Chile entre el indio permitido y el indio insurrecto

Wladimir Painemal.*

Patricia Richards vino a Chile para indagar en el carácter de las políticas públicas hacia los pueblos indígenas y, en particular, al pueblo mapuche en el Wallmapu. Entrevistó dirigentes, visitó comunidades, charló con funcionarios del Estado y se reunió con prominentes latifundistas locales. Los resultados de su estudio son lapidarios. Revelan además el marcado racismo de las elites locales.

La conversación tuvo lugar en Temuko días antes del asesinato policial de Jaime Mendoza Collio, en un contexto marcado por la movilización que desarrollan comunidades miembros de la Alianza Territorial Mapuche. A partir de este suceso cobran las palabras de Richards renovada importancia, pues permiten constatar –en este caso científicamente– el racismo encubierto en las políticas públicas y las elites locales, el mismo que subyace tras el crimen del joven comunero de Ercilla.

–Patricia, quisiera nos comentaras tu experiencia de trabajo en el país mapuche.

–En entre los años 1999 y 2000 estuve haciendo un trabajo que trató de la representación de los intereses de las mujeres en el Estado. Entrevisté en esos años a mujeres pobladoras y mujeres mapuche para ver que tan representadas se sentían en las políticas de género del Estado, para mostrar que una política de Estado que busca, supuestamente reconocer la diferencia de genero, podía al mismo tiempo excluir a ciertos grupos basados en clase social o identidad.

"Esa fue mi tesis de doctorado y la base de mi primer libro. Esta experiencia que tuve en la región con las mujeres mapuche fomentó mi interés en indagar el racismo en Chile.

"El racismo visto desde dos lados, el racismo institucional y cómo se manifiesta a través de políticas del Estado que son supuestamente multiculturales. Y a la vez, el racismo interpersonal a nivel local. Argumento que ese racismo es relevante para entender el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas".

–Cuentanos cómo efectuaste el estudio, qué metodología usaste.

–Diseñe este estudio en el marco de un trabajo más amplio e hice entrevistas en Nueva Imperial, Chol Chol, Traiguén y Ercilla. Hice más de 80 entrevistas, más trabajo de campo.

"Hice entrevistas con tres grupos distintos; grupos mapuche, elites locales, incluso dueños de fundo, y también con funcionarios del Estado a nivel local. Entonces pude ver las opiniones y acciones de esos tres grupos distintos.

"Es cierto que eso no representa a toda la sociedad chilena, ni tampoco representa a toda la sociedad regional, pero lo importante es reconocer que los discursos de los cuales estoy hablando hoy, que son los discursos de las elites locales, tienen una influencia mayor en la sociedad porque son los que tienden a ser escuchados. Así mantienen el poder.

"Igualmente creo que existen discursos distintos, eso vi en mis entrevistas con funcionarios del Estado, con algunos, no todos. Existe gente en la sociedad civil chilena que piensa en forma distinta. Es muy importante destacar esto, que existen semillas de discursos alternativos, pero existe la necesidad de que esa gente, si piensa distinto, alce la voz en apoyo al reconocimiento de los derechos indígenas y en contra de la represión del pueblo mapuche".

–¿Cómo puedes resumir los resultados de tus estudios, enfocado en lo que son hoy en día las políticas públicas del Estado chileno hacia los pueblos indígenas y en particular el pueblo mapuche?

–Lo que encontré es que la serie de políticas, que yo y otros académicos denominamos multiculturalismo neoliberal, que sería el conjunto de políticas indígenas interculturales y también multiculturales, es decir: todas esas políticas en su conjunto, muestran dos caras.

"Una cara afirmativa que busca representar los intereses de los indígenas en alguna medida y otra cara represiva. Esas dos caras son parte de la misma política, lo que denominamos el multiculturalismo neoliberal.

"Por otro lado, las relaciones sociales locales también informan cómo se desarrolla y cómo se aplica el multiculturalismo neoliberal en Chile. Entonces hay que ver las dos partes, la política nacional –que también es informada por distintos actores a nivel trasnacional– como el nivel local".

–En tu trabajo muestras que existe un cambio discursivo que va desde el mestizaje al multiculturalismo. Quisiéramos saber cómo este cambio se inserta dentro de una nueva construcción del Estado-nación chileno hacia el bicentenario.

–La idea es que en la región, en América Latina en general, por mucho tiempo el discurso hegemónico de la nacionalidad fue el mestizaje. Hablamos los académicos del mito del mestizaje, porque la idea fue que las naciones latinoamericanas tenían su origen en la mezcla entre los europeos, indígenas y afrodescendientes.

"Sin embargo sabemos que tras ese discurso existía una práctica excluyente y discriminadora. Comenzando en los 80 y 90 en la región, ha habido un cambio hacia el multiculturalismo, reconociendo los fracasos del discurso del mestizaje. Entonces los Estados han cambiado hacia el multiculturalismo como discurso hegemónico. La idea es que el Estado abraza las diferencias étnicas y raciales y las representan a través de políticas, discursos y leyes".

–¿Por qué ello se da hoy en Chile, con la administración Bachelet, y no tal vez en los 90?

_Yo creo que es interesante la pregunta de por qué ahora en Chile. Yo veo el multiculturalismo como una manera de generar consensos para el modelo neoliberal, para comprar el consentimiento de la gente a través de esta política que les da algo al menos. Es interesante porque Chile fue el primer país en abrazar el neoliberalismo, pero es el último en abrazar el multiculturalismo.

"Yo no sé si tiene que ver con el bicentenario, pero creo que tiene que ver con que el gobierno de Bachelet en cierto sentido reconoció que Chile está en el rezago del reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas a nivel regional.

"Esa idea de una ‘nación indivisible’ ha sido importante en el discurso chileno. Pero hoy se está tomando en cuenta esto del multiculturalismo, que es una forma de reconocer derechos indígenas, sin reconocerlos en forma sustantiva. Es como un reconocimiento ‘light’".

–Ese reconocimiento ‘light’ está reflejado en tu investigación, pero quisiera que profundizaras en tu afirmación de que el multiculturalismo no resuelve el tema de la redistribución de los recursos y de las riquezas del país, ni tampoco impacta en las jerarquías, en las elites.
"¿Qué podemos esperar de este modelo de multiculturalismo para resolver los problemas que aquejan al pueblo mapuche y que remiten a hegemonias de poder, una situación de dominación a fin de cuentas?"

–Yo diría que como está planteado por el Estado, no se puede esperar mucho. Pudiera haber otra forma, un multiculturalismo desde abajo, una alianza entre los mapuche y otros grupos sociales del país que podría llevar a un reconocimiento de los derechos indígenas más profundo de lo que tenemos hoy día, pero no se observa.

"Desde el Estado está muy claro que en toda la región se reconocen ciertos derechos: el derecho a la salud o la educación intercultural bilingue, acceso a la tierra, el desarrollo con identidad y, en ciertos casos, algunos países han reconocido ciertas formas de autonomía también, pero una autonomía limitada.

"La mayoría del tiempo las demandas más sustantivas, autogobierno, autodeterminación, territorio, son vistas como amenazas al modelo neoliberal y por eso son rechazadas. El resultado de eso es que tenemos reconocimientos sin mucha sustancia en la región y en Chile mucho menos que eso. Es un reconocimiento que no representa mayor redistribución del poder y tampoco de los recursos".

–¿Cómo opera esto a nivel local, en el caso del país mapuche?

–Tenemos la relación entre el Estado y los mapuche por un lado, pero también los actores locales están reaccionando a esas políticas multiculturales y al movimiento mapuche.

"En mi investigación encontre que los actores reaccionan con tres discursos distintos. Por un lado están de acuerdo y apoyan activamente la construcción de los mapuche como terroristas, apoyan esa faz negativa del neoliberalismo multicultural. Y eso es muy importante, porque las elites locales y sus discursos están mostrando consentimiento para la represión, están dando la justificación moral para reprimir a los mapuche.

"Por otro lado, rechazan con mucha energía los aspectos, podríamos decir, más constructivos del multiculturalismo. Ellos tienen un discurso que trivializa totalmente la existencia de los mapuche; dicen que los mapuche no tienen cultura, que ‘son cosas que vienen de afuera’, que ‘antes éramos iguales’, que ‘todos somos mezclados’ y que, en definitiva, los mapuche no merecen derechos específicos.

"El tercer discurso es el de la asimilación, que para sobrevivir los mapuche tienen que cambiar, tienen que ser chilenos igual que todos y que tienen que dejar su cultura y la tierra.

"Esas tres narrativas de las elites locales, forman el contexto local en que están aplicadas las políticas multiculturales y significa que va a ser muy difícil llegar a un punto mínimo de reconocimiento. Una idea de políticas multiculturales de verdadero valor debería partir por reconocer el pasado y también hacer reparaciones".

–¿Algun ejemplo concreto de cómo opera el multiculturalismo neoliberal?

–Yo los uso muy ampliamente en mi trabajo, hablo en términos generales de todas las políticas indígenas y multiculturales que se han venido implementando desde el retorno a la democracia. Sin embargo, el caso del Programa Orígenes es interesante porque coloca en la mesa la interculturalidad como eje principal.

"A mí el Programa Orígenes me parece triste porque resulta muy obvio lo que está haciendo el Estado: no hay buen seguimiento de los trabajos, no hay esfuerzos consistentes dentro de comunidades distintas, se nota que están tirando plata a las comunidades y diciendo que esa es la interculturalidad, que están formulando proyectos desde la comunidad y que eso es participación, desarrollo, etc.

"Pero sino hay control de la calidad, si no hay seguimientos, entonces ¿de qué estamos hablando?… no estamos hablando de ningún tipo de cambio permanente en el tiempo".

–¿Qué se puede decir respecto del uso del concepto de cultura que hace Orígenes?

–Para el Estado la idea de la interculturalidad está direccionada hacia los mapuche, no está direccionada hacia la sociedad en su conjunto. Esto es gráfico. No hay nada de intercultural ahí, ¡si los mapuche ya saben ser interculturales y viven la interculturalidad!. Pero también muestra que el pensamiento no va más allá de colocar un poco de cultura, casi de manera folclórica.

"No va por el lado de avanzar en un reconocimiento al otro, que seria una interculturalidad que pudiera llevar a un cambio más sustantivo en la sociedad".

–En tu trabajo se hace mención a ciertas categorías que usas para referirte al contexto mapuche, esto de los indios permitidos y los indios insurrectos. ¿No existe un punto intermedio o una variante en este discurso de Estado?

–Déjame clarificar que esos términos vienen de un trabajo de dos antropólogos, Rosamel Millaman y Charles Hale, pero el concepto originalmente fue creado por Silvia Rivera Cusicanqui. Ella dijo que con la política de reconocimiento ‘light’ están creando un sujeto: el indio permitido, que es el indio que el Estado quiere ver y usa la palabra indio a propósito, porque está tratando de enfatizar que es la forma despectiva en que los Estados tratan a los pueblos.

"El ‘indio permitido’, entonces, es el sujeto que está aprobado y validado por el gobierno, que acepta sin cuestionar las políticas del Estado que los promueve y que no demanda mas allá, lo acepta. Por otro lado, Hale dice que cuando se promueve ese sujeto permitido, a la vez está prohibido el otro, que el llama el indio insurrecto, que es el que dice que no, aquel que no está de acuerdo con el sistema neoliberal y que dice ‘no voy a consentir tus políticas multiculturales que no tienen sustancia’.

"En el caso mapuche se nota esto y es aun más fuerte porque el indio insurrecto no sólo es etiquetado como insurrecto, sino además como terrorista. Esos son arquetipos que son útiles teóricamente, pero no muestran claramente la realidad compleja de los individuos.

"Una persona puede querer sacar provecho de las políticas del Estado –quiero que mi hijo vaya a la escuela intercultural bilingüe, quiero poder aprovechar del sistema de salud intercultural–, pero a la vez dice ‘quiero también autonomía para mi pueblo y quiero autogobierno’. Esa gente existe, pero lo que hace este discurso del Estado es que dice que no, o eres esto o eres este otro; entonces no existe el espacio para un verdadero diálogo.

"Y asi cualquier mapuche que no quiere quedarse dentro del modelo muy restringido del indio permitido, no tiene voz política ni es validado como interlocutor".

–Patricia, tú trabajo ha sido muy destacado por el acceso que tuvistes a la elite regional, representada por una serie de inmigrantes europeos que tienen una narrativa bien particular. ¿Qué puedes destacar de esa narrativa?

–Una de las cosas que más me chocó fue escuchar que los mapuche no tienen cultura. Eso tiene una implicancia, y ocurrió en muchas de las entrevistas que los dueños de fundos y otras elites locales dicen: “están hablando de interculturalidad, ¡pero que es eso si los mapuche no tienen cultura! es algo que están inventando para sacar provecho del gobierno”. Eso fue muy chocante para mí.

"Otro tema muy importante fue este juego de similitud, que dice ‘antes siempre éramos iguales’. Eso muestra un deseo muy profundo de negar la existencia de una historia de conflictos".

–¿O sea tú dices que ellos son conscientes de lo que dicen? Muchas veces uno cree que la gente habla desde su ignorancia y otra cosa es elaborar discursos intencionados, selectivos.

–Ellos dicen ‘siempre éramos iguales’ o dicen por otro lado ‘nosotros ayudamos a los mapuche, nosotros hicimos la región hoy en día, les enseñamos a sembrar, a como asearse’, cosas tan básicas como esas. También dicen, ‘los llevamos al hospital’, cosas de benevolencia que hicieron con los mapuche. Puede ser, muy bien, no dudo que muchos dueños de fundo y sus familias puedan haber hecho ese tipo de cosas en su momento.

"Lo que pasa es que en ese discurso se reconoce esa parte no más; de allí viene esta idea de memoria selectiva, porque puede que hayan hecho esas cosas, pero eso no borra la historia de represión y despojo y desigualdad en la región. Las dos cosas pueden existir a la vez y eso último es lo que ellos están borrando en su memoria selectiva".

–Además de la memoria selectiva, también haces mención al trabajo de otro especialista respecto de la fantasía de la terra nullius (tierra vacía).

–Ellos dicen que la tierra estaba vacía, y ‘nosotros hicimos lo que existe hoy’. Entonces como que vieron el paisaje, pero no vieron a los mapuche que lo habitaban. Necesitan hacer eso para justificar su presencia en la región y no solamente su presencia, podemos decir que aquí vive una mezcla de gente, los colonos chilenos y los mapuche.

"Hoy día no necesariamente se trata de decir ‘tú tienes que irte’ o lo que sea, aunque quizás para algunos mapuche esa sea la meta… Creo tiene que ver con reconocer esta historia y que haya algún tipo de reparación, reparación que estimo va a depender de cada caso.

"Yo no quiero decir que ellos elaboren estos discursos concientemente, creo que muchos de ellos están arraigados en el inconsciente de la gente, ellos en verdad creen en esas cosas, esa es la realidad de la zona para ellos".

–¿De qué manera podemos relacionar la aplicación del concepto de terrorismo en el Wallmapu y en un contexto más global?

–El concepto tiene antecedentes globales actuales, específicamente respecto de la guerra antiterrorista de EEUU que forma un contexto en el cual a cualquier movimiento que vaya en contra del Estado se le llama terrorista.

"El contexto de la guerra contra el terrorismo crea una permisión global para llamar a cualquier cosa terrorismo. Tal como ocurrió durante la guerra fría con el concepto de comunista. También el tratamiento de los mapuche como un actor externo que amenazaba a la nación chilena, durante o antes de la ‘Pacificación’, también forma parte del antecedente histórico del uso de este concepto".

–El chileno entonces se coloca históricamente como víctima…

–La idea es que los mapuche siempre son agresores en la historia de Chile. Podemos ver a través del tiempo que los chilenos son representados como víctimas, los que deben ser protegidos de esos salvajes y ahora de estos terroristas.

* Periodista.
Publicado originalmente en Azkituwe, periódico mapuche (www.azkintuwe.org).

Patricia Richards es doctora en Sociología por la Universidad de Texas y profesora asociada de la cátedra de Sociología y Estudios de la Mujer en la Universidad de Georgia, ambas de Estados Unidos. Su trabajo Pobladoras, Indígenas, and the State: Conflicts over Women’s Rights in Chile, fue publicado en 2004 por Rutgers University Press, EEUU.
Otras publicaciones: Bravas, Integradas, Obsoletas: Mapuche Women in the Chilean Print Media, en Gender & Society, 2007; Negotiating Neoliberal Multiculturalism: Mapuche Workers in the Chilean State, en Social Forces, 2007 (en co-autoría con Yun-Joo Park) y The Politics of Gender, Human Rights, and Being Indigenous in Chile, en Gender & Society, 2005.

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