Chile: la fórmula Concertación

Álvaro Cuadra.*

Una de las cosas que ha llamado la atención del último cónclave concertacionista, convertida ahora en oposición, es la falta de rostros nuevos y distintos en la coalición que gobernó Chile por dos décadas. Las mismas respetables figuras de antaño, intentan revivir algo de aquel “glamour” que los revistió hacia principios de los años noventa. Tarea más que difícil en los nuevos tiempos inaugurados por el triunfo de la derecha sancionado por el voto ciudadano.

Durante la última década del siglo XX, la hegemonía concertacionista era indiscutible, como suele decirse, los procesos electorales eran poco más que un mero trámite. La fórmula Concertación respondía, en lo fundamental, al anhelo político de la gran mayoría de los chilenos. Dicha fórmula poseía la fuerza de oponer un “gobierno legal” a una oprobiosa dictadura militar. La paradoja estriba en que lo que se restituyó de manera democrática no fue otra cosa que la legalidad heredada del gobierno de Pinochet.

La Concertación de Partidos por la Democracia administró, con mejor o peor suerte, un espacio judicativo que delimita con nitidez tanto el orden económico como el ámbito político. Si bien se introdujeron cambios menores, tales modificaciones fueron más bien cosméticas y no alteraron los fundamentos mismos del modelo. Esta legitimación democrática de los espacios políticos incluyó, por cierto, a los sectores de derecha. No olvidemos que durante todos los gobiernos concertacionistas, la derecha ha sido una protagonista muy activa en el plano legislativo, mediático, para no mencionar el plano económico.

Por tanto, al cabo de dos décadas, no resulta extraño que sea la misma derecha la que ocupe el espacio que otrora reclamó la Concertación como propio y constituya su primer “gobierno legal” en medio siglo. En la actualidad, es la derecha la que ocupa el espacio político que permitió a los concertacionistas llegar al poder a principios de los noventa. De tal modo que, el gobierno del señor Piñera representa a una derecha empresarial revestida de legalidad democrática, capaz de gestionar aquel modelo político y económico concebido por la dictadura.

En un panorama como el descrito, la suerte del conglomerado opositor es más que incierta. Ya no se trata de insistir en una fórmula que resultó incapaz de transformar los fundamentos del modelo chileno, abriendo cauces a una democratización profunda de la sociedad chilena. Si la Concertación se presentó ante “la gente” como un “modo distinto” de concebir el país, tras diecisiete años de régimen militar, cabe preguntarse qué podría ser “lo distinto”, frente a un gobierno de derecha elegido en la urnas.

La interrogante planteada no es baladí, ya que compromete, ni más ni menos, el sentido histórico profundo de las luchas democráticas, en sus aspectos éticos y políticos. Lo que resulta evidente es que aquello que sirvió para derrotar a un gobierno de facto, no es, hoy, suficiente para construir una alternativa democrática a un gobierno pospinochetista legitimado por el voto popular.

* Doctor en semiología, Universidad de La Sorbona, Francia. Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados, Universidad ARCIS, Chile.

 

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