CHILE ELECCIONES (I): BACHELET Y DESPUÉS

Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

El caso es que tras una campaña que se tornó intensa y llena de suspenso a partir de octubre, de pronto apareció en Chile una leve fomedad (aburrimiento), una suerte de certidumbre que puso todos los ojos, y las ambiciones, en el rollo del día después. Un rollo que no parece ser, a menos que Lavin tenga razón y todas las demás encuestas no, quién se despertará mañana con el cargo número uno, sino cómo se negociará el gabinete, cómo se ajustarán los partidos de Gobierno y de oposición a la nueva realidad, y cual será el curso de las leyes, temas en que ahonda esta edición de LA Nación Dominical.

Esta fue la semana de los cierres de campaña, aquel momento tan simbólico en que se define quién tiene la calle. Porque aunque los tecnócratas de todas las tendencias se han vaciado la cabeza intentando convertir la política en un asunto de asesores y especialistas de alto nivel, desde Ucrania a Bolivia, desde Tashkent a Santiago (o Valparaíso), la calle sigue siendo el ring donde se gana y se pierde en la lucha por el poder.

1. Punto de quiebre

Las proyecciones en el comando de Bachelet antes del debate presidencial del 4 de enero eran optimistas: encuestas propias le daban varios puntos de ventaja sobre Sebastián Piñera. Sólo quedaba que ella hiciera una respetable presentación en el Espacio Riesco y las cosas se irían “como por un tubo”, decían los asesores, aunque no sin inquietud.

En el comando de Piñera, por su parte, habían definido esa noche como la más importante antes del acto cívico de este día y se habían preparado con esmero. No sólo en reforzar el natural manejo de cámaras de Piñera, también en revisar cada uno de los puntos e ideas centrales que tendría que repetir una y otra vez durante las cámaras, aún a costa de parecer obsesivo, como lo pareció. El optimismo también los invadía.

Pero al otro día había un solo diagnóstico. Para Bachelet, el único bache, menor, fue el archirreporteado encontrón del coordinador político, Sergio Bitar, con Piñera. El resto, sólo ganancia.

Mientras tanto, el Gobierno continuó martillando las contradicciones entre Piñera y la UDI. Primero fue el proyecto para eliminar el sistema electoral binominal. Después, otras dos leyes: una tendiente a regular las subcontrataciones y otra que daba reconocimiento constitucional a las etnias originarias. Piñera logró disciplinar a sus huestes en lo de la subcontrataciones, pero falló en los otros dos proyectos y quedó en evidencia ante todos el grado de unidad programática de la derecha.

Como una manera de contrarrestar, Piñera y sus muchachos salieron con todo a denunciar el intervencionismo electoral y supuestas irregularidades administrativas, pero las cartas ya estaban echadas.

2. Las desavenencias entre Piñera y la UDI

La primera semana después de la primera vuelta fue de canasta limpia para el candidato de la derecha. Pero tras la secuela derrotista del debate todas las ilusiones se vinieron al suelo.

De ahí en más la UDI hizo un rápido juego de piernas para zafarse de un compromiso que, a esas alturas, se había transformado en un mal negocio. Para ellos, un Piñera sin chance de llegar a La Moneda no debía recibir ni un voto más de lo que obtuvo Lavín en 2000. Si supera el récord histórico que marcó el gremialista, el ex presidente de RN podría quedar puesto en la línea de partida para disputar el cupo el 2009 como líder natural del sector, algo que en la UDI no están dispuestos a aceptar.

De paso, si hoy se cumplen las expectativas del gremialismo -el viernes Lavín dijo que iban perdiendo por 0,8 puntos-, con la actitud asumida en los últimos días tienen el argumento perfecto para evitar que se les endose la responsabilidad del fracaso y, al mismo tiempo, sirve como tarjeta favorable de presentación ante un improbable triunfo de la oposición.

La escasa fe en el triunfo de Piñera se notó también en la baja intensidad de la campaña. La presencia de Lavín, Novoa, Longueira y Melero en el escenario en que se cerró la campaña el jueves, con diez mil asistentes, no logró disimular la falta de entusiasmo y de banderas gremialistas.

3. ¿Larga vida a la Concertación?

Al otro lado de la vereda política, en la Concertación, las cosas tampoco llegan a término con las máquinas debidamente aceitadas. Pero en este caso ocurrió al revés: la masividad y el entusiasmo demostrado en el acto de clausura de Bachelet por las 150 mil personas contadas por Carabineros –200 mil, según los organizadores– lograron poner en segundo plano los asuntos pendientes.

Uno de los síntomas más inquietantes en el conglomerado se observó en la insistencia del presidente de la DC, Adolfo Zaldívar, en sumarse a las críticas de intervencionismo gubernamental cuando ya se estaba en tierra derecha.

Otros han sido más cautelosos, pero la molestia, inquietud, y en algunos casos, hasta franca molestia la han hecho notar las cuatro directivas partidarias. Es que la abanderada no suelta prenda sobre los nombres que cada uno le ha propuesto para los distintos ministerios y servicios públicos. Bachelet a todos les sonríe por igual -dicen- pero no pronuncia palabra.

Bachelet sabe que apareció en este baile desde las bases: fueron las encuestas las que la impusieron en el PS y desincentivaron a José Miguel Insulza. Alvear, su contraparte para una primaria que nunca fue, también es atípica: fue electa candidata en la junta nacional de su partido en una disputa voto a voto contra el presidente de la tienda.

En el comando de Bachelet parece que están todos los partidos, tendencias, corrientes y “sensibilidades” pero no se sabe quien hegemoniza, y la respuesta bien puede estar en Bachelet, nombre que aparece poco cuando se habla del mando, tal vez por aquel tufillo machista que ella no se cansa de denunciar.

La pregunta que flota en el aire a estas alturas es, si gana Bachelet ¿habrá gobierno de coalición o suprapartidario? ¡Qué incógnita!

4. Los nuevos escenarios partidarios

Los resultados parlamentarios del 11 de diciembre también tuvieron su expresión en la contingencia política. Por ejemplo, los haberes que ingresó a caja con su apabullante triunfo en Santiago Oriente le alcanzó a Soledad Alvear hasta para un fin de semana en Maitencillo, para reflexionar dónde y cómo invertir su capital. Y lo hizo bien.

En sólo 48 horas volvió con un acuerdo bajo la manga: el mecanismo para la conformación del eventual gobierno de Bachelet, en lo que a la DC se refiere. Se haría a través una comisión de “senadores notables”: Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Mariano Ruiz-Esquide, Jorge Pizarro y Rafael Moreno. Tres disidentes y un solo hombre de Adolfo Zaldívar.

Para algunos, es el justo e imprescindible sinceramiento del mapa político falangista, habida cuenta de que la mesa partidaria se renovará recién en marzo o abril. Y aunque ella insiste en que no quiere la presidencia de la DC, un grupo de destacados militantes ya está corriendo una lista de apoyo a su candidatura que harán pública en el Consejo Nacional de este martes 17, cuando se analizará la campaña.

Pero no sólo en la DC se han reacomodado las fuerzas internas. La nueva correlación de fuerzas en el Partido Socialista debería estrenarse en abril. Su actual presidente, Ricardo Núñez, pertenece al sector “renovado”, justamente el que se llevó el pedazo más chico de la torta parlamentaria. El trozo más grande se lo llevó la Nueva Izquierda, sector al que adscribe Bachelet, en tanto que a los “terceristas” lo que les tocó les alcanza para entrar a negociar. Nada de qué preocuparse.

En el PPD el triunfo de los Girardi en Santiago Poniente –el padre que reemplazará en la Cámara al hijo que se instalará en el Senado– y el aumento de 21 a 22 diputados y de dos a tres senadores se vio en parte opacado por la emblemática derrota de Aníbal Pérez en la VI Región a manos del PS Juan Pablo Letelier. Aún así el líder de esta tienda contaría con suficiente ascendencia para negociar la composición del gabinete bacheletista.

El PRSD dio su sorpresa en Antofagasta al elegir senador a su presidente, José Antonio Gómez, aumentando de dos a tres su bancada en la Cámara Alta. Contra los pronósticos, también obtuvo un diputado más de los que ya tenía. Suficiente para levantar la voz: por estos días Gómez advirtió que esta vez no están dispuestos a quedar fuera del comité político de La Moneda. Pero hay un problema, aunque no fatal: los ministros que lo integran son tres –Presidencia, Gobierno e Interior- y los partidos de la coalición son cuatro.

5. La cola del diablo

De pronto acorralado, a Piñera le empezaron a fallar las cosas. Primero, su apelo a los humanistas cristianos abrió la compuerta de los fanáticos religiosos que trajeron al diablo y el infierno a colación, y fueron rápidamente silenciados.

El mismo día del debate, además, se supo de un supuesto pacto entre Piñera y el Movimiento Unitario Nacional (MUNA), dirigido por los senadores designados y militares en retiro Jorge Martínez Busch y Fernando Cordero, para derogar la ley de amnistía. Aparecían así viejos fantasmas que ahora recordaban un proyecto enviado por el propio Piñera en sus tiempos de senador, en 1995, para poner un “punto final” al tema de las violaciones de los derechos humanos.

Así fue como el ambiente pesimista de la Concertación luego del resultado del 11 de diciembre, se comenzó a traspasar ahora al entorno del dueño de Chilevisión, y se hizo inocultable.

El golpe de gracia vino el jueves 12 con la última encuesta MORI y el acto de cierre de campaña. En horas de la mañana, la encuestadora de Marta Lagos le dio un 45% de la intención de voto a Bachelet y un 40% para Piñera. La proyección del resultado indica que la candidata oficialista obtendría 53 contra 47 del empresario. La ventajita de 0,8% salió de la manga de Lavín el viernes en la tarde y no parece tener mayor relevancia.

6. Gabinete ¿frío o caliente?

Embebidos de triunfo el jueves 12, y antes de que los manifestantes comenzaran a abandonar la Alameda, los líderes de la Concertación ya sufrían con lo que venía. Divagaban acerca de las frases históricas que pronunciarían el domingo en la noche, sí, pero lo que más les preocupa es el gabinete.

A las sonrisas enigmáticas, Bachelet agrega su insistencia en la paridad de género, en las caras nuevas y en el cambio de menú para los llamados a darle el toque de continuismo a la nueva cocina política. Cuando la “chimuchina” parecía salirse de madre, el presidente del PS, Ricardo Núñez, calificó como “ordinariez” hablar de gabinete antes de ganar la elección.

Pero los nombres ahí estaban. Que Andrés Zaldívar se ganó un cupo dentro del comité político; que Bitar sería otro pilar; que Ximena Rincón da el ancho para ser secretaria de Estado, más aún cuando usa faldas; que Andrés Velasco no pudo haber pedido su año sabático sólo para cuidar a su hija y trabajar en el comando; que el jefe de Presupuestos de Hacienda, Mario Marcel, sería una señal tan tranquilizadora para el empresariado; que Alejandro Foxley lo haría fantástico en la Cancillería porque Chile ya le queda chico; sin contar a otros como José Antonio Viera-Gallo, Isidro Solís, Ricardo Solari, Ricardo Lagos Weber, Jorge Schaulsohn y Gutenberg Martínez, que merecen aunque sea un premio de consuelo.

Bachelet, en tanto, hasta anoche aseguraba que no había pensado un solo segundo en el gabinete. En los nombres, se entiende. Porque delineó algunos esbozos: que lo dejaría designado antes de irse de vacaciones, que les dejará sus tareas a cada uno o una por escrito y que lo del gobierno paritario va en serio.

BACHELET: DATOS BIOGRÁFICOS

Nació en Santiago, el 29 de septiembre de 1951. Tiene un hijo y dos hijas: Sebastián, de 26 años; Francisca, de 21; y Sofía, de 12. Es médica y tiene estudios de post grado en Ciencias Militares. Además del español e inglés, habla con fluidez el alemán, francés y portugués.

Su madre, Ángela Jeria, es arqueóloga. Su padre, Alberto Bachelet, llegó a General de Brigada en la Fuerza Aérea de Chile**.

Cursó la enseñanza básica en Quintero, Cerro Moreno, Antofagasta y San Bernardo, siguiendo las destinaciones de su padre que la llevaron también a Estados Unidos, donde vivió los años 1962 y 1963. La mayor parte de la enseñanza media la cursó en el Liceo Nº 1 Javiera Carrera, de Santiago, donde participó en el coro, en la selección de voleibol y en un grupo de teatro que integraban también estudiantes del Instituto Nacional y del cual se originó el Grupo Aleph. Fue delegada y presidenta de curso y junto a algunas compañeras formó el grupo musical «Las Clap Clap» con el que fue a varios festivales de colegios.

Además de asumir cargos como dirigente estudiantil, durante el gobierno de la Unidad Popular se incorporó a la Juventud Socialista, liderada entonces por el joven médico, luego diputado y posteriormente detenido desaparecido, Carlos Lorca.

El 11 de septiembre de 1973 se trasladó temprano a la Escuela de Medicina, en Av. Independencia, desde cuyo techo observó el bombardeo a La Moneda que pondría fin al régimen democrático durante más de 16 años.

Considerando su experiencia organizativa en la Fach, en 1972 el Presidente Allende había solicitado a su padre que se hiciera cargo de la Oficina de Distribución de Alimentos, función que ejercía cuando se produjo el golpe. El mismo día fue detenido y recluido en la Academia de Guerra Aérea, bajo la acusación de «traición a la patria». Posteriormente fue trasladado a la Cárcel Pública, donde el 12 de marzo de 1974 y a consecuencia de las torturas padecidas en prisión, tuvo un infarto cardíaco que le provocó la muerte.

A pesar de las dramáticas circunstancia que vivía el país y su familia, prosiguió sus estudios y en actividades vinculadas con la mantención del Partido Socialista y la ayuda a personas perseguidas. Hasta que a mediodía del 10 de enero de 1975 dos agentes de la DINA se presentaron en el departamento donde vivía con su madre y trasladaron a ambas con los ojos vendados a un lugar indeterminado que resultó ser la Villa Grimaldi, el principal centro de torturas de ese organismo.

Allí las separaron y sometieron a nuevos interrogatorios y apremios físicos. A su madre la llevaron a «la torre» y a ella la ubicaron en una pieza con camarotes, junto a otras ocho presas. Días después las trasladaron al centro de detenidos de Cuatro Álamos, donde permanecieron hasta fines de enero.

Una vez en libertad viajaron a Australia –donde vivieron con su único hermano desde 1969–, en carácter de exiliadas. Después se trasladamos a la República Democrática Alemana. Allí Bachelet estudió alemán, en Leipzig, para luego proseguir medicina en la Humboldt Universität, de Berlín.

En Alemania se casó con el arquitecto chileno Jorge Dávalos, padre de sus dos hijos mayores: Sebastián, que nació en 1978 en Leipzig, y Francisca, que nació en Santiago en 1984. Regresó a Chile en 1979, retomando mis estudios de medicina en la U. de Chile. En 1982 se recibió de Médico Cirujano y postuló al sistema público para ir de médico general de zona a algún lugar del país donde hubiera mayor necesidad de atención. La solicitud me fue denegada «por razones políticas».

En cambio, por desempeñó, calificaciones y las publicaciones efectuadas, se ganó la beca Colegio Médico de Chile que le permitió los siguientes cuatro años especializarse en pediatría y salud pública en el Hospital Roberto del Río.

En esa época se integró a diversas actividades políticas por la democracia y se hizo cargo del área médica de la Ong PIDEE (Protección a la infancia dañada por los estados de emergencia), dando apoyo profesional a hijos de detenidos y de víctimas del régimen militar en Santiago y Chillán.

Con la restauración de la democracia, en 1990, se abrieron enormes desafíos para levantar el maltrecho sistema de salud del país. Se incorporó al Servicio de Salud Metropolitano Occidente como epidemióloga y luego a la Comisión Nacional del Sida. Simultáneamente fue consultora de la Organización Panamericana de la Salud, de la Organización Mundial de la Salud y de la Agencia de Cooperación Técnica alemana (GTZ). En este período nace su hija menor, Sofía Henríquez.

Desde 1994 fue asesora del Ministerio de Salud en temas de Atención Primaria y en gestión de Servicios de Salud. Realizó luego un curso sobre estrategia militar en la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (ANEPE), en el que logró el primer lugar de la promoción. Por este resultado se le otorgó la Beca de Honor Presidente de la República para realizar el curso de Defensa Continental en el Colegio Interamericano de Defensa, en Washington DC, durante 1997, junto a 35 militares y algunos civiles de todas las Américas. Esa especialización le permitió incorporarse a su regreso como asesora del Ministro de Defensa.

En el Congreso del PS de 1995 fue elegida para su Comité Central. En las elecciones municipales de 1996 fue candidata a concejal por Las Condes. En 1998 fui reelegida en el Comité Central e integrada a la Comisión Política, responsabilidad que ejerció hasta el 11 de marzo del 2000.

Durante las primarias de 1999, fue encargada electoral de la campaña de Ricardo Lagos en la Región Metropolitana y en su campaña presidencial trabajó como encargada territorial de la zona norponiente de Santiago.

Al asumir el Presidente Lagos el 2000, éste la designó como su ministra de Salud, y le impuso dos desafíos especiales: por un lado, mejorar la atención primaria, con la meta explícita de poner fin a las colas de espera en una plazo de tres meses; y por otro, preparar una gran Reforma de la Salud. Estableció entonces un sistema de otorgamiento de horas por teléfono, con la implementación de líneas 800 en todo el país. Incrementamos las atenciones médicas y dentales, logrando una cobertura garantizada en 24 horas a los menores de un año y mayores de 65 años.

Por primera vez en Chile, los consultorios abrieron sábados y domingos durante los meses de invierno y se extendió el horario de atención hasta las 20 horas. Se aumentaron los SAPU y las salas IRA para la atención de los niños con infecciones respiratorias agudas y se innovó con salas ERA para los adultos.

Con el desarrollo del programa Vida Chile en todas las regiones del país dio además un fuerte impulso a la Promoción de la salud. Y con la creación del Consejo asesor de Investigación en Salud (CONIS) impulsamos proyectos de investigación científica útil a la salud pública.

Sentó las bases de la Reforma de Salud, en un proceso participativo amplio de jornadas ciudadanas y de Mesas de Reforma, con la incorporación de usuarios, empresarios y técnicos, académicos, colegios profesionales y gremios de la salud. Concordado con todos los actores, se presentó el primer proyecto de ley de la Reforma, Derechos y Deberes de las Personas en Salud.

Se creó la Comisión Nacional de Protección de los Derechos de los Pacientes de Salud Mental y se hizo el Reglamento de Esterilización, contra la discriminación que afectaba a las mujeres. El plan Hospital Amable contribuyó también a dignificar la atención, abrió los hospitales para que las madres pudieran cuidar a sus hijos y permitió generalizar la asistencia del padre al parto.

Definió los Objetivos Sanitarios al año 2010, que fueron el soporte técnico sanitario para la Reforma de Salud y se desarrollaron nuevos programas como el tratamiento de la depresión en atención primaria; la incorporación de nuevos medicamentos para el tratamiento de la esquizofrenia; el plan de alimentación para el adulto mayor; la cobertura para los enfermos de fibrosis quística, y el aumento de la cobertura de triterapia para pacientes con Sida.

En los primeros días del año 2002 el Presidente Lagos procedió a una importante modificación de su gabinete y el 7 de enero la nombró como ministra de Defensa Nacional, transformándose en la primera mujer en ese cargo en la historia de Chile y de América Latina, y con escasos precedentes en el resto del mundo.

Durante su titularidad en Defensa se cumplieron tres décadas del golpe de 1973, fecha que dio motivo a notables gestos de reencuentro entre el mundo militar y el mundo civil. Entre tantos, especialmente significativa en lo personal e institucional fue la reivindicación en la nueva base de Quintero, de la figura de su padre como alto oficial de la Fach y de muchos otros, aun vivos, que en 1973 fueron exonerados por razones políticas. En el mismo plano, destaco la visita a Isla Dawson de los ex presos políticos confinados en ese lugar luego del golpe, promovida en conjunto con el Alto Mando de la Armada, la significativa reparación moral del Ejército al General Prats y el valeroso «nunca más» del General Cheyre.

Ejerció ese cargo hasta el 1º de octubre del 2004, cuando el Presidente Lagos estimó conveniente liberarla para que se dedicara de lleno a su candidatura presidencial reclamada, masivamente desde la ciudadanía y respaldada en alentadoras encuestas de opinión.

Esa carrera culminó hoy, al transformarse en la primera mujer en la historia de Chile que llevará la banda presidencial, y en la cuarta mandataria que le da a Chile la Concertación de Partidos por la democracia, que lideró el retorno a la democracia en Chile, después de los 16 años de dictadura que encabezó Augusto Pinochet.

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*www.lanacion.cl
Los datos biográficos de la señora Bachelet se tomaron del mismo periódico, edición del lunes 16 de enero de 2006.
Responsable de la edición del diario, en calidad de subdirector: el periodista Rodrigo de Castro.

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