Chile, país que progresa: les tocó (de nuevo) a los pescadores artesanales
Lagos Nilsson
Al menos a los que todavía obtienen sus recursos de esa mar que (a veces) tranquila baña las costas; una mar-océano castigada, depredada hasta lo indecible, empobrecida tanto como quienes en ella pescan. Lo curioso es que el Ejecutivo y Legslativo se preocupen tanto de asuntos en definitiva menores, mientras navegan, con aparejos y todo, los grandes buques, entusiasmados sus armadores con la pesca de arrastre y otras "artes".
El proyecto del Ejecutivo modifica la Ley General de Pesca en lo relativo a la embarcación artesanal, al reemplazo de la inscripción en el Registro Pesquero Artesanal y a los requisitos para inscribirse en él, y precisa las características básicas que deben tener las embarcaciones artesanales que se define como "aquella explotada por un armador artesanal e inscrito en el Registro Pesquero Artesanal, de una eslora máxima no superior a 18 metros y de hasta 50 toneladas de registro grueso".
Además se modifica el sistema de sanciones por incumplimiento a la capacidad máxima de carga. En este sentido se establece que la embarcación artesanal que desembarque capturas que exceden la capacidad máxima de carga por viaje de pesca, será sancionada con la suspensión de los derechos derivados de la inscripción en el Registro Pesquero Artesanal por el plazo de 15 días.
Si dentro del plazo de dos años desde la ejecución de la primera infracción, se incurre por segunda vez en la misma conducta, la sanción se extenderá por el plazo de un mes, y la tercera infracción se sancionará con 3 meses de suspensión.
La iniciativa, sobre los escritorios de los integrantes de la comisión de Pesca de la Cámara de Diputados –o bien encajonada en alguna parte– flexibiliza el período dentro del cual debe acreditar el pescador su condición "de habitual en la actividad pesquera", aunque modifica la exigencia de residencia efectiva por al menos tres años consecutivos en la región en la que se solicita la inscripción en el Registro Artesanal.
Grosso modo pescador artesanal es quien se desempeña como patrón o tripulante en una embarcación artesanal. Si posee hasta dos embarcaciones (¡dos! ¿tantos?) será armador artesanal.
En cuanto a lo que hace en la mar territorial, si su actividad principal es la extracción de mariscos, será mariscador y si realiza recolección y segado de algas será alguero. Muchos trabajan en más de un área así definida.
Conviene tener presente, sin embargo, que un gran número de pescadores –especialmente en regiones distantes– no cumplen su cometido en embarcaciones de 18 metros de largo (eslora) con capacidad para 50 toneladas; pescan en botes de madera a los que se ha instalado un motor fuera de borda y cumplen sus tareas en grupos pequeños para llegar en la madrugada a sus caletas –pequeñas bahías–, donde venderán el producto de su trabajo, sea directamente a los consumidores o a comerciantes que los distribuirán por la zona.
Un gran número de ellos y sus familias carece de seguridad social y atención de salud en caso de accidente o enfermedad; sus hijos no tienen acceso a una educación digna. Son extremadamente pobres y se empobrecen todavía más por la indiscriminada explotación y depredación industrial enseñoreada sobre el ambiente, que sin pausa elimina sus fuentes de subsistencia.
En algunos casos se pretende el tendido de ductos desde establecimientos industriales tierra adentro –como plantas de celulosa– para regar deshechos, muchos extremadamente contaminantes y peligrosos para la salud vegetal y animal, a poca distancia de la costa en que viven. O los vierten en ríos y esteros que desembocan en esas playas.
Chile no tiene problemas con el ambiente natural, los asuntos ambientales en Chile constituyen una tragedia.
Desde hace años sindicatos de pescadores y organizaciones sociales varias vienen luchando por una ley de pesca racional, que cautele el modo de vida de las comunidades y proteja la vida marina. No se los escucha.
La "apertura económica" del país trazada por la dictadura de 1973/90 –que entonces parecía y en la actualidad sin duda es como la separación de rodillas de una mujer forzada a la prostitución (porque no hay putas voluntarias)– y oscuros intereses, o falta de interés por el asunto, o contubernios que en alguna ocasión en medio del trámite ligaron a parlamentarios con empresas del sector pesquero-industrial, en fin, postergan una materia urgente de resolver para el futuro del país.
Es, cierto, importante que se establezcan las categorías pertinentes de las naos pescadoras, haya castigo para quienes trasgredan la ley, etc…
¿Pero acaso no es también importante –mucho más importante– detener en Chile al "arte" de la pesca de arrastre? ¿No es importante poner cupos a las flotas industriales? ¿Habrá que permitir a las salmoneras seguir ensuciando –destruyendo– el litoral marino y tierras adyacentes?
Addenda
El 14 de octubre de 2005, en el diario electrónico de la Radio de la Universidad de Chile (www.radio.uchile.cl) el economista Marcel Claude –entonces director regional de la entidad ambientalista Océana– publicaba un artículo que en lo medular no ha perdido vigencia: Ley de Pesca: de espalda a pescadores artesanales.
Vale a pena leerlo:
"Como ocurre con todos los recursos naturales, los productos marinos están expuestos a la depredación si no se aprovechan en forma racional y moderada y, por lo tanto, el papel del Estado es fundamental a la hora de poner límites a la pesca excesiva o no sustentable.
"Actualmente se sigue discutiendo en el Parlamento chileno el proyecto de ley que modifica la Ley General de Pesca y Acuicultura, lo que representa una buena oportunidad para corregir la forma como se ha regulado la pesca en Chile. A parte de poner claros límites a las capturas, una adecuada legislación pesquera debe permitir que la administración cuente con la flexibilidad suficiente para reaccionar oportunamente frente a los fenómenos oceanográficos que provocan repentinas variaciones en los stocks de las especies explotadas. Este principio es fundamental para prevenir que el esfuerzo de pesca sobrepase la capacidad de regeneración del recurso, corriendo el riesgo de agotarse.
"A juicio de Oceana, el actual modelo pesquero chileno no es sustentable en el largo plazo. A pesar de que se ha implementado un sistema de fijación de cuotas particulares de captura, esto no ha sido suficiente para prevenir la pesca excesiva ya que las decisiones de la administración no han tomado debidamente en cuenta los antecedentes científicos disponibles.
"Luego de más de dos años de aplicación de este sistema, llamado Límite Máximo de Captura por Armador, las principales especies marinas continúan en estado de sobreexplotación. En la actualidad y según cifras oficiales, la cantidad natural del jurel en las 200 millas a mar adentro, se ha reducido en un 73% entre el 2002 y el 2004, pasando de 1,9 millones de toneladas a sólo 540 mil. La cantidad natural de la merluza común, en el mismo período, se ha reducido en un 82% pasando de 1,5 millones de toneladas a sólo 274 mil toneladas. Otra especie que experimentó una caída en su cantidad natural fue la merluza de cola, que sufrió una caída del 56% entre el 2002 y el 2004.
"Hemos propuesto que la asignación de cuotas se realice a través de un proceso transparente de licitación pública en que las empresas compitan por su adjudicación. En ese proceso, se debe preferir a las empresas que utilicen procesos productivos más eficientes y que implementen sistemas de producción y métodos de pesca más acordes con la protección de los recursos marinos y del medioambiente marino en general.
"También, estimamos necesaria la prohibición del uso de artes de pesca que degraden el fondo marino, como la pesca de arrastre, sistema altamente perjudicial para el medioambiente. Estos sistemas y prácticas como el descarte, que significa devolver al mar todas las especies no deseadas que han sido atrapadas, atentan contra la debida conservación de los recursos marinos.
"Hoy día existen aproximadamente 73 mil puestos de trabajo en el sector pesquero, sin incluir al sector acuícola. De éstos, aproximadamente unos 60 mil son aportados por los pescadores artesanales. Solamente esta cifra es suficiente para echar por tierra el argumento de la necesidad de crear empleos, a fin de justificar el tipo de regulación pesquera que ha adoptado el Estado chileno, dado que, mientras el 80% de las cuotas pesqueras se ha asignado a la industria que provee menos del 20% del empleo, el 20% de las cuotas se ha entregado a la pesca artesanal que es responsable de más del 80% del empleo en este sector.
"Claramente las cifras no cuadran, dado que si la pesca artesanal es responsable de un mayor nivel de empleo, debería haber sido el sector privilegiado con la asignación de las cuotas, lo cual no ha sido en absoluto el caso.
"Por otra parte, tampoco resulta razonable el modelo de administración pesquera, cuando juntamente con indicadores de rentabilidad descollantes por parte de la industria pesquera, lo que debería indicar un sector dinámico que está creciendo y, en consecuencia, mostrando una gran capacidad de ocupar mano de obra, muestra no sólo un letargo en esta materia, sino más bien, un claro retroceso, puesto que, el sector pesquero ha reducido su capacidad de proveer empleos: entre los años 1996 y 2001, el sector ha perdido 6.400 empleos.
"Evidentemente, detrás de la legislación pesquera chilena, más que una cuestión de estricta racionalidad económica, lo que hay en el fondo es una cuestión de desequilibrio político, que se refleja en el hecho de que los pescadores artesanales tienen mucho menos fuerza para hacer valer sus intereses que los grupos empresariales asociados a la industria pesquera.
"De hecho, la Ley Corta de Pesca fue aprobada a fines del 2002 por una mayoría plena tanto en el Senado como de la Cámara de Diputados y en donde la voz de los pescadores artesanales simplemente no tuvo eco alguno".
Cabe una pregunta retórica: ¿por qué los partidos políticos y sus dirigentes están en la sima de la estimación ciudadana?