El pasado 16 de noviembre se celebró en Chile la primera vuelta de las elecciones presidenciales y legislativas. La candidata Jeannette Jara, militante comunista que había ganado las primarias de una amplia coalición de centroizquierda (Unidad por Chile), obtuvo el 26,85 % de los votos. En segunda posición, a poca distancia, quedó José Antonio Kast, dirigente del Partido Republicano de extrema derecha, con el 23,92 %.
En tercer lugar, sorprendentemente, quedó el populista «antipolítica» Franco Parisi (19,71 %) con el Partido de la Gente, seguido de Johannes Kaiser (13,94 %), el pinochetista «libertario» al frente del Partido Nacional Libertario. En última posición, en quinto lugar, Evelyn Matthei (12,46 %), representante de la derecha «tradicional» y hoy «moderada» al frente de la coalición Chile Grande y Unido.
Gracias también a la introducción de la inscripción automática en el censo electoral y al voto obligatorio, la participación se situó en el 85 %.
Las urnas confirmaron el giro hacia la derecha del país, que también se puso de manifiesto en los resultados de las elecciones legislativas: las diferentes expresiones de las derechas obtuvieron casi la mitad de la Cámara (76 de los 155 escaños), mientras que la alianza de centroizquierda no superó los 61 diputados. En el Senado, donde se elegía a la mitad de los senadores, la derecha se ha hecho con la mitad de los escaños, frente a un centroizquierda que mantiene una discreta presencia, aunque minoritaria.
En la primera vuelta, la división de la derecha permitió la victoria de Jara, pero la suma aritmética de los votos de la derecha representa hoy una hipoteca concreta sobre la segunda vuelta. En términos numéricos, por lo tanto, la derecha y el centro-derecha canalizaron el voto del 50 % de los electores en la primera vuelta. Tanto Matthei, como Kaiser han anunciado su apoyo a Kast, favorito para la segunda vuelta del 14 de diciembre. El partido de Parisi, Partido de la Gente (que ha pasado de 6 a 14 escaños en la Cámara Baja, mientras busca apoyos en el Senado), será el que incline la balanza, ya que puede condicionar la próxima mayoría. Por el momento, Parisi ha mantenido la distancia de ambos, sin dar indicaciones sobre su voto para la segunda vuelta.
Los resultados de las derechas
La extrema derecha, la nueva derecha, se presentó con dos candidatos presidenciales (Kast y Kaiser), pero con una lista parlamentaria única, Cambio por Chile (Partido Republicano, Partido Nacional Libertario de Kaiser y Partido Social Cristiano). Los republicanos aumentaron sus diputados de 14 a 31, mientras que en el Senado obtuvieron 5 escaños. Los libertarios de Kaiser debutaron con ocho diputados y una senadora. Por su parte, los socialcristianos (de matriz evangélica y filoisraelí) aportaron tres nombres a la Cámara. El total de elegidos de la «nueva derecha» es de 42 diputados y seis senadores.
Por el contrario, el balance es negativo para la derecha tradicional de Chile Vamos (que reúne a Unión Demócrata Independiente – UDI, Renovación Nacional –RN, Evopoli, Amarillos por Chile y Democratas, en la coalición «Chile Grande y Unido»), en particular para RN y Evópoli. Si en 2017 RN había alcanzado el récord de 36 diputados, en estas elecciones ha bajado a 13, incluso por debajo del Partido de la Gente de Parisi, que ha elegido a 14. En cuanto a los senadores, en cambio, ha elegido a cuatro.
Evópoli, por su parte, sufrió el golpe más duro: con solo dos diputados elegidos, pierde su personalidad jurídica, al no tener al menos cuatro y no haber superado el umbral del 5 % de los votos a nivel nacional.
En términos de votos, la derecha tradicional de Chile Vamos (UDI, RN, Evopoli) no está muy lejos de “la nueva derecha”: 2 millones 232 mil para «Chile Grande y Unido» y 2 millones 439 mil para «Cambio por Chile».
El escaso resultado de la centroizquierda
En lo que respecta al progresismo, la izquierda y la socialdemocracia, se trata del peor resultado desde el fin de la dictadura. En minoría en la Cámara de Diputados y en sustancial paridad en el Senado. Esto, a pesar de que, impulsado principalmente por la propia Jara en su calidad de Ministra del Trabajo, el gobierno logró que un parlamento con
mayoría opositora aprobara la reducción a 40 horas semanales de la jornada laboral, el aumento del salario mínimo y la reforma de las pensiones. José Antonio Kast ganó claramente en cuatro de los cinco municipios más pobres del país, mientras que en el quinto prevaleció Franco Parisi. Las razones de este resultado son múltiples, pero no son objeto de la presente nota.
Hoy, la comunista Jeannette Jara y la actual coalición de gobierno tienen por delante una difícil campaña hacia la segunda vuelta, buscando apoyos más allá de su propia coalición para derrotar al candidato pinochetista, hoy favorito para La Moneda.
El laboratorio chileno
Más allá del resultado electoral, resulta útil analizar las diferentes vertientes de las tres o cuatro derechas chilenas, ya que, una vez más, Chile se confirma como un laboratorio político de las derechas mundiales. Desde un país al final del mundo llega la confirmación del crecimiento internacional de las derechas fascistas. También en Chile, la extrema derecha subsume a la derecha moderada (desplazándola y convirtiéndola en secundaria) e impone su propia agenda. Lejos de representar el pasado, la extrema derecha y el fascismo son el futuro que el capital intenta imponer, si no se le derrota radicalmente.
La gradación del fascismo pinochetista: las derechas «tradicionales»
En el lejano 1973, el golpe de Estado civil-militar de Pinochet, además de defender los intereses de las multinacionales estadounidenses y de la oligarquía local, sirvió para instaurar y supervisar el experimento neoliberal más extremo de la Escuela de Chicago y sus Chicago boys. La larga dictadura (17 años) consolidó un modelo neoliberal extremo y las privatizaciones de aquellos años oscuros favorecieron a las multinacionales extranjeras y a la oligarquía local.
Una oligarquía formada por 9-10 familias que controlan Chile y que, en los años posteriores a la dictadura, defendieron sus privilegios y se alinearon políticamente con la derecha tradicional (Unión Democrática Independiente y Renovación Nacional).
Desde el fin de la dictadura (1990), durante muchos años los dos partidos han sido la principal expresión de la derecha chilena, con las inevitables tensiones internas en la alianza político-electoral para conquistar la hegemonía. Hoy en día, esa alianza (y su proyecto político) están cerca de su fin, absorbidos por la extrema derecha pinochetista, que se ha impuesto con fuerza en sus diversas variantes.
La UDI y RN
La UDI ha sido el «brazo político» de la dictadura desde su fundación en 1983, gracias a Jaime Guzmán, el principal ideólogo del pinochetismo y redactor principal de la Constitución de la dictadura, aún vigente. Desde el principio, la UDI adoptó la base ideológica del «gremialismo» (una versión chilena del «corporativismo» fascista) y del «Estado mínimo», presente, pero subsidiario de la iniciativa privada. Se define como un partido «popular y de inspiración cristiana» y, como partido interclasista, además de en los barrios ricos, también consolida una buena presencia en los barrios populares.
En los primeros años de la transición, la UDI tenía menos apoyo que su aliado Renovación Nacional (RN), que contaba con un perfil más moderado y un mayor respaldo de las clases más ricas. Sin embargo, con el paso de los años, la UDI logró ganar adeptos, igualando y superando a RN. En 2001 fue el partido más votado, arrebatándole este título a la Democracia Cristiana, mientras que durante el primer gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010), la UDI se convirtió en el partido mayoritario en ambas cámaras del Parlamento.
A la alianza original entre la UDI y RN (que ha cambiado de nombre en varias ocasiones) se han ido sumando otros sectores del «centro», entre ellos uno de la Democracia Cristiana, un partido histórico en la política chilena. Desde el fin de la dictadura en 1990, los poderes fácticos han apostado por la alianza orgánica de ambos partidos para garantizar sus intereses.
Pero en 2008 comienzan las fisuras internas en la UDI, con un sector liderado por José Antonio Kast.
El pinochetismo republicano de Kast
José Antonio Kast proviene de una familia alemana que emigró a Chile después de la Segunda Guerra Mundial. Su padre, Michael Kast, fue miembro del Partido Nazi, al que se afilió en 1942, y sirvió como oficial en la Wehrmacht durante el conflicto. Algunos sostienen que huyó de un juicio en Alemania por crímenes de guerra y que entró en Chile con documentos falsos. En Chile, la familia fundó en 1964 una empresa de embutidos (Cecinas Bavaria), que constituyó la base de su gran riqueza. José Antonio es el menor de nueve hermanos.
Durante la dictadura de Pinochet, apoyada abiertamente por su padre, uno de sus hermanos, Miguel, economista de los Chicago Boys, fue ministro de Trabajo (1980-1982) y director del Banco Central durante unos meses. Otro hermano, Christian, está acusado de haber participado en el fusilamiento de opositores políticos durante los primeros meses del golpe de 1973 (Masacre de Paine).
En 1996, Kast inicia su carrera política en la UDI, en la que milita hasta 2016, siendo diputado desde 2002 hasta 2018. En 2011 se convierte en jefe de bancada en la Cámara de Diputados y, de 2012 a 2014, ocupa el cargo de Secretario general. La ruptura con la UDI se produce en 2017, año en el que se presenta como independiente a las elecciones presidenciales con escasos resultados. Ese año, causa revuelo un discurso suyo en el que sale del armario y declara «defender con orgullo la labor del gobierno militar» [i].
Tras fundar en 2018 el movimiento Acción Republicana, finalmente en 2019 crea el Partido Republicano y el «think tank» Ideas Republicanas.
Con un patrimonio multimillonario, en 2019 es acusado de haber transferido dinero a varias empresas en el paraíso fiscal de Panamá, pero niega ser el propietario, afirmando que pertenecen a su hermano Christian [ii].
En 2021 se presenta de nuevo a las elecciones presidenciales: gana la primera vuelta con el 27,91 % de los votos, pero pierde en la segunda vuelta contra Gabriel Boric, el joven candidato de la coalición de centroizquierda. Desde su derrota en 2021, Kast ha moderado algunas de sus posiciones controvertidas, pero sigue siendo una figura destacada entre los nostálgicos del pinochetismo por su defensa del legado de la dictadura y por sus posiciones ultraconservadoras en materia de valores.

Durante su mandato parlamentario, Kast recibió el apoyo del obispo Juan Ignacio González Errázuriz, quien invitó a su diócesis a apoyar a los políticos contrarios a la anticoncepción, el aborto y los matrimonios entre personas del mismo sexo. El apoyo del obispo desempeñó un papel clave en la carrera política de Kast y contribuyó de manera significativa a aumentar el consenso del católico practicante y miembro del Movimiento Apostólico de Schönstatt [iii].
Pero, a diferencia de las dos campañas anteriores, en las que Kast había centrado su agenda reaccionaria en materia de libertades individuales y su defensa de la dictadura de Pinochet, esta vez optó por evitar polémicas y tonos fuertes y centrarse en la seguridad, la inmigración y la economía, las principales preocupaciones actuales de los ciudadanos, en busca de consensos más allá de la extrema derecha.

Por lo tanto, su campaña se centró en la promesa del «cambio», de «cerrar las fronteras» y expulsar a todos los migrantes irregulares (empezando por los venezolanos, colombianos y haitianos), con deportaciones masivas y mano dura en materia de seguridad. Sin embargo, a pesar del aumento de la violencia (en gran parte provocada por el crimen organizado transnacional ya arraigado en el país), Chile tiene una de las tasas de homicidios más bajas de América Latina, aunque, al mismo tiempo, es el segundo país latinoamericano con mayor «sensación de inseguridad».
Kast propone autorizar a los civiles a portar armas y el derecho a disparar a los ladrones. Está a favor de la amnistía para los militares condenados por torturas u homicidios cometidos durante la dictadura.
Se opone al aborto en todas las circunstancias y se ha comprometido a revocar la ley que lo autoriza en casos de violación o peligro para la vida de la madre. Ha propuesto reintroducir las clases de religión en las escuelas, argumentando que «los chilenos necesitan a Dios y el Estado debería promover la religión en las escuelas». En política exterior, quiere cerrar la frontera con Bolivia, con la idea de que esta medida puede ayudar a combatir más eficazmente el narcotráfico.
En el ámbito económico, propone recortar el gasto público, reducir los impuestos y dar la máxima libertad a los mercados financieros. Citando como modelo al economista estadounidense Milton Friedman (mentor de los Chicago Boys en Chile), sostiene que la reducción de las desigualdades sociales no debería ser una prioridad, ya que «una sociedad que favorece la igualdad frente a la libertad no tendrá ninguna de las dos».
Kast supo cabalgar el miedo y, en una campaña electoral con pocos errores (gracias a la experiencia de las dos elecciones anteriores), mantuvo un discurso duro contra la inmigración y la delincuencia, a favor del crecimiento económico y de salir de la «mediocridad» del actual gobierno («el peor de la historia de Chile»).
El pinochetismo «libertario» de Johannes Kaiser
Johannes Maximilian Kaiser Barents von Hohenhagen nació en Santiago en 1976, también de padres de origen alemán-chileno. Estudió en escuelas alemanas en Chile y terminó la preparatoria en la Escuela Militar del Ejército, para luego viajar a Alemania y Austria a conocer el mundo, sin terminar sus estudios universitarios.
Al inicio de su carrera política, Johannes fue miembro de la UDI hasta que renunció por los cambios ideológicos en la línea del partido, que consideraba demasiado moderada y complaciente. En 2017 se acercó a Kast, para quien hizo campaña en las redes sociales, y en 2019 se unió al Partido Republicano, no sin roces que lo llevaron a entrar y salir de la «casa madre».
Dos años después, el 24 de noviembre de 2021, en plena campaña para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, José Antonio Kast denuncia a Kaiser ante el tribunal supremo del Partido Republicano, debido a la polémica desatada por un video en el que criticaba el voto femenino. En 2022, a pesar de haber abandonado el Partido Republicano, permanece en su grupo parlamentario como diputado independiente.
En 2024, tras otra ruptura con Kast, fundó su Partido Nacional Libertario, como alternativa a los otras dos derechas [iv] [iv]. Y en estas elecciones, Kaiser descartó unas primarias con los republicanos y el Partido Social Cristiano, dada la decisión de los tres de presentarse de forma independiente en la primera vuelta [v].
Muy atento a la comunicación, Kaiser es el creador de «El Nacional Libertario», un programa en YouTube nacido en
2016, que cuenta con miles de suscriptores en todo el mundo. Su documental sobre la historia familiar del brigadier del ejército chileno Miguel Krassnoff (uno de los asesinos y torturadores más sanguinarios de la dictadura, actualmente en prisión donde cumple varias cadenas perpetuas), lo convirtió en un youtuber famoso en el mundo político. Precisamente a partir del canal de YouTube, el diputado libertario debutó en estas elecciones y construyó su carrera política.
Admirador del argentino Javier Milei, Kaiser se autodefine como un «reaccionario» con ideas paleolibertarias. Destaca su apoyo histórico al golpe de Estado de Chile de 1973 y sus opiniones sobre temas como la inmigración (con el cierre de fronteras) o la posesión de armas (uno de sus hermanos es presidente de la Asociación Chilena del Rifle). También se define como conservador en lo social (es un convencido antiabortista) y liberal en lo económico.
Si Kast opta por el Estado mínimo, Kaiser lo reduce aún más y limita sus acciones, siguiendo la ideología de su mentor Milei. Con el objetivo «libertario» de reducir el Estado, como principal enemigo de la libertad individual, quiere reducir los ministerios de 24 a 10, eliminar la agenda de género y el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género.
Evelyn Matthei o cómo perder unas elecciones que parecían ya ganadas
Hija de Fernando Matthei, uno de los generales golpistas chilenos que formó parte de la junta militar de Pinochet, Evelyn Matthei ( ella también de origen alemán-chileno) es una figura presente desde hace muchos años en la escena política, primero elegida con RN y luego con la UDI. Fue ministra de Trabajo en el primer gobierno de Sebastián Piñera (2011-2013) y alcaldesa de Providencia (2016-2024), un importante municipio de Santiago. En 2015, forma parte de la dirección de la fundación «Avanza Chile», un think tank de la centroderecha chilena.
A la derrota anterior en las elecciones presidenciales de 2013 (ganadas por la socialista Michelle Bachelet con el 62 %) se suma la de hoy, que cierra un ciclo político posdictatorial.
Pero a pesar de su largo «currículum», en esta ocasión la candidata de la alianza Chile Vamos pasó de liderar las encuestas durante más de un año a quedar en quinto lugar en las elecciones. Son múltiples las razones que explican su derrota y la de la alianza de las derechas tradicionales. En primer lugar, la caída de Matthei en las encuestas coincide con la irrupción de Jeannette Jara (ganadora de las primarias del centroizquierda con el 60 %), que ha polarizado el panorama político. Con una candidata solida del centroizquierda y del Partido Comunista, el discurso más moderado de Matthei resultó débil para el electorado de derecha.
Su derrota se vio facilitada además por su retraso en la formación de un comando electoral, la negativa a convocar primarias internas en la derecha, los fuertes y repetidos ataques de los bots en las redes sociales (de los que Matthei acusó al propio Kast), un mensaje vacilante, así como la polarización generada por las candidaturas de Jara y Kast, que dejaron poco margen de maniobra y atractivo electoral al centro-derecha.
La sorpresa de Franco Parisi
La sorpresa más notable fue el tercer lugar (19,7 %) del economista Franco Parisi y su «Partido de la Gente». Con la consigna «ni fachos, ni comunachos» y propuestas como la reducción de impuestos, el «fin del terrorismo» en la Araucanía en ocho meses, la repatriación a pie de los migrantes indocumentados, el minado de las fronteras contra la inmigración clandestina y el contrabando, la eliminación del Ministerio de Cultura y el uso de barcos como prisiones, Parisi ha apostado por un voto despolitizado, afirmando que no le importaba que lo tildaran de «populista».
El economista logró triplicar su apoyo con respecto a 2021, cuando el voto era opcional. Según un primer análisis, gran parte de los aproximadamente 2,5 millones de votantes de Parisi habían votado en contra de la nueva constitución en el referéndum de 2022, con una buena presencia de jóvenes, un nivel educativo inferior y un fuerte seguimiento entre las iglesias evangélicas. Se trata de un grupo menos politizado que el de Jara o Kast, sensible a la retórica anti-
establishment. El Partido de la Gente eligió a 14 diputados, aunque en la última legislatura, los 6 diputados elegidos cambiaron de bando y renunciaron al PDG.
Cabe recordar que, en la segunda vuelta de las elecciones de 2021 entre el actual presidente Boric y Kast, Parisi apoyó a este último, mientras que hoy no ha dado indicaciones sobre el voto.
Kast y Giorgia Meloni
Kast y Meloni se reunieron en Roma antes de que esta última llegara al gobierno en 2022 y, el pasado mes de septiembre, Kast volvió a Italia para reunirse con ella. «Hemos visto en Italia cómo el liderazgo decidido de Giorgia Meloni ha logrado poner orden en las fronteras, hacer frente a la inmigración ilegal y devolver la seguridad a las familias. Esta es la inspiración que nos impulsa: en Chile no nos quedaremos de brazos cruzados mientras miles de inmigrantes ilegales entran sin control», afirmó Kast.
Pocos días después de la segunda toma de posesión de Donald Trump en la Casa Blanca, Kast afirmó: «Nuestras ideas ya han triunfado en Estados Unidos, Italia, Argentina (…) y también triunfarán en Chile».
Y justo después de la reciente primera vuelta electoral en Chile, el candidato republicano publicó en su perfil X: «Acabo de hablar con la primera ministra italiana @GiorgiaMeloni, con quien coincidimos en las enormes oportunidades que tienen Chile e Italia para proyectar sus excelentes relaciones bilaterales hacia el futuro».
Tanto Kast, como Meloni son asiduos asistentes a diversos foros internacionales de extrema derecha, como la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC). Kast también participó en la convención de Vox en Madrid, donde se reunió con el español Santiago Abascal, el presidente argentino Javier Milei, el salvadoreño Nayib Bukele y el primer ministro húngaro Viktor Orbán.
En cuanto a alianzas internacionales, de 2022 a 2024 Kast fue presidente de la red internacional de derechas Political Network for Values [vi].
Conclusiones inconclusas
Mientras Kast, Kaiser y la comunidad republicana descorchan las botellas, Chile Vamos se ve obligada a aceptar la dura realidad de que ya no es el centro del debate y la acción de las derechas. En este clima, han comenzado las negociaciones más complicadas para el centro-derecha, sobre el peso que tendrá Chile Vamos en el eventual gobierno de José Antonio Kast.
Sin duda, el quinto lugar de Evelyn Matthei y el escaso resultado en las elecciones parlamentarias han provocado una conmoción dentro de la UDI, RN y Evópoli, aunque algunos partidos se han visto más afectados que otros por el golpe. El resultado ha abierto el debate sobre el futuro del centro-derecha con respecto a un posible gobierno republicano y sobre cómo participar en él.
La hipótesis de un partido único de la derecha tradicional no convence a muchos. Por el contrario, dentro de la UDI algunos hablan de retomar su propio camino y subrayan el acuerdo con los republicanos. En cualquier caso, sirve de advertencia la trayectoria argentina con Javier Milei, donde el bloque de la derecha tradicional se ha reducido al
mínimo.
Más allá de la disputa presidencial, el hecho político más relevante de las elecciones chilenas es el fuerte avance de la derecha en el Parlamento, en particular en la Cámara de Diputados, donde el Partido Republicano se ha convertido en la primera fuerza parlamentaria, con 31 diputados. En total, 76 de los 155 escaños están en manos de las derechas, a solo dos votos de la mayoría absoluta simple, necesaria para aprobar leyes ordinarias sin acuerdos con el centroizquierda.
La segunda vuelta definirá quién gobernará Chile, pero, aunque Kast pierda las elecciones presidenciales, la «nueva derecha» y la derecha tradicional ya han conquistado de facto el poder legislativo para frenar, condicionar o reconfigurar cualquier proyecto gubernamental.
Al mismo tiempo, aunque el resultado presidencial siga abierto, el nuevo mapa parlamentario marca un entorno complejo para un posible gobierno de centroizquierda liderado por Jeannette Jara.
Nos guste o no, la formación de cualquier gobierno hoy en día depende del Partido de la Gente (PDG), la tercera fuerza legislativa, que por ahora se mantiene al margen para ver cómo evoluciona el panorama.
Notas
[i] José Antonio Kast: “Yo sí defiendo con orgullo la obra del gobierno militar”, in The Clinic, 11 agosto 2017.
[ii] Ojeda G Juan Manuel, La ruta de los dineros de José Antonio Kast, in La Tercera, 1º settembre 2019.
[iii] https://schoenstatt.com/it/informazioni-su-schoenstatt/
[iv] Il deputato Johannes Kaiser si dimette dal Partito Repubblicano accusando una “degradazione” della sua funzione parlamentare, La Tercera, 10 gennaio 2024.
[v] Kaiser annuncia che non parteciperà alle primarie con Chile Vamos dopo il sostegno alla riforma pensionistica, in Radio Bío-Bío, 28 gennaio 2025
[vi] https://politicalnetworkforvalues.org/en/
*Periodista italiano, residente en Chile. Licenciado en Ciencias Políticas de la Universidad Federico II de Nápoles y encargado de proyectos de cooperación sobre medios de comunicación comunitarios en América Latina
Los comentarios están cerrados, pero trackbacks Y pingbacks están abiertos.