CHILE: TRABAJO, INGRESOS Y CALIDAD DE VIDA
Recientemente el Instituto Nacional de Estadísticas, informó que el desempleo en Chile llega al 7,3%. Es decir, 470.630 personas continúan sin trabajo. Según los anuncios oficiales, estas cifras deberían llenarnos de optimismo, porque la tasa de desocupación se ha reducido.
Esta disminución era esperable, debido a que la oferta de trabajo aumenta en el verano, producto de las actividades temporales de la agroindustria y el turismo. Por lo tanto, más allá de la cantidad de puestos de trabajo que se llenan durante cada trimestre, lo importante es analizar la calidad de dichos puestos de trabajo.
Según la Organización Internacional del Trabajo, sólo el 30% del empleo en Chile es catalogado como “decente”. Esto se explica por la creciente tendencia a la precarización laboral que se ha producido durante los últimos años. Mientras los empresarios exigen mayor flexibilidad, en nuestro país existen más de 300.000 trabajadores subcontratados.
Además, el 50% de los trabajadores recibe ingresos inferiores a los 180 mil pesos. Con estos negros indicadores, no nos puede sorprender que la realidad de la mayoría de los chilenos sea angustiante, tal como lo demuestra una encuesta del Instituto Libertad y Desarrollo, que señala que el 49% de los trabajadores tiene temor a perder su empleo.
Esta percepción refleja el estado de desprotección que hoy existe en el mundo laboral. A esto deberíamos sumar el hecho de que sin los empleos de emergencia que da el gobierno, la tasa de desocupación se ubicaría en torno al 10%, lo cual no es para nasa auspicioso.
Estos resultados han sorprendido a las autoridades en la materia, como al subsecretario del trabajo Zarko Luksic, quien cuestionó los resultados del estudio de Libertad y Desarrollo, simplemente por ser una entidad ligada a la UDI. El funcionario de gobierno desacreditó la encuesta, porque se trataba de percepciones y no de datos duros. Por lo tanto, no hay drama, pues el problema no existe.
Sin embargo, los parámetros objetivos confirman el grado de precarización del empleo que se ha extendido en el país: extensas jornadas laborales (11 horas promedio), sueldos bajos, alto costo de la vida, sin previsión y en pésimas condiciones contractuales.
Es tiempo de mirar la experiencia francesa, donde los jóvenes, sindicatos y estudiantes se oponen con firmeza a lo que ellos llaman contratos basura para los jóvenes y que, en Chile, son el pan de cada día de todos los trabajadores. Mientras en Chile nadie alza la voz en contra de leyes laborales indecentes, en Francia, han paralizado las ciudades más importantes y tres millones de personas marchan por las calles.
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* Economista y director ejecutivo de Océana, oficina para América del Sur y Antártica.
Artículo publicado en el portal informativo de la Radio de la Universidad de Chile
www.radio.udechile.cl.