Chile, Piñera: el proyecto neoliberal
Álvaro Cuadra.*
La ideología neoliberal representa una ruptura respecto del liberalismo del siglo XIX. Se consigna su nacimiento en 1947, tras la Segunda Guerra Mundial. El texto fundacional de esta doctrina fue escrito por Friedrich Hayek en 1944: Camino a la servidumbre. El mensaje es una argumentación apasionada contra el intervencionismo estatal, pensando, por cierto, en las tesis socialdemócratas en torno al Welfare State, incluido en New Deal desplegado por el presidente Franklin D. Roosevelt, de EEUU.
Para luchar contra el Estado de Bienestar, que finalmente se impuso en Europa, Hayek convocó, en Mont Pélerin, Suiza, a un grupo de notables, entre los que se contaban nombres de la talla de Karl Popper, Milton Friedman, Walter Lippman, Michael Polanyi y Salvador de Madariaga, entre otros. Nacía así la Sociedad de Mont Pélerin, un grupo especializado en una cruzada contra el keynesianismo, apostando a una forma de capitalismo menos restrictivo, más duro.
Pocas veces se ha advertido que la doctrina neoliberal con su prédica contra el igualitarismo y la regulación social, argumentando que la desigualdad es un valor positivo, acaso imprescindible, se inscribe, claramente, entre las teorías económicas y políticas más radicales del siglo XX. Como toda postura radical, el neoliberalismo no fue tomado muy en serio durante las tres décadas de postguerra, se trataba más bien de una teoría extrema y exótica que se revisaba con precaución en el ámbito académico.
Diez años antes de que el primer gobierno neoliberal se instalara en Gran Bretaña de la mano de Margaret Thatcher, surgía en América Latina una cruenta dictadura encabezada por Augusto Pinochet que, inspirada en Milton Friedman, convertiría a Chile en una experiencia piloto. Es interesante notar que la abolición del régimen democrático no significó ningún obstáculo para desplegar la doctrina neoliberal en nuestro país, pues, como había explicado Hayek, la democracia no es un valor propio del neoliberalismo.
Las medidas neoliberales chilenas incluyeron, desde luego, desregulación, desempleo masivo, violenta represión de los sindicatos, privatización de bienes públicos y una redistribución del ingreso a favor del quintil más rico de la población. Esta receta, mutatis mutandi, se aplicaría más tarde bajo el gobierno de la señora Thatcher en el Reino Unido, marcando con ello el inicio de una clara hegemonía ideológica del neoliberalismo a nivel mundial.
En América Latina, la nueva doctrina comenzaría a implementarse hacia fines de los años ochenta: Salinas en México, Menem en Argentina, Pérez en Venezuela y Fujimori en Perú.
En Chile, tras dos décadas concertacionistas, de inspiración socialcristiana y socialdemócrata, se consolidaron la plena hegemonía de las tesis de Mont Pélerin en tanto estos gobiernos hicieron suyas las políticas neoliberales. El reciente triunfo de la derecha en nuestro país hace explícito un giro neoliberal hacia su estado más puro, esto es, favorable al capital financiero y a la privatización como principio operante, lo mismo que a la “desigualdad natural” que se traduce en un desempleo estructural.
En este sentido, el actual gobierno de derecha no representa sino un nuevo matiz en la continuidad política y económica de los gobiernos pospinochetistas.
* Doctor en semiología, Universidad de La Sorbona, Francia. Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados, Universidad ARCIS, Chile.