Chile: fuga de salmones y el costo de los escapes

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Hace unos días atrás fuimos testigos de un nuevo incidente que involucra negativamente a la industria salmonera y que tuvo relación con el escape desde sus jaulas de 70.000 salmones, propiedad de la empresa Cultivos Marinos Chiloé, en las islas Butachauques en la X región.

Este hecho confirma, una vez más, los graves peligros que acarrea la actividad salmonídea para los ecosistemas marinos del sur de nuestro país, lo que se refuerza además, por la poca claridad en la entrega de información relacionada a este tipo de casos por parte de la industria.

Recordemos que en Julio del año pasado 1.7 millones de ejemplares escaparon en la región de Aysén, pese a que en su momento se dijo que sólo habían escapado 500.000, y tampoco se dijo en su momento que éstos ejemplares estaban en tratamiento con antibióticos, poniendo en grave peligro la salud de la población. Por esta razón, no es improcedente considerar que la cifra real de ejemplares escapados en esta oportunidad ascienda a más de 200.0000: tres veces más que la cifra oficial.

En términos económicos los escapes de salmones acarrean importantes costos para la sociedad. Por un lado las empresas salmoneras pierden directamente por la pérdida de peces. Según estudios científicos, en promedio, cada salmón escapado pesa 1,7 kilos, por lo que un escape de 200.000 ejemplares equivale a la pérdida de 340 toneladas. Si el precio internacional de una tonelada de salmón es de US$ 4.000, tenemos una pérdida total para la empresa de 1.36 millones de dólares.

Ahora bien, según estudios de la propia industria, los escapes de salmones equivalen a 1.5 por ciento de la biomasa total, por lo que si proyectamos una producción anual de 780 mil toneladas, proyección alineada con los análisis del sector, tendríamos una pérdida neta por escapes de alrededor de 11.700 mil toneladas, lo que expresado en dólares implica una pérdida de 46,8 millones al año para la industria.

Pero lo más importante tiene que ver con las externalidades negativas provocada por los escapes de salmones. Entre éstas una de las más importantes es la referida a la competencia y depredación que hacen los salmones escapados sobre otras especies nativas.

Al vivir los salmones en condiciones de hacinamiento son mucho más agresivos, y además por su regular sistema de alimentación demandan una cantidad de proteínas mayor que la de peces silvestres. Por lo tanto, los peces fugados compiten por el alimento y el hábitat. Existe una serie de estudios que demuestran la relación inversa entre la abundancia de salmónidos y la fauna acompañante.

Otros estudios estiman que los especímenes exóticos (fugados) consumirían entre 1460 y 1825 toneladas de recursos ícticos anualmente. Esta cifra transformada en toneladas de peces nativos, como la merluza y el róbalo, principales especies objetivo de la pesca artesanal, entrega un valor de 2.4 millones de pérdidas anuales para la pesca artesanal por la depredación de los salmones escapados.

Así tenemos otro claro ejemplo de la insustentabilidad de una actividad que con el tiempo se convierte en una de las mayores generadoras de externalidades negativas para las regiones del sur de nuestro país.

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* Director Campaña Salmonicultura de Oceana.

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