CHILE: PIÑERA, SUS ALIADOS Y EL ESPÍRITU DEL TAITA
Este tipo de estratagemas fue la base de la campaña del “sí” en el plebiscito de 1988 para proyectar una terrorífica visión de lo que ocurriría si Pinochet se iba del gobierno y éste pasaba a manos de la oposición representada por la Concertación. El estrepitoso fracaso de esta artimaña hizo que los herederos del gobierno militar no volvieran a incursionar en este terreno, ya que sus argumentos no se los creía ni su abuelita (o su abuelito, si no queremos olvidar al inspirador ideológico de la derecha, ese apacible anciano procesado hoy por genocidio y ladronaje).
La campaña apocalíptica a la que recurre en estos días el piñerismo la desató el inminente apoyo de la izquierda extraparlamentaria a la candidatura de Michelle Bachelet, que aleja todavía más las posibilidades de Piñera de llegar al poder. Que uno de los pinochetistas más recalcitrante de la UDI haya señalado la existencia de supuestas exigencias secretas del Partido Comunista a Bachelet condicionando su apoyo oficial, no causa ninguna sorpresa. Pero que el propio señor Piñera hablara de un retorno a los “métodos de la izquierda de los años sesenta” por parte de la candidatura de la Concertación, demuestra cuán rápidamente el “renovado” plutócrata enseña la cola, esa que ha tratado por todos los medios de esconder, la cola de protervo pinochetista, condición que sabe muy bien, es un desprestigio insalvable para la cara centrista que quiere exhibir ante el país.
Los supuestos “métodos de la izquierda de los años sesenta” traídos a colación por Piñera, fueron los que le sirvieron a Pinochet para justificar su asalto al poder y desatar una de las más feroces dictaduras de la América Latina de esos tiempos, teñida de pardo y de sangre.
Una vez más “El Mercurio” miente
La metodología de la guerra sucia contra Bachelet utilizando a la izquierda –a la que con tanta rapidez ha echado mano Sebastián Piñera–, obedece sin duda a un plan muy bien elaborado en el que comienzan a abrevar puntualmente los peones de siempre. El domingo pasado, por ejemplo, El Mercurio, que jugara un papel vital en la preparación del golpe de 1973, da un paso más en sacarse la careta de cierta objetividad que había querido exhibir estos últimos años tratando de abandonar, como tantos otros, el barco de un Pinochet hundido hasta el cuello. Basta mirar su página editorial: con un despliegue de “imparcialidad” admirable dedica dos de sus parrafadas editoriales a atacar a Michelle Bachelet partiendo de un análisis tortuoso de la realidad vivida por el país en democracia.
Haciendo un desvergonzado olvido de los ataques permanentes y virulentos dirigidos por la derecha a los gobiernos de la Concertación –que cargan sus propias culpas– comienza elogiando lo que ahí se califica como “la colaboración política vivida desde que se restableció la democracia” entre la derecha y la Concertación, fruto, según este análisis mercurial, de la manera como se estructuró el Senado gracias al sistema binominal y de senadores designados, todo lo cual, como se sabe, fue herencia de Pinochet.
Esta paradisíaca realidad es justamente la que ha bloqueado sistemáticamente toda iniciativa en favor de las mayorías discriminadas por un sistema económico de por sí perverso, que favorece a los detentores de la riqueza poniendo a Chile a la cabeza de los países con mayor injusticia social. Para el que fuera el diario oficial del pinochetismo, sin embargo, el modelo impuesto por el dictador condujo a “una exitosa fórmula de gobernabilidad que ha sido posible por el binominalismo, por la integración del Senado y por las trágicas experiencias del pasado”.
En esta última frase se desliza sibilinamente la idea reiterativa de la derecha: que las tragedias del pasado no fueron los miles de muertos, torturados, desaparecidos y exiliados que provocó la dictadura, sino la llegada de la izquierda al poder, lo que, según la nueva campaña del terror estaría por ocurrir nuevamente si gana Michelle Bachelet.
Hasta aquí nada nuevo, en todo caso. Sólo se insiste en elogiar la aberrante forma como la dictadura extendió el dominio de la derecha a través de una constitución que todavía gravita, para alegría mercurial, con el binominalismo que la derecha se obstina en mantener.
El meollo de la posición del piñerismo mercurial
Sin embargo la base de la estrategia del piñerismo para la segunda vuelta, lleva a El Mercurio a enarbolar una sorprendente tesis en el mismo sinuoso editorial. Dice:
“Tal vez en esta suerte de cogobierno, lealmente servido por la oposición de derecha y los distintos ocupantes de La Moneda, radique uno de los impedimentos para que la Alianza llegara al Gobierno, ya que amplios sectores ciudadanos no visualizaban razones de peso para cambiar ese exitoso estado de cosas”.
Extraña teoría. A primera vista podría desprenderse un elogio a los gobiernos de la Concertación demasiado benevolente para venir de donde viene, lo que lo hace de por sí sospechoso. Dice que no habría razones para cambiar, vuelvo a citar, “este exitoso estado de cosas” Es decir, para qué votar por Piñera si este statu quo de los gobiernos de la Concertación, vuelvo a citar textual, “cuajó en una exitosa fórmula de gobernabilidad y desarrollo para nuestro país durante más de una década y media”.
Como esos ajedrecistas que ofrecen una pieza valiosa al incauto contrincante para luego lanzar el ataque devastador, El Mercurio agrega en el resto de su editorial las dos razones fundamentales en las que se basan sus argumentos para que, ahora, un triunfo de la Concertación no sea una ”exitosa fórmula de gobernabilidad”:
Lo primero es un peligroso avance de la izquierda –y es aquí donde comienza la “campaña del terror”–, por otro lado la condición de mujer que tiene Bachelet, esto último convirtiendo el rabioso machismo del señor Piñera en un arma que, bien manejada, puede compensar su escaso éxito en el estamento femenino acarreándole dividendos entre los hombres –lo que, de paso, demuestra la pobre idea que se tiene respecto de la condición masculina del chileno–.
Ambos ataques arteros los resume el diario del candidato del pinochetismo en una sola fras: “Si hasta ahora ha habido dudas sobre sus capacidades (de Bachelet) para asumir la presidencia en un cuadro de gran estabilidad y consenso, los vientos de tempestad, azuzados por ella misma, sólo acrecientan esos temores”.
En realidad, los temores de la derecha nacen de la derrota de uno de los principales enclaves dictatoriales como eran los senadores designados. que daban mayoría en el parlamento a quienes llegaban apenas a un tercio del electorado.
Este “equilibrio exitoso” basado en el desparpajo de una minoría con mayoría en el senado, no servía para “importantes acuerdos legislativos” como los califica “El Mercurio”, sino para atajar todos los proyectos en beneficio de las grandes mayorías marginadas de las riquezas que acumulaban los Piñera y sus homónimos al alero del sistema.
Churchill: «No se puede engañar a toda la gente, todo el tiempo”
Es por eso que ahora que el parlamento se democratiza de verdad, el modelo ya no le sirve al pinochetismo y a la derecha recalcitrante. Dejó de ser “exitoso”, de dar “estabilidad” al país, más aún si se agrega la eliminación definitiva del binominalismo que le permite una representación fraudulenta en el senado al no constituir la voluntad de las mayorías.
Sus intereses no se ven amagados por un eventual gobierno de la candidata concertacionista, sino porque por primera vez el congreso reflejará en parte la realidad de la voluntad ciudadana, aquella que El Mercurio ayudó a aplastar a sangre y fuego durante los 17 años de la dictadura y escamoteada otros 15 años más por el sistema binominal y los senadores designados. Incluso la mayoría obtenida por la Concertación, 52%, sobre el 38% de la derecha aún no es totalmente democrática porque cerca del 10% de los electores han quedado sin representación en el parlamento, no obstante los cientos de miles de votos obtenidos por los candidatos del conglomerado Juntos Podemos Más, representativo de la izquierda.
¿Qué es lo que le parece tan aberrante a ese diario en los planes del eventual gobierno de Bachelet? Lo dice el mismo editorial al comienzo: suprimir el reemplazo de los trabajadores en caso de huelga modificando las normas laborales, elevar las pensiones mínimas y las asistenciales de vejez e invalidez en un 100%, asegurar la redistribución de las riquezas del país de una manera justa eliminando la enorme desigualdad social que ha traído el modelo neoliberal de la economía y, sobre todo, terminar con el sistema binominal de elecciones.
Algunos de estos tremendos pecados “izquierdistas” del programa de Bachelet, ¿no son, matices más, matices menos, también propuestas de Piñera? ¿O El Mercurio tiene bien claro que se trata de las típicas propuestas demagógicas de la derecha cuando está en campaña electoral?
Otro fantasmón que desvela las noches mercuriales es la posibilidad de que Televisión Nacional pase a depender otra vez del gobierno, tanto en su administración como en su financiamiento, al tener Bachelet mayoría en el congreso. Y aquí la desvergüenza del vocero de la derecha no tiene límites.
¿Qué dijeron los editoriales de éste diario en los 17 años de Pinochet, cuando no uno sino todos los medios los controlaba la dictadura, llegando incluso a asesinar a los periodistas que se atrevían a oponerse a la represión? Si no queremos ir tan lejos, el señor candidato entre otras riquezas ¿no es acaso dueño de un canal de TV, demostrando que el poder del dinero en este país es mucho más grande que los estamentos democráticos como el parlamento y el gobierno?
Mentid, mentid, que algo queda
Finalmente, como corolario de las viejas armas mercuriales que emergen impúdicas cuando se trata de defender los intereses de sus mentores, el editorial termina con una mentira que pasma por su impudicia y descaro. Dice, en su afán de adjudicar la violencia a la izquierda y a la Concertación, azuzando así la campaña del terror que se está montando:
“El que los únicos actos de violencia durante la elección hayan tenido como víctimas a figuras de la Alianza (…) hacen temer el surgimiento de una Concertación distinta”. Increíble. Los principales actos de violencia fueron protagonizados por enfrentamientos entre partidarios de Lavín contra partidarios de Piñera, ni siquiera contra la Concertación, como lo conoció todo el país en esta primera vuelta.
No en vano la propia encuesta de El Mercurio arroja un preocupante magro 38% para el ahora candidato único de la derecha, cifra que está muy por debajo de la suma del 23,8% de Lavin y el 25,7% de Piñera, lo que demuestra la verdad del aserto que los votos de ambos “aliados”, que se detestan hasta llegar a la violencia, no se suman.
El diario inicia su editorial diciendo que “una antigua reflexión advierte que cuando los dioses quieren perdernos les basta con concedernos nuestros deseos”. Nosotros, al terminar este artículo, damos a los editores del pasquín derechista en formato grande un consejo popular, pero no por eso menos sabio: que cuando se quiere orinar sobre el otro, hay que tener mucho cuidado de no hacerlo contra el viento.
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* Científico y escritor.