Chile, Teletón (II): una mentira piadosa
Álvaro Cuadra*
Desde hace ya bastantes años, Don Francisco, un animador de televisión emblemático, nos tiene acostumbrados a la Teletón, mezcla de espectáculo y justa deportiva. Todo parece estar hecho para provocar el efecto melodramático que yuxtapone vedettes semidesnudas salpicadas de lentejuelas con muletas y sillas de ruedas.
Esta moral epidérmica se olvida pronto frente a cualquier otro suceso que convoque al país.
La Teletón, bien mirado, es un montaje, una simulación, una mentira piadosa. Es la manera como una sociedad profundamente individualista, competitiva y consumista convierte a los enfermos en objeto de consumo de masas, en espectáculo.
Un reconocido showman preside la liturgia en que se consagra la mentira, aquella que hace aparecer a los señores empresarios, siempre mal dispuestos a pagar sueldos éticos, como seres sensibles y generosos ante el dolor del prójimo.
De alguna manera, la Teletón hace evidente el tinglado moral en que se mueve la sociedad chilena y que limita de manera inevitable con el mercado y el espectáculo, es decir con el dinero y las apariencias.
Chile se ha convertido en un país insensible a los pobres y a los débiles en que sólo importa el dinero.
La Teletón muestra la falsa ética de un país indolente a través de la fórmula de un “marketing humanitario” que promueve una visión sentimental y “kitsch” de una cultura degradada.
Por último, la Teletón divierte a las masas que respiran aliviadas tras veinticuatro horas de espectáculo y entretención en un “final feliz” que les hace creer, ingenuamente, que nuestro país es un lugar justo y bueno.
* Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados ELAP.
Arena Pública. Plataforma de opinión. Universidad ARCIS.