Chile, carrera presidencial: Pamela Jiles ataca de nuevo

Magalí Silveyra

El tono cansino de discusión ociosa "entre caballeros" que mantienen las precandidaturas a la Presidencia de la República de Chile, como bajo una llovizna otoñal permanente, en ocasiones deja atisbar los colores de arcoiris, un tono vivaz, alguna propuesta que pone mayúscula a la palabra política. Es la única mujer en el gallinero preelectoral, y la que habla más alto.

Negada por tirios y troyanos –o por moros y cristianos o por la veja derecha y la anquilosada izquierda– Pamela Jiles no deja dudas de que su aventura en la alta política chilena va en serio. Aunque parezca a ratos que es la única, entre los precandidatos, que cuando haba de política se refiere a la Política en serio.

Luego del interés que despertó su intervención como entrevistada en un canal de cable –circulan decenas de copias del vídeo a lo largo del país– parece poco razonable que los comandos de las demás precandidaturas en el espectro de la izquierda chilena continúen ignorando que su irrupción constituye un fenómeno político que debe ser tomado en cuenta.

Apoyada básicamente por jóvenes, su candidatura –insiste en que es candidata, no precandidata, porque su postulación es "intransable"– parece avanzar con más entusiasmo y crecimiento del que querrían sus adversarios. O enemigos. No pocos militantes de izquierda –que jamás creyeron en el programa ofrecido por la Concertación de partidos en el gobierno– consideran apoyarla.

De hecho la primera aproximación analítica a la irrupción de Jiles en el ruedo político, que la consideró una suerte de broma "farandulera", cede lugar a la preocupación por el vuelo que tome en las próximas semanas. Hoy corre el riesgo de que intentan a coro,precismente, "farandularizarla".

No obstante –por ahora y con sólido anclaje, mantienen sus partidarios, en diversos sectores sociales populares– su comando de campaña lanzó la iniciativa de inscribir legalmente un movimiento de apoyo a la candidatura de la periodista, pero teniendo presente que se trata de una "pelea a largo plazo y no sólo para las elecciones".

Nacido con la consigna espontánea de "Todos somos Jiles" (juego de palabras local; en Chile se llaman "giles" a aquellos a los que no es difícil engañar), los partidarios de Pamela Jiles estudian otra, de mayor alcance comunicacional. Y concientes de la falta de recursos, han resuelto no inscribir en calidad de candidata independiente a la Presdencia a su abanderada, sino darle personalidad jurídica y política al movimiento.

Para ello deberán contar con el apoyo explícito de como mínimo 15.000 ciudadanos que firmen por su constitución por lo menos en tres Regiones entre las que se divide el país, lo que estiman es menos engorroso que reunir las requeridas para levnatr oficialmente la candidatura –y les asegura permanecer y luchar por ser un referente político de aquellos sectores que en la actualidad no se identifican con las corrientes en pugna.

Debemos llegar –sostienen– a los "desencantados con la ‘clase’ política, incluso desencantados de la izquierda tradicional, y debemos llegar a los indiferentes, hacer cantar a las piedras, multiplicar los peces y los panes, despertar al dormido… organizar al despierto".

Con una canción inspirada en un tema del conjunto Los Prisioneros, un referente popular, rebelde y antidictatorial, que han puesto aquí, llaman a unirse al baile de los que sobran, advirtiendo de paso que "sólo cuando lleguemos con el pueblo a La Moneda, no sobrará nadie en este país".

Al parecer otra vez hay quienes dicen basta y echan a andar.