Chile: Llamado a la presión social y el pan de cada día

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A la ciudadanía, esa a la que el senador Núñez quiere convocar para presionar por las reformas que el gobierno de Boric prometió y que no va a cumplir, ha sido tratada de la peor manera en estos dos años del más aguachento gobierno que se ha dicho progresista. Algo entre la nada y la cosa ninguna. Habrá que recordar al senador Núñez que esa ciudadanía a la que se refiere no es en caso alguno un naipe que se baraja desde las mangas del poder para el antojo de algunos o ante la necesidad apremiante de lo que será un fracaso en toda la línea.

Hace mucho rato que la izquierda abandonó la movilización popular. Resulta criticable el oportunismo del legislador al tratar a la gente como si fuera una tropa que espera por el llamado lúcido y atinado de quienes cruzan un mar de apremios y necesidades. Recordemos que del programa del actual gobierno solo quedan los corchetes. La historia enseña que nada de lo que la gente, antes se llamaba pueblo, ha conquistado para mejor vivir ha sido un regalo de los poderosos. Que los avances en derechos sociales, políticos y culturales del pueblo solo han sido posibles mediante decenios de sostenidas luchas en las que muchos fueron orillados a balazos.

Agreguemos que lo último que se vio como respuesta al estado de cosas que este gobierno ha acentuado, fue en aquellos días de octubre de 2019, en los que, precisamente, no estuvieron ni los partidos ni los senadores ni nada parecido. Aquellos que se propusieron hacerse del gobierno pero que se olvidaron donde residía el poder, no han hecho otra cosa que pavimentar el camino a la derecha más abyecta. Desde el comienzo de la gestión del presidente Boric el rasgo identitario de la pachorra inicial pasó del: aquí comenzó, aquí termina el neoliberalismo, a gobernar mirando el qué dirá de la derecha.

Hay un deambular que solo tiene en mente terminar este gobierno salvando lo que queda de dignidad. La inexistencia de un proyecto que se proponga algo diferente al estado actual del país, precisamente se explica porque la gente fue desmovilizada, sus organizaciones debilitadas cuando no cooptadas y los escasos avances en tres décadas de esperar, debilitadas hasta casi su extinción.

Sería un ejercicio notable ver al senador Núñez y a sus compañeros en la calle encabezando la presión social. Sería interesante encontrar un par de personas que sepan de qué van esos grandes proyectos a los que alude el legislador. Sería de observar el resultado de una convocatoria para presionar a la derecha mediante una campaña de firmas.

La gente ha sido maltratada una vez más.

Se olvida que este gobierno solo fue posible por evitar el peligro de la ultraderecha que se cernía sobre este campo de flores bordado. Y que a poco andar no cumpliría con ninguna de las medidas que habrían calado algo en la gente: no removió al director de Carabineros, pronto a ser formalizado por graves violaciones a los derechos humanos de miles de personas, no persiguió a Sebastián Piñera como responsable final de esas muertes, al contrario, lo nombró un estadista, no dio respuesta al CAE que hace vivir una vida de sobresaltos para pagar una carrera universitaria, se olvidó de la deuda histórica de los profesores, arrecia la persecución al mapuche, etc.

Entonces no vale que ahora, cuando se vienen más fracasos y más derrotas, y el futuro se ve comprometido por desaciertos, renuncias y torpezas, cuando ya no hay con quien negociar y la ultraderecha comienza a desplegar su táctica electoral, se esté pensando en la presión social, como si se tratara de un recurso disponible veinticuatro siete para cuando la derecha muestra su alma abyecta, la izquierda manotea su naufragio, las promesas no se cumplen o los traidores traicionan.

Eso es pan de cada día.

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