Chile: buen pagador, pero no salda su gran deuda

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Moody’s es una de esas empresas que cumple un tan importante como inútil servicio internacional: mide, califica y clasifica la capacidad de los países para pagar sus deudas en la misma moneda en que tomó sus créditos.

Las evaluaciones de Moody tienen el peso de la credibilidad que le asignan los principales jugadores de los mercados financieros -que, se sabe, actúan como una gran familia dedicada a obtener ganancias por cualquier medio. En el caso concreto de Chile, el informe tendrá como consecuencia hacer más fácil obtenerlos.

La capacidad de pago chilena-una forma de medir el comportamiento económico del país-ha variado, en la calificación de la firma estadounidense, de estable a positiva.

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Una copia feliz del edén económico

Moody aplaudió la administración creíble -esto es previsible- de la economía chilena, sus reformas estructurales -léase privatizaciónes- y la austeridad (palabra de moda a fines de la década de 1951/60, cuando gobernaba el conservador Jorge Alessandri) en el manejo de los gastos estatales.

Como no podía ser de otra laya, la consultora aplaudió la solidez de las instituciones financieras del país.Destacó asimismo el elevado endeudamie to del sector privado, cuya deuda está «muy por encima de las observadas en países con calificaciones similares».

La otra carade la moneda

El Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (CENDA) -la palabra alternativo es altamente sospechosa-tiene una visión diferente del panorama chileno. Utilizando cifras del Banco Central llegó a la conclusión de que el Estado prohija una de las economíasmás injustas y desiguales del mundo,con un promedio de 57.6 punto en una escala de 0 a 100.

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Esto significa que las diferencias entre el grupo de mayores ingresos y aquellos de ingresos más bajosno ha disminuido pese a las loas que se cantan por el comportamiento de la economía en general. Cabe recordar que en 1981 -cuando más de alguno de los actuales participantes en el gobierno rasgaban sus vestiduras por la injusticia social- el puntaje era menor: 56.4.

Traducido a un lenguaje llano, sucede que el manejo de la economía, es decir: la política económica del Estado chileno, autoriza e impulsa un reparto injusto del producto social, que favorece a los grandes grupos económicos locales e inversionistas extranjeros a costa de la calidad de la vida de los chilenos, de los servicios de salud, educación, vivienda, transporte; a costa de salarios indignos y la precariedad -o falta- del trabajo.

Chile se ha convertido en un gigantesco coto de caza para el capital, con los precios al consumidor más altos de América Latina -hace tres meses que el dólar estadounidense se cotiza a la baja, cuestión que no reflejan los productos importados puestos a la venta.

Los índices de violencia urbana y delictivos están en ascenso, pero no se vislumbra otra acción estatal que no sea la represión -lo que incluye rebajar la edad en que se estimala responsabilidad penal: pronto las cárceles estarán repletas de adolescentes a los que, por otra parte, se les niega la posibilidad de educarse y de inserción laboral.

El abandono de las responsabilidades sociales de los sucesivos gobiernos -desde el dictatorial instaurado en 1973- parece no conocer límites, y la situación de Chile en cuanto a la inequidad es mucho mayor que la del resto de América del Sur, incluso la de aquellos países que -como Uruguay y la Argentina-no terminan de atravesar la crisis de la última décadadel siglo XX.

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