Chile, PPD. – LA CORRUPCIÓN EN EL PAÍS Y EN AMÉRICA LATINA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Algunos analistas políticos han llegado a la conclusión de que la corrupción en el Estado y sector privado es en la actualidad el gran enemigo de las democracias latinoamericanas; en algunos países verdaderas mafias controlan y dirigen los asuntos públicos.

Denuncias y posteriores nvestigaciones dignas de crédito en Argentina, Brasil y otros países, indican que éstos comprometieron millones de dólares en préstamos solicitados al FM y BM, los que ni siquiera llegaron a la nación que los pidió, sino que se «quedaron» en cuentas privadas de altos funcionarios de gobierno y sus contrapartes de organismos internacionales.

Los botones de la muestra

Ernesto Cardenal, cura y poeta revolucionario nicaragüense, en visita a Chile en 2005, afirmó que el gobierno de la Revolución Sandinista perdió el poder por la corrupción de algunos comandantes ligados al FSLN.

En Venezuela el presidente Chávez, luego de haber ganado las elecciones de gobernadores en 2005, afirmó que el enemigo más preocupante de la Revolución Bolivariana no es la oposición política, sino el alto grado de corrupción en el Estado, que se arrastra desde hace 50 años con los gobierno de los partidos Acción Democrática (socialdemócrata) y COPEI (demócrata cristiano), partidos que hoy solo representan el dos por ciento de los votos contra el 80% del partido bolivariano.

Ha un año, el 17 de noviembre de 2005, Fidel Castro sorprendió a los cubanos con un discurso donde por primera vez habló descarnadamente de la corrupción, y dijo que la revolución no podía ser destruida por fuerzas externas, preparados como estaban para rechazarlas, pero sí podían destruirla internamente, señalando a la corrupción como el factor más riesgoso.

Fidel ha dicho: «Los yanquis no pueden destruir este proceso revolucionario, porque tenemos todo un pueblo que ha aprendido a manejar las armas. Pero este país puede autodestruirse por sí mismo. Esta revolución puede destruirse. Nosotros, sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra si no somos capaces de corregir nuestros errores. Si no conseguimos poner fin a muchos vicios: mucho robo, muchos desvíos y muchas fuentes de suministro de dinero».

Caiga quién caiga no es TV, es peor

En Chile y resto de Latinoamérica la corrupción también está presente, y basta recordar cuando el presidente Lagos dijo «combatiremos a los corruptos caiga quién caiga», y «hay que dejar que las instituciones funcionen». Es verdad que las instituciones judiciales en Latinoamérica funcionan, pero lamentablemente con muchos jueces y magistrados manchados por los tentáculos de la corrupción; por lo tanto sólo caen los menos, y los más –»de cuello y corbata»–, son condecorados para seguir en el camino del delito.

Estudios internacionales de seguridad, demuestran que la década de las dictaduras militaresLatinoamericanas, fué la era donde comandantes, generales, capitanes y coroneles de las fuerzas armadas, coludidos con empresarios y «emprendedores», se robaron miles de millones de dólares de las arcas fiscales, crearon cárteles en las unidades militares donde se preparó y distribuyó droga, así como también se involucraron en el negocio del contrabando de armas, lo que en Chile lentamente se ha ido conociendo por informes de bancos de EEUU, Suiza e Islas Caimán –en los cuales abrió cuentas secretas el general Pinochet, familiares y parte de su generalato–, lo que recientemente fue denunciado por el juez español Baltazar Garzón de visita en Chile.

Muchos compañeros revolucionarios cayeron en combate, otros fueron presos, torturados, desaparecidos y exiliados, luchando contra la dictadura de Pinochet para rescatar la democracia; por lo tanto, por respeto a nuestros compañeros caídos, las altas autoridades partidarias deben sancionar y expulsar a los militantes y amigos de los partidos de la Concertación que se involucran en actos de corrupción. Los partidos políticos son el sostén del sistema democrático que asegura la gobernabilidad de los países.

No olvidemos que las democracias latinoamericanas fueron violentadas en décadas pasadas por sangrientas y corruptas dictaduras militares, pero en los nuevos tiempos el peligro mayor es la corrupción de militantes de partidos políticos en conjunto con empresarios, que pueden hacerlos desaparecer –y eventualmemte tumbar gobiernos democráticos–.

Solo como dato es importante saber que en varios países del mundo, se aplican fuertes sanciones de cárcel a los funcionarios públicos involucrados en actos de corrupción, llegando incluso a la pena de muerte, como los casos de China y algunos países árabes.

* Dirigente de la Secretaría Internacional y Comisión de DD.HH. del PPD.
edisonbarria@yahoo.com

(Texto aparecido también en el diario La Nación de Santiago).

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