May 6 2008
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Economía

Chile. – ME GUSTAN LOS ESTUDIANTES

Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

En este escenario, que opera bajo la cuestionada lógica vigente en mayo del 2006, lo esperable es que las brechas existentes en la educación se acrecienten; por ejemplo, en los resultados de la PSU 2007, solo el uno por ciento de los hijos de las familias de menos recursos superaron los 700 puntos, mientras que en los hijos de familias de altos ingresos ese porcentaje llega al 16%. Estas cifran demuestran que los pobres en su condición de exclusión reciben una educación muy deficiente, lo que no ocurre con los estudiantes de altos ingresos.

De allí que el sistema de selección universitaria no sea más que el reflejo de la realidad social del país, razón por la cual, en la última propuesta entregada por los secundarios al Ministerio de Educación en diciembre pasado, se planteó su eliminación definitiva y su reemplazo por un mecanismo que considere sistemas de bachillerato humanista y científico.

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En esa misma y errada dirección se pueden considerar a otros mecanismos como el aporte fiscal indirecto (AFI) que resulta hoy una medida de política pública regresiva, ya que bajo el supuesto de favorecer la excelencia académica, premia a aquellas instituciones de educación superior que acogen a los alumnos de los estratos socioeconómicos más altos, que son aquellos que obtuvieron mejores resultados en la PSU y que provienen, a la vez, de los colegios privados que muestran históricamente los mejores resultados en la prueba SIMCE.

Un círculo vicioso que lleva más de 30 años sin romperse, heredado de la dictadura y que la Concertación ha ratificado. Basta recordar las demandas de los secundarios de la segunda mitad de los años ochentas que no eran ni más ni menos que las mismas del día 24 de abril de 2008, cuando nuevamente los estudiantes salieron a la calle en distintas ciudades del país y recibieron la acostumbrada represión policial.

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Desde mayo del 2006 han transcurrido dos años de tramitaciones inútiles, donde contrariamente a lo planteado en mayo del 68 por los estudiantes franceses, los nuestros sí han sido realistas pues han pedido sólo lo posible, pero en Chile, lo posible es imposible. Resulta políticamente absurdo responsabilizar a las movilizaciones estudiantiles por el poco avance logrado, ya que si no fuera por éstas, el consejo asesor de educación nombrado por Bachelet sesionaría ante la tumba del ex dictador.

Seamos honestos, ni el gobierno ni la oposición han querido modificar el marco regulatorio de la dictadura. La solución existe y es tan antigua como la vieja Europa, aquella que tanto nos gusta imitar, y que enfrenta el problema con cuantiosas inversiones públicas financiadas con un sistema tributario que grava más a los que más tienen y a las grandes empresas.

Entonces, no nos puede sorprender que los estudiantes vuelvan a salir a las calles para reclamar por un grave problema país que se ha querido presentar como solucionado o en vías de solución, que es la falsa imagen con la que se quiso clausurar la «revolución pingüina» del 2006.

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Además tampoco debería resultar sorprendente a la luz de lo que ocurre en el Parlamento, ya que el proyecto que se encuentra en el Congreso considera sólo una parte de las demandas y no asegura los cambios sustantivos que el sistema requiere. Un maquillaje más –entre tantos– gracias a los cuales, estilistas de la Concertación y de la Alianza han logrado reconocimiento internacional.

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* Economista.

Director de Investigación y Estudio de Universidad Arcis,
Santiago de Chile.

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May 29 2006
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Economía

Chile: – ME GUSTAN LOS ESTUDIANTES

Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Los escolares ya no le ladran a la luna en Chile. Esta movilización, con sus marchas, sus tomas y sus paros, más que una sorpresa, parece un milagro. Los protagonistas fueron criados con leche marca «La medida de lo posible» y no conocen nada más que de oídas las luchas anti-represivas de otros tiempos. Sus padres o sus hermanos mayores serán «hijos de Pinochet», pero los jóvenes que hoy se toman los liceos públicos son hijos de la Concertación.

No han conocido otra realidad pública que la que se ha construído en medio de esa especie de esmog al que algunos se refieren como «la transición». Por lo mismo, es refrescante la lucidez y la firme claridad con que se expresan ante los medios algunos de sus portavoces.

Los estudiantes secundarios tienen la razón al exigir que la PSU sea gratuita, porque es una vergüenza que haya gente que se queda sin dar la prueba en un país que gasta sumas exorbitantes en armamentos de última generación. También tienen razón al pedir gratuidad en el transporte público en un país que, por poner sólo un ejemplo, no ha sido capaz de resistir el chantaje militar y reformar el sistema de pensiones de las fuerzas armadas.

A ellos les queda muy claro que su país estrella tiene un sistema educacional que da vergüenza, aparte de un sistema de pensiones injusto, leyes laborales todavía vigentes dignas de una dictadura, una desigualdad socioeconómica infernal, sin mencionar un apartheid jurídico que trata las reivindicaciones de los pueblos originarios como delitos de terrorismo.

Es admirable que el movimiento estudiantil no se haya quedado en el «cosismo» del pase escolar y el pago de la PSU. La crítica que plantean es de fondo y toca directamente las premisas del orden social que se ha asentado en Chile desde el fin de la dictadura. Lo hacen, además, desplegando un discurso enraizado en las mejores tradiciones políticas de Chile, esas mismas que se evocan en los nombres de algunos de los liceos en toma o en paro. Lastarria y Barros Arana unidos jamás serán vencidos, y menos aún con Valentín Letelier, y otros nombres que traen a la memoria una larga tradición republicana.

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Hay que tener presente que la palabra «republicana», traducida al lenguaje del siglo XXI, equivale a «ciudadana», en el sentido que invoca la necesidad de una participación política activa, directa y plural. La participación ciudadana en los asuntos públicos inyecta una dosis importante de significación a la esfera colectiva, contribuyendo a cimentar la noción de que se puede interperlar al estado no solamente como consumidor individual sino como ciudadano en asociación solidaria. Parafraseando las palabras de Michelle Bachelet a Ricardo Lagos la noche de su triunfo electoral, en las tomas estudiantiles «se siente la república» más genuinamente que en algunos rituales electorales que todavía están viciados por el autoritarismo.

El rostro descubierto que han asumido, no solamente con madurez sino con coraje, junto con la predisposición a entablar un diálogo con el gobierno, son garantías de buena fe. Por lo tanto, la autoridad que los tome en serio sacará un doble beneficio. En primer lugar, se ganará el respeto de estos futuros ciudadanos. Los que nos ganamos la vida haciendo clases sabemos lo mucho que puede significar un «momento pedagógico» como éste, cuando se borronean los límites entre quien enseña y quien aprende. En segundo lugar, ante el resto de la ciudadanía, la autoridad tendrá la oportunidad de practicar lo que tanto ha venido predicando acerca de un nuevo modo de gobernar, con el oído alerta y el ojo atento.

Siempre habrá manipulación de cualquier movimiento de jóvenes (si no lo creen, pregúntenles a Andrés Allamand o a Camilo Escalona quiénes les escribían el libreto en tiempos de la FESES), pero quien haya tenido la ocasión de escuchar a los líderes de este movimiento se dará cuenta de que ellos y ellas tienen el cedazo fino para distinguir entre el apoyo genuino y el intento de manejarlos a control remoto. Después de todo, estos péndex tienen experiencia con las tácticas de los adultos con quienes conviven, para empezar; no es tan fácil contarles cuentos.

Tengámosles confianza y entreguémosles la posibilidad para sacarle el mayor provecho posible a sus inquietudes.

Tienen su razón más profunda al vincular las reivindicaciones puntuales con una crítica al sistema imperante en Chile: es hora que el Estado reasuma su rol de garante de ciertos derechos sociales que se han constituído en elemento esencial de la idea de Chile. Uno de esos derechos es el de una educación de calidad que garantice la igualdad de oportunidades. También tenemos que prestarle atención a la queja legítima sobre el modo en que la policía ha enfrentado la protesta callejera. Tal como ellos lo explicaron con un razonamiento incontestable, si en las calles no se pueden expresar, van a ocupar los espacios necesarios para dar sus puntos de vista.

Hasta ahora, la gran mayoría ha hecho las cosas con responsabilidad, con criterio, y con un entusiasmo alegre, contagioso y esperanzador. Que vivan los estudiantes, jardín de las alegrías, como cantaba la Violeta. De todos depende que estos muchachos y muchachas que hoy ocupan sus liceos no lleguen a la mayoría de edad con la convicción cínica y destructiva de que se las jugaron en vano por lo que creyeron justo.

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* En: http://noticiassecretas.blogspot.com

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