El primer ministro canadiense pidió disculpas oficiales a aquellos nativos de las naciones originarias que padecieron durante generaciones los abusos y la desintegración cultural al haber sido internados a la fuerza en reservaciones –eufemísticamente "pensionados autóctonos"–, verdaderos campos de concentración, que el Estado organizó para ellos.
Algunos países de América de Sur –como Chile– podrían mirarse en ese espejo.
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