Chile: Termina el año y aún no se concretan compromisos adoptados en pesca de arrastre
La pesca de arrastre de fondo ha sido catalogada, globalmente, como el arte de pesca más perjudicial para los ecosistemas marinos. Usada tanto por industriales como por artesanales, esta forma de pesca consiste en capturar especies, especialmente peces y crustáceos, arrastrando enormes redes por el fondo marino.
Las opiniones respecto a su impacto en las pesquerías de Chile, sin embargo, no han llegado a consenso y la industria pesquera de este país niega que se trate de un arte dañino.
Aun así, la organización para la conservación marina Oceana presentó, en 2016, una propuesta para terminar progresivamente con la pesca de arrastre en este país. En ese marco, en diciembre del 2017, se acordó el congelamiento de la huella. Esto “evita que la pesca de arrastre de fondo se expanda a zonas que no han sido arrasadas, circunscribiendo las faenas solo a aquellas áreas donde los arrastreros han operado en los últimos años”, explica Liesbeth van der Meer, directora ejecutiva de Oceana Chile.
A un año de adoptado el compromiso, el acuerdo no ha pasado de la palabra para concretarse en acciones. ¿Sigue viva la entusiasta medida prometida en 2017?
Los impactos del arrastre
Numerosas investigaciones científicas coinciden en que, como un arado en la tierra, las redes de arrastre remueven el sustrato y “aplastan a diversos organismos incluyendo algas, plantas y animales antiquísimos de lento crecimiento que son extremadamente sensibles a los disturbios de su hábitat, como las anémonas, las esponjas y los corales de profundidad” asegura un informe de Oceana publicado en 2004. Al mismo tiempo, “la remoción del suelo puede tener efectos a largo plazo en ecosistema, al alterar las propiedades físicas de sus sedimentos” dice van der Meer.
Además, lo estudios señalan que este método es uno de los menos selectivos, es decir, que tanto las especies que son objetivo, como las que no lo son, quedan atrapadas en las redes. Es lo que se llama pesca incidental y de descarte.
En Chile, son principalmente dos las pesquerías en las que se utiliza arrastre de fondo: crustáceos y merluza.
Según una investigación científica desarrollada por Oceana Chile, y que fundamentó las bases para establecer la propuesta para un eliminación progresiva de la pesca de arrastre de fondo, cada año 3905 km² de superficie marina son impactados por este arte de pesca. “De esta área, la fracción que corresponde a la expansión de la pesca ocupando caladeros nuevos, ubicados en lugares nunca antes arrastrados, equivale a un promedio de 554 km2” agrega Liesbeth Van de Mear.
Frente a estos números, Patricio Gálvez investigador del Instituto de Fomento Pesquero (IFOP), organismo encargado de generar la información necesaria para que el Estado pueda, entre otras cosas, administrar y regular la captura de los recursos, indica que “los caladeros de las pesquerías son bastante tradicionales. No hay exploraciones de la flota en nuevos caladeros”.
La Sociedad Nacional de Pesca, el principal gremio de industriales, asegura, por su parte, que el arrastre “no produce impactos negativos en Chile, ya que el 97,5 % del fondo marino donde se realiza esta actividad es de arena y fango”.
Van der Meer defiende la investigación realizada por Oceana indicando que “la Subsecretaría de Pesca (SUBPESCA) replicó el estudio que nosotros hicimos para ver si era verdad lo que estábamos diciendo”. Así, luego de dicha confirmación, la medida propuesta fue el resultado de un trabajo conjunto entre Oceana y SUBPESCA.
Por otro lado, van der Meer explica que “nosotros no tenemos la línea base. ¿Cómo era antes del arrastre?, no lo sabemos porque esto en Chile empezó por los años 70. En ese entonces, no teníamos la ciencia que tenemos ahora para ver cómo eran los fondos marinos. Lo que sí tenemos, es ciencia donde no se ha arrastrado y ahí la vida es completamente distinta a como tú lo ves después de arrastrado”.
La fauna acompañante en riesgo
Según el estudio de Oceana, en Chile la pesquería del camarón nailon presentó el año 2014 el mayor índice de pesca incidental: un 20 % de pesca no objetivo, siendo la merluza común la especie más afectada. En 2017, según de IFOP, esta pesquería presentó un porcentaje de fauna acompañante de hasta 18,3 % del total capturado.
Aunque los números han mejorado en el transcurso de tres años, van der Meer asegura que “en el caso del arrastre de crustáceos, la fauna acompañante consiste en 40 especies de las cuales 29 se encuentran en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en distintos grados de conservación”.
Por otro lado, aunque “el bycatch —o pesca incidental— de merluza común representa unas 232 toneladas totales, este número tiene incidencia considerando que se trata de una pesquería que se encuentra sobreexplotada, lo cual representa una seria amenaza para su conservación”, destaca van der Meer.
En efecto, la merluza es una de las especies comerciales más amenazada actualmente en Chile y, aunque las últimas estadísticas se mostraron favorables sacándola de su estado de “agotada” para categorizarla como “sobreexplotada”, diversas opiniones científicas opinan que no son más que diferencias léxicas. Hugo Arancibia, biólogo marino del Departamento de Oceanografía de la Universidad de Concepción señala que “es puro artilugio matemático. Simplemente cambian algunos criterios y la bolita de cristal dirá que pasamos de agotado a sobreexplotado”.
Eduardo Quiroz, secretario de la federación de pescadores artesanales Nuevo Amanecer, que reúne a las principales caletas de la región de Valparaíso, asegura que la industria pesquera de crustáceos goza de privilegios que van en detrimento de las pesca artesanal. Y es que la pesca industrial de crustáceos, que opera mediante arrastre de fondo, se ubica, en ciertas regiones del país, dentro de las cinco primeras millas destinadas exclusivamente a la pesca artesanal. Esto debido a que “en alguna zonas de la costa de Chile la plataforma es muy corta y se profundiza muy rápidamente, a las tres o cuatro millas. En esas zonas, la flota ha pedido perforar —es decir, ingresar dentro de— las cinco millas”, explica Gálvez.
La propuesta progresiva para la eliminación de la pesca de arrastre de fondo incluye, de hecho, la futura eliminación de las perforaciones en esta área.
Por su parte SONAPESCA señala, respecto a la responsabilidad que el sector artesanal atribuye a los industriales por el estado de las pesquerías, que se trata de “una apreciación que carece de los fundamentos científicos necesarios”. Agregan que “contamos con redes modernas que permiten que la pesca tenga altos índices de selectividad, con capturas objetivas de entre 90 y 98 %”. Además, señalan que “como prueba de ello, todas las pesquerías de crustáceos cuentan con la certificación de sustentabilidad de Marine Steward Council, que se rige bajo estrictos estándares internacionales”.
Un acuerdo que se hace esperar
Más allá de las opiniones a favor o en contra, el congelamiento de la huella de arrastre de fondo fue aprobado en diciembre del 2017. Una medida que fue considerada alineada y coherente con aquella tomada en 2015, cuando se decretó la prohibición de esta técnica en los 117 montes submarinos. Dicha medida protegió más de 68 000 kilómetros cuadrados de la pesca de arrastre. Hoy, esta nueva propuesta busca proteger el 98 % del territorio marítimo nacional, puesto que la huella histórica en la que este arte de pesca ha operado, ocupa el 2 % del área marina nacional, según el estudio de Oceana y SUBPESCA.
De hecho, dentro de los compromisos asumidos por Chile en la última conferencia mundial Our Ocean 2018, realizada en Bali en octubre pasado, está dar por cerrado el procedimiento antes de fin de año.
Sin embargo, a un año de la promesa y a menos de un mes de que acabe el 2018, aún no se ha concretado ninguna acción.
Liesbeth Varn de Mear asegura que “hemos estado en contacto permanente con este gobierno y, según lo declarado, sí es prioritario hacerlo”.
Según la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura, “el gobierno dictará el congelamiento de la huella de arrastre, una vez que se hayan pronunciado los consejos zonales de pesca, integrados por los directores zonales de SUBPESCA y representantes de los sectores artesanal e industrial, entre otros. Una vez recabada la opinión de los consejos, la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura quedaría en condiciones de materializar la iniciativa”.