Chile terribilis. – SIAMESES BASTARDOS …E INSEPARABLES

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Si alguien osara dudar, incluso en su fuero más íntimo, de la fortaleza de la economía chilena golpeará su frente –la letra con sangre entra– un último hecho, que se hizo público el primero de abril de 2008; abril es primavera en el Hemisferio Norte; la noticia trae el Sol del cambio en el recorrer la elíptica –porque es el otoño en estas landas–, de lo que se podría inferir que el país del austro se volvió meridional sólo en los septentrionales, o sea: ¡llegó al Primer Mundo!

El hecho es un alza. O un zarpazo.

Las empresas –privadísimas, por cierto– que prestan servicios (sic) en el campo de la salud, menos una, en promedio subieron los precios de las cuotas de sus afiliados entre un siete y un doce por ciento. Estas empresas se llaman «isapres», y presos entre las garras que dieron el zarpazo se cuentan unos dos millones y pico de chilenos y sus familias. Adujeron, las empresas, haber reducido sus ganancias en forma sensible; ninguna señaló pérdida. La salud, o sea, considerada como un insumo industrial-financiero.

¡Vamos chilenos!

Para ser justos y precisos –que de eso se trata– estas Instituciones de Salud Previsional no son las únicas que «reajustan» precios por producto o tarifa por servicios. Todo ha subido en Chile en el último año: el pan, las papas, los melones, la carne, los combustibles, los arriendos de viviendas, el crédito, los pasajes del transporte público, la ropa, los hoteles para el amor breve, el colegio de los chicos, el arancel universitario, el vino, la gana de morir.

La inflación anual de Chile se estacionó en 2007 en alrededor del ocho por ciento.

Todo un marco de fina madera trabajada para que resalte el mortífero irrespeto por el ambiente natural: bosques talados, frutos y fauna silvestres en retirada, mar litoraleño agónico; y gentes con hambre (no muchos, tal vez un millón y medio de personas en un país de casi 16 millones, y natalidad en baja), escolares que no saben leer, pero conocen a lo menos cuatro marcas de cerveza y distinguen unas tres de vino, amén de elegir con sabiduría su pasta base –y otras cosas, como ¿qué es eso de la «píldora del día después», el aborto, los abandonos?

La bastardía

Lo bastardo en rigor es lo que refleja una degeneración de su origen, lo que –diríamos– maldice su naturaleza. La bastardía en el fondo del asunto.

Sin necesidad de extrapolar el concepto es perfectamente lícito decir que un bastardo es un traidor. ¡Dios nos libre de afirmar que el ministro Vidal sea un bastardo!, queremos decir sólo que su aspecto mofletudo recuerda, ay, demasiado, a los voceros el III Reich, aunque no vista uniforme negro con calaveras. Pero que tiene un aire militaroide, lo tiene. Y tiene también su semántica un tono marcial. Nadie es responsable de su adolescencia más que por sus actos adolescentes, pero después de cumplir los 20 años cada uno lo es de su cara y de su memoria.

Se diferencia del por suerte ahora más callado (¿muchos «coscorrones»?) ministro Viera Gallo, que da impresión se parece a su mamá tanto como parece ser la última víctima del estilo «panzer», que sabemos de dónde sale –y no es responsabilidad del diplomático Insulza, sólo que éste último no ha enfrentado más que adversarios en todo semejantes a la caballería polaca.

Bastardos –también son los hijos de padres impedidos de formar una familia al tiempo de la concepción– son los hermanos que disputan no la realidad de la majestad del gobierno, sino su oropel; en este caso concertacionistas y aliancistas. Ambos hijos de la dictadura que violó y luego aceptó matrimonio y de aquellos que eligieron el cheque indemnizatorio y la visita al cirujano experto en hímenes.

Los «enemigos» de ayer son los amables «adversarios» de hoy. Como hermanos bastardos inteligentes eligen repartir el reino; sus primos en el limbo de la vida ciudadana –tan bastardos como ellos– no hacen olas; aguardan, tienen tiempo, para ocupar un lugar en la mesa del banquete fiscal.

Los primeros lo hacen en nombre del cristianismo, la democracia, las libertades, el estado de derecho (okupas y anarcos menos), lo otros en nombre de la solidaridad, la pobreza, la justicia, el marxismo (okupas y anarcos menos).

Palabras, palabras, palabras. Se llaman, todos, líderes, pero no pasan de dirigentillos que se movilizan en autos con chofer
(la palabra dirigentillo la acuñó el compañero Melo, un poeta que murió –y que como tantos quieren no ha dejado recuerdo ni siquiera en el partido en el que militó).

Veamos

Aumentó en 2007 la tarifa del gas, de la luz, del agua… Y subieron groseramente los precios de los alimentos… Y etcétera. Todos productos y servicios de la empresa privada.

¿Solución de los patriotas en el gobierno? Subvencionar o a la empresa en cuestión o al adquirente/usuario de la empresa en cuestión apresado por el proveedor del producto o servicio.

¿Y por qué que no se joda la empresa? Al fin y al cabo ¿qué es más caro en términos sociales?

Bastardos. Si no fuera tan monstruosa la mentira uno diría que tendrían perdón tras un acto de arrepentimiento. No se puede, su «piel de raso y de jazmín» la acarician demasiados, pero hay un límite: el Palacio de Invierno es un símbolo que los chilenos volverán a descubrir, para averiguar quién en definitiva muere en las escalinatas.

Bastardos son aquellos que lo dan todo a los poderosos a costa de los demás. Miserables bastardos son aquellos que se niegan a pensar en la posibilidad de lo distinto. Malditos miserables bastardos son los que hablan de Marx y olvidan a Durruti esperando un acuerdo. Imbéciles malditos miserables bastardos son los que todavía creen que el «sistema» es reformable. Y simplemente traidores tontos los que se mueven entre ellos.

Entre todos preparan la próxima matanza.

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* Director/editor de Piel de Leopardo.

Artículo publicado sin consulta al Comité de Redacción.

Addenda

Algunas acepciones del DRAE al término bastardo:

– Que degenera de su origen o naturaleza.

– Hijo bastardo.

– Vela que antiguamente se usaba en los navíos y galeras.

– Culebra grande.

Precisando:

– Nacido de una unión no matrimonial.

– Hijo de padres que no podían contraer matrimonio al tiempo de la concepción ni al del nacimiento.

– Hijo ilegítimo de padre conocido.

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