Camilo Taufic / Un extraterrestre en La Moneda y otras crónicas asombrosas

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A Camilo Taufic, como a cualquier oriundo de la Patagonia, no se le puede creer mucho: Magallanes, en este caso, es nido y nudo de "incredibilidades" –que luego a menudo ocurre se comprueban verdaderas–. Pero Un extraterrestre en La Moneda parece demasiado; hasta que uno, el lector, se desliza por estas crónicas.
Digamos que cincuenta años (o años sin cuenta) templaron entre exilios y abandonos al autor de un libro que está condenado a ser leído. De él hablaremos. Y de otras cosas.

Parece un lugar común cuando se trata de textos que no terminan de ser ficción, pero tampoco se recuestan sobre el ejercicio de la crónica-espejo, lo que señala la contratapa del volumen: la mayor parte "de las veces la realidad supera a la ficción, aunque es necesario saber cómo contarla".

Es necesario, entonces, saber quién cuenta qué. Y cómo. ¿Comenzamos en 1959? –un año como cualquier otro de la prehistoria–. Tal vez en el invierno de ese año fue que conocimos a Camilo Taufic.

Con la arrogancia de la adolescencia habíamos publicado con Patricio Guzmán, que luego se haría cineasta, un pequeño volumen de narrativa (que por generosidad parientes, amigos y algunos incautos leyeron). Con él en las manos (confiando más en la tapa diseñada por Julio Jung, por entonces ya ex alumno de Balmes y proyecto de actor, que en los textos) llegamos a la revista Ercilla con nuestra perpetración literaria.

Nos recibió un periodista y un caballero: Julio Lanzarotti, director del medio; con él un tipo delgado que bien pudo haber tenido una nariz más breve: Camilo Taufic. No recuerdo si Ercilla registró el nacimiento de dos jóvenes "intelectuales"; recuerdo en cambio un almuerzo 17 o 18 años después. Que tuvo lugar no en Santiago sino en Caracas, en el departamento de La Florida de Lanzarotti. Recuerdo también que doña Coca Melnik había hecho su famosa isla flotante, un postre como ya no los hay.

Por esa época Taufic era un periodista citado –con respeto– por otros periodistas. Lo que, por fortuna, no parecía influir o darle él importancia alguna. Bebimos, preparado por Taufic, ese delicioso trago del Brasil que consiste en aguardiente de caña con limones pequeños machacados manualmente en un mortero: mínima delicia dulce de un exilio amargo.

No nos volvimos a ver sino hasta mediados de la década de 1991/2000, en el barrio San Telmo de Buenos Aires: lo de siempre, mal de amores, trabajo inestable, canas, mujeres idas, instintos depresivos, esperanza de algo. Yo tenía una siamesa red point, Camilo algunas fotografías y la que era entonces mi futura ex mujer nos regañaba a ambos.

Por esos días Taufic –entre los primeros– teorizaba sobre lo que iba a pasar con el periodismo debido a la inminencia de la masificación de la internet. Escribió un libro sobre ello. El tiempo no es algo que simplemente sucede.

Nos volvimos a ver en Santiago de Chile alrededor de 2004. Ya reposados, tal vez por tontas nostalgias –quizá por eso del supernumerario–, bebimos alguna botella de tinto en un bar de la calle Catedral. Ya conocía de sus crónicas asombrosas, algunas de las cuales integran Un extraterrestre en La Moneda, las que Planeta –la casa editora– describe como "extraordinarias porque presentan a ritmo vertiginoso y con rigor histórico veintiún noticias asombrosas que nunca han sido esclarecidas".

Hoy me encuentro con el libro.

Taufic nació en Punta Arenas en 1938, me dice la solapa, por lo que nos meció –en distintos años– el mismo viento la infancia. Pero el viento no regala lo que es producto de la observación, la meditación, la experiencia periodística, eso que llaman olfato y el talento. Tampoco obsequia una historia profesional –jalonada por títulos publicados en diversos paises y utilizados por millares de estudiantes de la profesión– que no parece la consideren o ponderen en Chile, pero que se aprecia en América Latina.

La primera versión de algunas de las crónicas contenidas en el libro fueron publicadas por diversos medios periodísticos, en papel como digitales. El Periodista, donde suele colaborar Taufic, en Santiago de Chile, es uno; y hace tiempo y en otra geografía, en la revista Piel de Leopardo (www,pieldeleopardo.com), que integramos después a este portal, es otro. Por ejemplo: Chile pierde un obsequio nazi, es una; otra La era del sexo estéril –ambos, como todas las crónicas del volumen, producto de la investigación más rigurosa, que no desdeña, empero, el toque de humor, el paso por la crítica de costumbres –o deja soplar el vendaval de la tragedia social.

(No cometa el error del "clic" sobre los enlaces: el material es adictivo. Se trata de una honesta recomendación. No diga luego que no le advirtieron del "peligro").

Jorje Alejandro Lagos.

Camilo Taufic, Un extraterrestre en La Moneda, Editorial Planeta, Santiago de Chile, abril de 2009.

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