Chile – VENEZUELA Y LAS INTERPRETACIONES MERCURIALES

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

El diario El Mercurio publicó el 11 de abril un editorial titulado «Asesinatos en Venezuela», inspirado en el doloroso crimen de tres adolescentes secuestrados un mes antes y de un trabajador que los acompañaba (los hermanos John ,17 años; Kevin, 13; y Jason Faddoul, 12, más el chofer Miguel Rivas, 30). Según el diario de don Agustín Edwards, este hecho «ha demostrado que los delincuentes continúan actuando fuera de control, en una realidad socioeconómica que el gobierno de Chávez no ha podido superar».

La postura del editorial de El Mercurio de atribuir responsabilidad al gobierno de la República Bolivariana de Venezuela en los actos del hampa común resulta tan desproporcionado como achacar responsabilidad al gobierno chileno ante hechos tan desgraciados como el asesinato y descuartizamiento del joven Hans Pozo y otros terribles crímenes de frecuente ocurrencia en Chile, en particular en el ámbito de la violencia intrafamiliar.

Para cualquier ciudadano lector de El Mercurio salta a la vista que ese rotativo viene descalificando sistemáticamente a los gobiernos que durante la última década y media sucedieron en Chile a la dictadura de 17 años (1973-1990) por una supuesta incapacidad de controlar la delincuencia, teoría animada también por la organización Fundación Paz Ciudadana, que evidentemente pertenece al mismo propietario de ese diario.

La orquestación sincronizada de estos lamentables hechos de violencia del hampa en Venezuela por parte de El Mercurio y los diarios latinoamericanos afiliados a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) alimentan la sospecha de que el imperio y sus acólitos están utilizando ahora al hampa común en su afán permanente por desestabilizar al gobierno del presidente Hugo Chávez.

El mismo diario cita que Venezuela se «ubica en el lugar 130 entre 159 naciones en las que más ha aumentado este flagelo», refiriéndose a «altas tasas de desempleo, graves problemas económicos, inseguridad y una fuerte corrupción», pero sea cual fuera el «flagelo», que El Mercurio no explica cuál es, significa que antes que Venezuela habría otros 130 países más afectados por el supuesto flagelo, que el diario no identifica y tampoco cita la fuente de ese presunto «estudio» que objetivamente, según sus propios términos, sitúa a nuestro país en una posición relativamente buena, puesto que le asigna «el lugar 130 entre 159 naciones», sin indicar cuáles son las 129 naciones que anteceden a Venezuela y están en peor situación, probablemente sin incluir a países como EEUU y Chile, que tienen las poblaciones presidiarias o carcelarias más altas del mundo, respecto a sus habitantes.

Quizás la frase más significativa del informe de El Mercurio es aquella que textualmente dice: «Por lo demás, no sería ésta la primera vez que la policía participa en actos delictivos, siendo de recordar los disparos contra manifestantes pacíficos contra Chávez, en protestas masivas que arrojaron un saldo de 15 muertos y 350 heridos, como sucedió en abril de 2002».

Precisamente, estamos conmemorando en estos días –el 12 de abril de 2006– el cuarto aniversario de esos «disparos contra manifestantes pacíficos» que efectivamente fueron efectuados por la Policía Metropolitana de Caracas contra partidarios y contrarios del gobierno del Presidente Chávez a fin de producir muertes que sirvieran de pretexto para desestabilizar al gobierno legítimo, el 11 de abril de 2002, en Puente Llaguno, Caracas.

Esas imágenes de los crímenes de una policía no controlada directamente por el gobierno fueron registradas por la televisión mundial y lo que El Mercurio no dice es que en esa época la policía y la Gobernación de la ciudad de Caracas estaban controladas por el alcalde Alfredo Peña –miembro de la oposición y actualmente prófugo de la justicia venezolana– y las fuerzas alineadas por EEUU para dar un golpe de Estado.

Lo que El Mercurio no ha dicho es que el presidente Hugo Chávez lamentó los asesinatos, como lo haría cualquier persona bien nacida en cualquier país del mundo, y que los últimos de los numerosos detenidos por este crimen fueron identificados como Alejandro Daniel Mendoza Velásquez y Yivel García Perozo, este último hermano de quien aparece como autor material de los asesinatos.

Según la prensa venezolana, totalmente adversa al gobierno, «las primeras detenciones se realizaron el 7 de abril cuando la policía apresó a tres hombres y dos mujeres. Otros dos sospechosos se entregaron el domingo a la Fiscalía en la sede de un diario capitalino». La información de prensa «precisó que la policía judicial logró esclarecer quienes actuaron como cuidadores de los hermanos Faddoul y su chofer durante los 41 días de cautiverio, y quienes fueron los asesinos».

El Mercurio no analiza ni especula sobre «las violentas protestas callejeras en la capital» de Venezuela, en cuyo desarrollo el policía del municipio de Chacao Boris Leni Blanco Arcia presuntamente asesinó al fotógrafo del vespertino El Mundo Jorge Aguirre. El municipio de Chacao tampoco está bajo control del gobierno, al igual que su policía, sino de su alcalde Leopoldo López, de orientación evidentemente fascista y antigubernamental.

Los editorialistas de El Mercurio no admiten la posibilidad de que en Venezuela podríamos estar en presencia de una nueva forma de desestabilización mediático-criminal del gobierno legítimo, promovida por EEUU y sus agentes locales, a cuatro años del fracasado golpe militar de 2002 y a escasos meses de las elecciones presidenciales de diciembre de 2006, donde la oposición patrocinada por EEUU ha sido incapaz de levantar una figura presidencial capaz de enfrentar al presidente Chávez, a apenas ocho meses de la contienda presidencial que de seguro será descalificada por el imperio, la prensa venezolana, la Sociedad Interamericana de Prensa, CNN y todo el aparato mediático del imperio estadounidense.

Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en Chile.

prensavenezuela@gmail.com

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Sobre el secuestro y asesinato de los tres menores y su chofer, puede leerse en Piel de Leopardo Venezuela: El claro mensaje de la muerte.

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