CELAC en el nuevo escenario mundial

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La idea original de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), consistió en formar “una integración sin tutelajes desde el Norte.” La nueva alianza nace como una respuesta a la pérdida de legitimidad del multilateralismo regional de la OEA y el reducido liderazgo de la ONU a nivel global para desarrollar un nuevo orden mundial.

La idea central consistió en salir de las imposiciones del llamado “Consenso de Washington”. El tema de la hegemonía de las potencias, especialmente EEUU, por controlar los organismos internacionales era el fantasma que recorrió la anterior cumbre llevada a cabo en Venezuela a fines de 2011. El presidente de Uruguay, José Mujica señaló en ese primer evento que «la palabra autodeterminación desapareció del lenguaje de las cancillerías del mundo rico”.

La cumbre de 2013 reúne a los jefes de estado o sus representantes de 60 países en Santiago de Chile los días 26 al 28 de enero. Esta CELAC 2013 (fundada en 2010), tiene la novedad de la participación de la Unión Europea y congregará, se calcula, a más de 40, de los 60 jefes de Estado de ambas regiones.

Desde la última cumbre en 2011, el clima internacional es sustancialmente más complejo. Esta reunión se llevará a cabo en medio de un panorama mundial beligerante y un alza alarmante en el número de conflictos armados. Varios países de la Comunidad Europea están directamente involucrados en estos conflictos. Uno de ellos es el de Siria y la región del Levante, que representan directamente una amenaza a la paz mundial. Lo que ocurre en Mali y en cierta medida lo de Argelia, es una advertencia cuando hay una disputa férrea por los recursos naturales. En los conflictos de estos tres países, Francia está cumpliendo un rol protagónico y decisivo.

La reunión cubre una agenda deliberadamente aséptica políticamente y está bien encapsulada en problemas bi-regionales enfocados en la arquitectura financiera y algunas iniciativas sobre desarrollo y pobreza. La paz, el orden mundial, los equilibrios de poder no entran directamente en el debate aunque deberían estar en la cabeza de más de algún jefe de estado o asesor. La preocupación por formar una nueva arquitectura financiera desdibuja el concepto de nuevo orden mundial, porque la hegemonía de las potencias y la disparidad de poderío parecen inasibles.

CELAC ha entrado en la hibridación y fragmentación cada vez más ascendente de formar asociaciones de países bajo un tipo de multilateralismo menos estructurado y que aparenta una dinámica más resolutiva para llenar vacíos de los órganos multilaterales más consagrados.

En la última década, el comercio entre CELAC y la UE se expandió a un promedio anual de 13%, representando 276.000 millones de dólares en 2011. La inversión Extranjera Directa (IED) de la UE en la CELAC, en 2011 llegó a 613.000 millones de dólares, la mitad de la IED en la región. CELAC a su vez invierte 117.000 millones de dólares en Europa, que es un 53% de la inversión de CELAC en el mundo. Todo este ejercicio se supone impacta en 600 millones de habitantes de los 33 países de América Latina y el Caribe y en 500 millones de los 27 países europeos.

Hay un exitismo que encandila. El folleto oficial dice “…en ambos continentes se ha avanzado de manera considerable en el desarrollo económico sobre la base de la libertad, múltiples tratados de libre comercio y una expansión comercial sin precedentes en la historia…las instituciones de la libertad dan paso, como corresponde, a una mayor prosperidad de los pueblos.”

La gran dimensión demográfica contiene el gran problema de la gran cantidad de países y la diversidad que representan. Es casi un tercio del mundo y abordar la complejidad de integrar las dos zonas se ve como la extravagancia que apabulló la mínima cuota de realismo. Es otro indicador del estado de situación del sistema de relaciones internacionales

La gobernabilidad de la globalización es cada vez más fragmentada y no se augura un sistema integrado. Por el contrario, la diversidad de órganos internacionales y asociaciones interestatales prolifera y los mecanismos de contención y negociación de los conflictos internacionales operan sobre una difusa plataforma de acuerdos globales. El orden político de la globalización se desreguló, para dar paso el poder del internacionalismo de las transnacionales.

La globalización ha debilitado la institucionalidad estatal y ha fomentado una dinámica de negociación mercantilista reflejada en el sistema de relaciones internacionales. Este enfoque ha hecho cada vez más difícil el compromiso social. La capacidad de las naciones para formular sus políticas de estado se ha limitado por el peso específico del capital transnacional y su orden corporativo. La institucionalidad global para rectificar el fenómeno, que es el multilateralismo, se ha debilitado. Los nuevos foros mundiales que surgen para resolver temas globales, el G20 por ejemplo, no parecen ofrecer una ruta para la democratización de las relaciones interestatales.

La cumbre de CELAC podría sacar la voz e invocar un acuerdo amplio sobre la paz mundial apuntando a la no injerencia en los asuntos internos de un estado, a un orden mundial con equilibrios, a respetar los principios de la Carta de Naciones Unidas y no dejar la solución de los conflictos, al arbitrio de las potencias con aspiraciones de supremacía.

*Publicado en ARGENPRESS.info

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