terracota, 2008) y coautora de: Cuentos de fútbol (Terracota, 2009) e Infidelidades.con (Terracota, 2008). Egresada de los talleres de cuento en la Casa del Libro, y de los talleres de creación literaria en la Casa del Lago Juan José Arreola, Ximena Ruiz (1970) prepara su primera novela, después del magnífico debut como escritora de ficción breve.

Heredera del talento de Victoriano Salado Álvarez —autor de la extensa novela histórica: Episodios nacionales mexicanos (VIII volúmenes publicados originalmente en 1902 y reeditados por el Fondo de Cultura Económica en 1984)— Ximena Ruiz hizo una importante donación a la UNAM:

“El archivo de mi bisabuelo llegó a casa cuando mi abuela murió. Yo tenía alrededor de diez años, sabía que allí se guardaban papeles viejos, de forma increíble jugaba con ellos. Sacaba varios y leía lo que decían. Me enamoré de cada letra. Sin embargo nunca revisé a profundidad su contenido. Ahora que el archivo se encuentra en un lugar público, la Biblioteca de la UNAM, acudo con frecuencia a consultarlo”.

Entre las cartas del archivo, Ximena conserva copias de la correspondencia enviada por Joaquín Casasús a Victoriano Salado. Nuestros bisabuelos fueron grandes amigos, incluso durante el exilio del porfiriato.
 
—Ximena, publicaste un cuento de corte histórico: ¡Ponme la bala entre las cejas!, ¿es un homenaje a la mitología literaria de tu bisabuelo, el escritor Victoriano Salado Álvarez?, ¿por influencia de él te hiciste escritora?

¡Ponme la bala entre las cejas! es la visión a través de dos personajes de un mundo en el que existe: por un lado, la conciencia social de la clase privilegiada durante el porfiriato. Sabedora de la injusticia, desea participar en un cambio, sin embargo, no puede negar sus raíces. Al mismo tiempo, la clase sometida que busca no sólo justicia, sino ser reconocida a través de ideales.

"Quise darle voz a una mujer, demostrar que actúa de forma valiente a pesar de no haber sido privilegiada, ni siquiera en su aspecto físico. Demuestra que el pueblo sin importar el sexo o las consecuencias, saca la garra.

"Esa etapa de cambios en México fue la que le tocó vivir a mi bisabuelo, esa lucha entre la clase que no estaba ajena a la injusticia. Al mismo tiempo formaba parte de un aparato de gobierno que resultaba insostenible, viejo, intolerante, ciego. Tarde o temprano, estoy segura, pensó que la gente saldría a luchar para recibir una nueva y mejor vida.

"El saberme poseedora de raíces profundas, descendiente de un hombre ilustrado, diplomático, lingüista, historiador, humanista, ha sido para mí motivo de orgullo. Estoy segura que esa vena de adorar las letras, los libros y la forma de expresar, a través de la narrativa, los acontecimientos pasados o actuales de tal forma que nos lleve a la reflexión me viene de Victoriano Salado. Escribir, para mí es la mejor herencia, un privilegio, compromiso que traduzco en homenaje a su memoria".

—A propósito del Centenario de la Revolución Mexicana, ¿escribirás otro relato ambientado en el porfiriato?, ¿revisaste a profundidad el archivo de tu bisabuelo antes de donarlo a la Biblioteca Nacional de México?

—Seguramente el porfiriato será un tema recurrente en mis relatos. El siglo XIX y principios del XX me ha marcado y muchas de las imágenes que concibo tienen que ver con ésta etapa, México es altamente seductor a los ojos de la fantasía en esa época. Se vivió y vio de todo.

"El archivo de mi bisabuelo llegó a casa cuando mi abuela, su hija, murió. Yo tenía alrededor de diez años, sabía que allí se guardaban papeles viejos, de forma increíble jugaba con ellos. Sacaba varios y leía lo que decían. Me enamoré de cada letra. Sin embargo nunca revisé a profundidad su contenido.

"Ahora que se encuentra en un lugar público, la Biblioteca de la UNAM, acudo con frecuencia a consultarlo. Por fortuna está clasificado, ordenado y al alcance no sólo mío sino de todo aquel que lo quiera consultar".
 
—Me gusta cuando te apropias de la voz narrativa, en Cediendo la estafeta terminas siendo el candidato del PRI asesinado en 1994 y en la antología de cuentos de fútbol apareces en escena como el balón después del disparo de gol; ¿eres conciente de la muerte súbita que le das a tus personajes?, ¿prefieres contar las historias en primera persona?

—Como una parte de mi proceso creativo me seduce pensar que puedo jugar a ser lo que yo desee. La estructura de Cediendo la estafeta pertenece al tipo de cuentos llamados efectistas. El mismo tratamiento que le doy a uno de los cuentos de la antología del fútbol, Vaya tarde, y algunos otros.

"Al momento de escribir estos breves relatos o minificciones, la primera sorprendida soy yo al ver cómo el texto me lleva hacia un final que me sorprende y divierte.

"La muerte es un tema recurrente en mi libro. Al momento de integrar el material a publicar me di cuenta de esto. La etapa que vivía al escribirlos influyó mucho, la muerte de mis padres con un año de diferencia, tiempo en el que escribí la mayoría de los relatos que integran El grito de un hombre fue lo que le dio ese estilo.

"Me gusta la voz en primera persona, impacta más al lector y confronta al escritor. No siempre lo hago, actualmente estoy tratando de dejar de hacerlo. Los narradores en primera persona no son siempre la mejor opción para ciertos textos".

—¿Por qué antropomorfizar las cosas de la ficción? por ejemplo en ¡Flash!: caída de lo más alto y Aquellos recuerdos olvidados. Ellos me dijeron.
 
—Cuando era niña, pasé largas horas de mi vida sola. Mis amigos como dice la canción de Gabilondo Soler, Cri-cri, eran “la escoba y el sacudidor”, eso hizo que imaginara que no sólo fueran ellos los que convivían conmigo, también los muebles, e imaginé ¿qué tanto podrían compartirnos si ellos hablaran?; es el caso de Aquellos recuerdos olvidados. Probablemente como una deformación o costumbre me parece divertido materializarme, al mismo tiempo, juego un poco con en el lector.
 
—Son entrañables tus personajes femeninos de los cuentos Satisfecha, Extremos del temporal y La boda, ¿buscas romper estereotipos con tu narrativa?, ¿la perspectiva feminista te facilita la escritura?

—Me encanta romper estereotipos. En la narrativa pretendo lograrlo con mi forma de ver y percibir la vida. Por eso encuentro en los personajes femeninos un punto en común. Ya sea en el campo artístico como en el caso de Satisfecha, en la manera de actuar en la vida y descubrir las maravillas que nos rodean como en Extremos del temporal y en La boda, que la búsqueda es abrir los ojos de la cómoda incomodidad de no ser útil a los demás.

"Todas desean dejar una huella, un recuerdo. La mirada femenina influye quizá en el tipo de sentimiento que interviene al desarrollar la historia, más sensible, en ocasiones menos racional".
 
—¿La actual entrevista tendría sentido sin una confirmación?, ¿es válido investigar las fuentes de inspiración y metodología de una escritora contemporánea?

—“Ayer me volviste a preguntar: ¿En quién te inspiras cuando escribes?…” Así inicia Confirmación. Una mujer desesperada porque su pareja la cuestiona continuamente ¿Qué la inspira? Considero que las fuentes de inspiración de un escritor son algo que cae en el terreno de lo incierto, incluso, muchas ocasiones esa incertidumbre invade al escritor mismo.

"Comienza uno algo, le va dando forma, sentido, cadencia, ritmo, al final, acabó totalmente diferente a lo proyectado. Quizá otras ocasiones, la idea es tan clara que no nos permite ni siquiera concebir otra cosa, tenemos que escribir hasta agotarnos, sin comer, ni dormir, nos exige tanto que no podemos abandonarla, quedamos agotados, pero, satisfechos.

"Son tantos los métodos y tan particulares. Algunos autores no pueden escribir si no tiene un vaso de agua sobre la mesa, otros una rosa amarilla, quizá les falte a muchos un lápiz o un papel, galletas, un daiquiri, hacer una escaleta, algunos odian las escaletas.

"Todos necesitamos un diccionario, uno bueno, estoy segura. En fin, cada uno sabe qué método utiliza. Horacio Quiroga, por ejemplo, nos guía a través del Decálogo del perfecto cuentista, ayuda a entender la evolución del cuento. Julio Cortázar, nos menciona que: “… la novela gana por puntos, el cuento por knock out”, una forma interesante de sintetizar la importancia de quitar el ripio en el cuento, menos es más en éste género.

Juan Bosch nos ilustra en sus Apuntes sobre el arte de escribir cuentos. Sin olvidar a Borges, Italo Calvino, Anton Chéjov, Hemingway, Guy de Maupassant y Poe, por mencionar a algunos, quienes nos han compartido su gran experiencia y capacidad al momento de la creación. Muchos han tratado de dar pistas, sin embargo, las horas frente a ti mismo, la soledad, la reflexión, la disciplina, es un método en el que todos coinciden. La literatura debe explicarse por sí sola, lograr eso, es el paso más difícil y el más cercano al arte.  

—¿Por qué titulaste tu antología con el nombre del cuento El grito de un hombre?, ¿cómo logras hacer ese juego de espejo entre locura y reflexión?

—Me parece que El grito de un hombre es un cuento fuerte, que confronta la vida de un hombre. Creo que es un cuento que abre los ojos por lo paradójico de la conducta en la que incurren los especialistas de la salud. Cuando vives en un hospital alguna experiencia traumática, el simple hecho de estar allí, aunque no seas paciente, te aseguro, te das cuenta de lo cerca que estás de esos terrenos, la locura y la reflexión. Este fue mi caso.

"Una visita al hospital como familiar de paciente me hizo observar, conocer lo que pasa dentro de un hospital y me sentí vulnerable. Sentí que era el más fuerte por su contenido de denuncia y reflexión.

"Lo que me llevó a titular así el libro fue que la mayoría de los textos, además de éste, son una voz que desea ser escuchada, ese es el punto de inflexión entre ellos. En unos es el amor traducido en todas sus vertientes quien clama, en otros la muerte, la soledad o la carencia. Cada uno grita y pretende retumbar en alguna parte de cada persona que los lee".
 
—¿Los temas sociales son ineludibles en la ficción?, ¿en un país como México, cuántas historias o ritos de familia no son denunciados, ni siquiera en una antología?

—Muchos temas sociales han sido tratados por la ficción, denuncian abusos, malos tratos, corrupción. De forma increíble, la realidad supera la ficción y en ocasiones la fantasía se queda corta ante una brutal realidad. El hombre es capaz de soñar, cuando sueña con cosas bellas crea obras de arte, música, poesía, literatura. Sin embargo hay mentes que pueden llegar a ser sanguinarias al soñar y al hacer realidad sus sueños se convierten en monstruos sociales. Considero un deber para aquellos que escribimos el denunciar en forma de ficción o real temas sociales que nos lleven a la reflexión.

"Rito de Familia, es justo una denuncia en forma de ficción, la cual, desearía no fuera cierta. Sin embargo existen muchos ritos de familia, prácticas bajo esquemas poco creíbles que sería un material excelente para una investigación sobre la forma en la que el hombre es capaz de hacer las cosas más insospechadas por sobrevivir. En México no conozco material de denuncia de este tipo, salvo ciertas películas, me viene a la mente Buñuel, por ejemplo, en Los olvidados, hace una excelente denuncia social, sin embargo, nos hace mucha falta trabajar más en el tema, hay mucho por hacer y aportar en este campo".
 
—¿Por qué la dicotomía del amor y el deseo? en El Pollo del mercado, Hambre y Todo salió como lo planeamos leemos un desbocado apetito sensual; y en los cuentos Las matemáticas, A ti y Aquellos recuerdos olvidados, derrochan un amor platónico, ¿o hice una lectura equivocada?, ¿amor y deseo están en la misma hoja de cada cuento?

—Amor y deseo, son las ruecas de la vida, ¿no? Le llamo ruecas de la vida, porque entre éstas dos palabras se entretejen como en las ruecas, otras muchas, pasión, celos, olvido, recuerdo, en fin, le podemos seguir y todas formarían una gran trama. Tu lectura me ayuda a clasificarlos, a releerlos y a darme cuenta que no estás del todo equivocado, sin embargo, completo tu percepción. El pollo del mercado, tiene además picardía y doble sentido. Hambre, deseo. Todo salió como lo planearon, traición. Las matemáticas, decepción. A ti, complicidad. Aquellos recuerdos olvidados, añoranza y soledad.
 
Finalmente, ¿qué posibilidades se abren con La escritura invisible?, ¿conociste al editor Alberto Vital durante la investigación de la biografía Victoriano Salado Un porfirista de siempre?

La escritura invisible es para mí una magnífica oportunidad. No sólo para que mi voz se escuche, sino la de muchos más. Me encuentro rodeada de personas profesionales, que saben su trabajo. Ha sido una experiencia maravillosa el saber que existe. Espero seguir con ellos en más proyectos y dártelos a conocer.

"Efectivamente, Alberto Vital comenzó a ir a casa de mis padres hace tiempo, a consultar los archivos de Victoriano Salado para escribir su biografía, allí lo conocí. El tiempo me llevó por diferentes caminos. Ingresé a la UNAM a tomar algunos cursos y lo encontré como mi profesor. He admirado siempre su capacidad, entrega, seriedad y profesionalismo. Un día me invitó a participar en el proyecto de La escritura Invisible, acepté y henos aquí en la aventura de estar comentando —tú y yo— lo primero que publico".

* Periodista.

Publicado orignalmente en www.elclarin.cl —se reproduce aquí por gentileza del autor
.
 

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