Camila Vallejos y la farándula ridícula cuando se encuentra con la Política

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Una edición reciente del vespertino La Segunda de Santiago de Chile, diario de la cadena cuya nave insignia es El Mercurio, planteaba la preocupación de connotados personajes y personajillos afines al gobierno de Chile por la (¿mala?) conducta del aparato de noticias de Televisiòn Nacional. La feroz diatriba de Pamela Jiles. El asunto es grave.⎮NICOLÁS GOMARRO.*

Canal 7 de tv es propiedad del Estado, cuenta con la mayor cobertura de canales de aire del país y con una estación dedicada exclusivamente a presentar informaciones y emitir editoriales y columnas y entrevistas sobre los sucesos noticiosos. Televisión Nacional no es la BBC británica.

No obstante su reglamentación procura —no siempre fructuosamente— que la estación separe su trabajo de los deseos gubernamentales o de su acción propagandística; en el directorio que la rige la oposición formal del Ejecutivo cuenta con representación. Es la política de los consensos llevada al plano de las informaciones, se trata de garantizar el pluralismo. O, por lo menos, de "cosmetizar" la basura,

En las casas de buena conciencia su ele ocurrir que la basura se barre levantando la alfombra para hacerla invisible a nte los ojos de los eventuales invitados. Y allí, en el debajo oscuro del piso, medran con el tiempo arañas y  cucarachas. Solo que televisión no es la sala de la casa, no se puede barrer debajo de la alfombra. Se barre (es un decir) delante de los lentes de las cámaras.

La derecha a cargo de las riendas del país —debe arrepentirse de haber ganado el Poder Ejecutivo que tan bien ejercía la Concertación para su beneficio), la derecha, decimos, a cargo del gobierno de cualquier país siente horror de la información; no le gusta la prensa a menos que sean los suyos los únicos que amasen, mezclen, horneen, decoren, sirvan y  juzguen la torta. Ya lo saben los que trabajaron en La Nación. La Nación fue el eternamente deficitario y no leído diario del Estado que debía responder editorialmente a las toses de La Moneda. Hoy, muerto en formato gráfico, es una suerte de pasquín que ocupa apenas parte de la banda que en la columna vertebral internet corresponde al gobierno chileno.

Hablábamos de canal 7, televisión del Estado. Que funciona bien desde los gobiernos de la Concertación: contribuye a la imbecilización constante de la ciudadanía, "reality shows" incluidos. El proceso de imbecilización es muy notorio en los programas matutinos. Lo que a nadie perturba —en ningún horario— porque factura bien el avisaje.

A lo que vamos.
Frente al despertar (sí, confuso a ratos, contradictorio —como debe de ser—, inorgánico, tempestuoso, se diría incontenible) del Chile dormido que de repente parece oír el despertador de los estudiantes, y sobre todo respecto de la asonada moral de los jóvenes secundarios y universitarios, la televisora nacional quiso mantener algunos principios básicos del periodismo universal: ser espejo de lo que sucede, respetar opiniones —y buscarlas sin prejuicios— respetar esas opiniones y no coartar mañosamente, pero con algún equilibrio, la tarea de sus reporteros.

Contra eso reclamaron en el diario La Segunda: canal 7 se alejaba de las ganas del gobierno, osaba querer volar con las propias (muy prudentes, por otra parte).

Y entonces la política llegó a la farándula. Al habitual funambulesco desfile de tarados y extraterrestres señoritas siliconadas quisieron liquidar a una dirigente estudiantil que tiene enamorados a los chilenos: la joven comunista Camila Vallejos, estudiante de geografía y presidenta de los universitarios de la Universidad de Chile. Para hacerlo hicieron lo que no debe hacerse sobre un piano. Intentaron compararla con una idiota.

La víctima, porque resultó la idiota una víctima, es una niña, bue, digamos una niña —"Kel" Calderón (arriba der.)— de profesión indescriptible, guapa, claro, con o sin bisturí de por medio, e hija de una de las mayores entretenedoras de la dictadura: Raquel Argandoña, que a los 50 y tantos no se cansa de querer llenar los vacíos de aquellos que la dejaron. La hija sigue los pasos de su madre.

La joven "Kel" debe haber cobrado su "cachet", pero ¿alguna vez podrá pagar la vergüenza a la que fue expuesta por los genios de la televisora nacional? Con generosidad Camila Vallejo dijo solo que la pobre "Kel" no tiene argumentos. "Kel" muestra, a medias, parte de sus atributos profesionales —como se aprecia en la imagen.

Quien no dejó pasar la estupidez fue una de las pocas periodistas que lucen inteligencia en la tele: Pamela Jiles (abajo izq.), ex precandidata a la Presidencia de Chile. Jiles fue certera en otro programa farandulesco (¿por qué no tiene uno propio de opinión, por qué Chile silencia sus valores? Lápida es la piedra que protegía los sepulcros. Jiles fue lapìdaria. Una pena para la niña "Kel". que quiso jugar a bachiller sin salir del preescolar.

La idiotez no devela valor. El uso de la idiotez suele significar corrupciòn. La Segunda debe estar contenta: la leyeron. Pero como sus lectoires no saben leer todo salió al revés.

Los dichos de Jiles se pueden ver y oír aquí, sobre la, no queda otra que llamarla pobre, señorita, es un decir, Calderón (palabra derivada de caldera, que es una suerte de cacerola, pero tambén se relaciona con dinero).

Y otra magistral intervención de Pamela Jiles debe verse aquí; Jiles vestida de estudiante es imperdible.

* De la redacción de Surysur

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