Centroizquierda: requiescat in pace

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José Luis Fiori.*
 
Fue el cinco de febrero de 1998, cuando el ex primer ministro inglés Tony Blair anunció en Wáshington, junto con el ex presidente Bill Clinton, la decisión de convocar a una reunión internacional para discutir y actualizar la socialdemocracia, creando un movimiento que fue llamado la "tercera vía" o "gobernanza progresiva". En aquél momento, brillaba la estrella del nuevo líder inglés, quien recién había sido nombrado y consiguió reunir, sucesivamente, en Florencia, Wáshington y Londres a Bill Clinton, Lionel Jospin, Gerhard Schröeder, Massimo D’Alema, Fernando H. Cardoso y Ricardo Lagos, entre otros gobernantes e intelectuales ligados de una forma u otra  a la socialdemocracia europea o al partido demócrata estadounidense.

El proyecto común era construir un nuevo programa que adecuase la vieja socialdemocracia a las nuevas ideas y políticas neoliberales, hegemónicas en las últimas décadas del Siglo XX. El resultado fue una jalea ideológica, con propuestas extremadamente vagas e imprecisas, que mal ocultaban su núcleo duro inclinado hacia la apertura, la desregulación y la desestatización de las economías nacionales, y hacia un  "prologement vaguement social de la révolution thatcheriste" [ la continuidad vagamente social de la revolución thatcherista], como caracterizó en la época la revista francesa Nouvelle Observateur.

Quiérase o no, las ideas y los partidos socialistas y socialdemócratas dieron una contribución decisiva a la historia del Siglo XX, en particular con la creación del "Estado de bienestar social", después de la II Guerra Mundial. Pero en la década de los ochentas la socialdemocracia perdió aliento político y terminó perdiendo su propia identidad ideológica asfixiada por la gran "restauración" liberal conservadora de Margareth Thatcher y Ronald Reagan.

Esto ocurrió en la España de Felipe González, en la  Francia de François Mitterand, en la Italia de Bettino Craxi, y también en la Grecia de Andreas Papandreu. En los noventas, entretanto, este movimiento adquirió otra densidad e importancia con la victoria demócrata de Bill Clinton en Estados Unidos y del laborismo de Tony Blair, en Inglaterra.

En América Latina la historia fue un poco diferente, porque las nuevas políticas neoliberales aparecieron —en los años ochentas— asociadas a la renegociación de la deuda externa del continente, como si fuesen apenas un problema de política económica. Y fue sólo en Chile y en Brasil que la propuesta de la "tercera vía" tuvo una repercusión importante durante la década siguiente.

En el caso de Chile, con la formación de la alianza entre socialistas y demócratas cristianos y, en particular, durante el gobierno de Ricardo Lagos (2000-2006), que adhirió personalmente al proyecto liderado por los anglo-sajones. Y, en el caso de Brasil, con la formación del Partido de la Socialdemocracia brasileña (PSDB), con la participación activa del presidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), en la formulación de las ideas y en las reuniones del movimiento, al lado de Blair y Clinton.

La "tercera vía" tuvo una vida muy corta. Tal vez por causa de la superficialidad y artificialidad de sus ideas, tal vez porque sus líderes más importantes terminaron siendo derrotados en las urnas o pasaron a la historia como grandes fracasos o "bluffs" político-ideológicos. Como en el caso del iniciador del movimiento, el ex primer ministro Tony Blair, que fue apartado de la dirección laborista en 2007 y se transformó en el enemigo número uno de la prensa y de la mayoría de la opinión pública inglesa, bajo la acusación de haber mentido para justificar la intervención de su país en la Guerra de Irak, además de encubrir casos de tortura por parte de sus tropas. Tony Blair fue sustituido por Gordon Brown, otro ideólogo de la "tercer vía" que terminó sufriendo una de las derrotas electorales más aplastantes de la historia del laborismo inglés.

Bill Clinton tampoco consiguió tener un sucesor y pasó a la historia como el símbolo del expansionismo imperial norteamericano, de la década de 1991/2000, a despecho de su retórica "globalista" y democrática.

Los demás participantes europeos del movimiento también tuvieron finales poco gloriosos, como fue el caso de Lionel Jospin, MassimoD´Alema y Gerhard Schröder; y hoy nadie más habla o recuerda, en Europa o en los Estados Unidos del proyecto de la "tercera vía". Sin embargo, este factoide anglo-norteamericano tuvo una sobrevida y sólo será enterrado en 2010 en  América Latina. Primero, en Chile, después de la derrota electoral de la Concertación de Ricardo Lagos. Y luego en Brasil, con la probable derrota del partido socialdemócrata de Fernando Henrique Cardoso, en las elecciones presidenciales de este año.

En los dos casos, lo que llama la atención no es la derrota en sí misma, es la anorexia ideológica de los dos últimos herederos de la "tercera vía". No se trata de incompetencia personal, ni de un problema de imagen, se trata del colapso final de un proyecto político-ideológico ecléctico y anodino que terminó de manera indigna: el proyecto del neoliberalismo socialdemócrata. ¡Que descanse en paz!

* Profesor de política económica en la Universidad Federal de Río de Janeiro. Integra el Consejo Editorial de www.sinpermiso.info, donde se publicó originalmente este artículo.

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