Chilenos en Bruselas. – SALÓN AZUL: UN ARCOIRIS ABIERTO A LA CULTURA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

La Embajada de Chile en Bruselas, realiza una maratón cultural en su sede. La sala de exposiciones conocida como Salón Azul, es el escenario que –desde el mes de octubre de 2006– ha ido revelando la creación de destacados artistas chilenos que residen, trabajan o han expuesto en Bélgica. La serie de exposiciones ha sido visitada por varios centenares de personas.

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Una iniciativa del cónsul general, el abogado Luis Maurelia (izq.), cuya primera misión internacional –realizada en Ginebra– lo llevó a trabajar en las Comisiones de Derechos Humanos y especialmente en Derecho Internacional Humanitario: fue uno de los organizadores de la “Cumbre mundial contra la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia”.

Su llegada a la Embajada de Chile en Bélgica se produce en abril de 2006 y a partir de ese momento comienza a realizar diferentes acciones destinadas a establecer un puente de comunicación con la comunidad chilena residente.

La creación de un boletín electrónico, llamado El belga.cl, produce sus primeros impactos. En su línea editorial recoge la historia de personajes chilenos que han creado un espacio propio en el corazón de Europa sin perder su identidad.

Los miembros de la comunidad, curiosos y sorprendidos por este medio comienzan a responder al editor y a participar. En su primera edición el cónsul manifiesta: “Mi meta es que el Consulado de Chile en Bruselas sea percibido, no sólo como una oficina para realizar algunos trámites necesarios, sino a su vez como una instancia de comunicación, de intercambio y, por qué no decirlo, de encuentro entre todos aquellos que están relacionados con nuestra ‘chilenidad’”. (El belga.cl, Año 1, Nº1. Viernes 16 de junio de 2006).

Maratón cultural del Salón Azul

La decisión de realizar una serie de exposiciones plásticas en este salón y transformarlo en una galería abierta y permanente, “ha tenido una acogida excelente en la comunidad chilena y en las visitas belgas al recinto”, asegura una de las secretarias de la delegación.

La calidad de los artistas chilenos en Bélgica facilita la tarea y el cónsul lo sabe. Esta estrategia de generar un vehículo de acercamiento no confrontacional –con la variopinta comunidad residente– a través del arte se ha convertido en todo un hito.

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Mujeres del sur.
“Cuándo me llamó no me lo podía creer, era como si me invitaran a exponer a Chile…”, afirma Roxana Alvarado, artista plástica que debutó en esta maratón cultural coincidiendo su exposición con la inauguración de las instalaciones del consulado.

“Cuando el Cónsul me comentó de su proyecto fui muy sensible a su idea, me gustó y acepté inmediatamente porque sentí una vibración sincera –de su parte– hacia el arte y los derechos humanos”.

–¿Ser la primera no era “quemarse” un poco?

–El ser la primera que expusiera en el Salón Azul era un desafío, el que acepté gustosa porque los comienzos me gustan mucho, no están estructurados. Ciertamente, que antes no me relacionaba mucho con los espacios institucionales. Sin embargo, esta experiencia fue muy positiva por la producción en sí. Mis obras tenían como tema central las “Mujeres del sur” y realicé dos cuadros especialmente para la exposición.

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–¿Por qué esta distancia con la institucionalidad?

–Bueno, pertenezco a una generación que no vino a estas tierras por aventura, he trabajado duro, un trabajo muy solitario de mucha investigación y los espacios institucionales generalmente están muy distanciados de la sensibilidad cultural.

–Expusiste en Chile… en Bélgica.

–Sí, es la primera vez que me invitan a exponer para mis compatriotas y he intentado ir a las inauguraciones de los otros artistas, fui al de las arpilleras por el día de la mujer. Más que la posibilidad de vender mis obras lo que he valorado infinitamente es el contacto con la gente, es como exponer en Chile pero cerca de la casa… acá en Bélgica.

La generación del 80
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La exposición de Victoria Calleja, miembro de la Generación del 80 –integrada por distintas promociones de artistas egresados de la Escuela de Arte de la Universidad de Chile–, donde destacan nombres como el de Samy Benmayor, entre otros, dio color y luminosidad al Salón Azul.

Victoria, viñamarina de corazón adoptó la nacionalidad belga en 1996. Acreedora de premios y reconocimiento en el medio local, impacta por la sencillez de su personalidad y por la fuerza de su trabajo.Expondrá en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago en septiembre del 2008 en una importante muestra titulada In-out.

–¿Por qué ése titulo para tu exposición en Chile?

–Por la simple razón que soy chilena y tengo una visión creada al interior de Chile, pero también tengo una visión desde afuera por el hecho de haber vivido casi la mitad de mi vida en Bélgica.

–¿Qué hay de chileno en tu pintura?

–Mi búsqueda pictórica se ha enfocado siempre hacia una armonía de contrarios, o sea entre la línea y la mancha, la bidimensionalidad y la tridimensionalidad, entre el color y el claroscuro. Quizás esta búsqueda se acerca a una característica del ser chileno, no hay mas que mirar como un país a podido tener una existencia unificada hace 200 años con una geografía tan inmensamente contradictoria.

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Pienso que los artistas trabajamos en esta dirección, el afirmar y darle un rostro a la identidad cultural de un grupo es darle un sentido a ese grupo.

–¿Porque aceptaste exponer en el Salón Azul?

–Hace muchos años que no expongo en Chile y hacer una exposición hoy en la embajada es de alguna manera mostrar mi trabajo al publico chileno, cosa que me da mucha alegría y me hace mucha ilusión. Espero que esta visión bipolar pueda entregar algo a los chilenos.

–¿Y cuál es el balance de esta exposición?

–Encuentro que la iniciativa es muy positiva, pero creo que todavía se puede mejorar.
Los artistas han sido enormemente generosos en facilitar sus obras a la embajada, habría que pensar en algo mas duradero y que no dependiera sólo de la energía y las buenas iniciativas de unos muy pocos, en este caso del cónsul Maurelia y el embajador Salazar.

Por ejemplo Alemania –a nivel nacional– tiene un organismo de compras de obras de arte de artistas alemanes desde hace muchos años y estas obras se presentan en diferentes embajadas alemanas en el mundo. Creo que en Chile no existe tal organismo, pero ¿por qué no pensar en algo a nivel de las embajadas chilenas? ¿Por qué en ninguna de las embajadas chilenas, de los distintos países en que he estado, no hay en los muros imágenes que nos representen en tanto que chilenos?

Una animita para el innombrable

fotoUna de las exposiciones más controvertidas –inaugurada en diciembre de 2006– correspondió al artista plástico Manuel Escobar. La instalación de una animita con velas ante un cuadro representando al dictador chileno (ver imagen de apertura) y que permanecieron encendidas durante las semanas que duró la exposición de sus trabajos animó la curiosidad de los visitantes entre los que se contó al senador –socialista– belga Pierre Galand.

–¿Porque una animita a Pinochet?

–La historia está rodeada de anécdotas, resulta que el viejo se murió a pocos días de montar mi exposición, ¡y no podía no hacer nada con el tema!

He pintado sobre el dolor, sobre todo lo tremendo que viví y que vivimos los latinoamericanos a propósito de las dictaduras en nuestro continente, he trabajado el tema durante más de 20 años y no podía dejar pasar esta oportunidad. Se trata de un contra–homenaje.

–¿Es decir, que esa obra la hiciste para esta exposición?

–Así es. La pinté unos días antes y gracias a un amigo cura de la Teología de la liberación, que refugia a los sin papeles, me conseguí que la virgen María de su parroquia nos prestara un portacirios y unas monjas amigas me pasaron cirios de verdad. Al principio pensé que debían desacralizarlos pero mi amigo cura me aseguró que no era necesario… (sonríe), ¡así es que fue una obra colectiva!

–¿Y no fuiste víctima de censura, con esto de que expondrías en la propia embajada?

–No, la invitación que me hizo el cónsul fue sin censura, sin cancha rayada. Fue un acto democrático, sincero e interesante y es lo que más valoro.

–¿Qué significó para ti exponer en la embajada?

–Yo lo veo como una colaboración, como un puente que permite el diálogo con la comunidad chilena; y Luis (Maurelia) invita a vivir esa experiencia de «encontrarse» en territorio chileno. Es una posibilidad para invitar a los amigos latinoamericanos a reflexionar sobre la obra del artista y tomarse un vinito. Pero sobre todo lo veo como un acto tremendamente poético porque las embajadas son “territorio chileno”. Dentro del proceso de descomposición del exilio el arte es un elemento de reflexión y encuentro».

Manuel Escobar trabaja en una Maison de quartier (Casa de barrio o sede vecinal), donde realiza talleres de pintura con niños en riesgo social. Un compromiso político y social de construcción y reconstrucción a partir del trabajo de base.

Arpilleras de la Vicaría por el día de la mujer

Una exposición singular –en medio de artistas plásticos chilenos consagrados– fue la de las arpilleras. Emulando la exposición de la artista Violeta Parra en el Louvre de Paris en 1964, pero guardando las proporciones, la artesana Irma Prado Pizarro, vistió el Salón Azul con una de las expresiones populares más destacadas en Chile durante la dictadura pinochetista.

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El marco de esta exposición correspondió con la primera vez que la embajada de Chile conmemora el Día de la mujer y por tanto la muestra de arpilleras realizadas por una mujer fue una acertada elección.

«Me gustó participar en este círculo de exposiciones con algo diferente. De este modo, creo que se crea algo concreto en cuanto a diversidad. Llamé a la exposición ‘Historia Hecha a Mano’ y creo que se logró el objetivo de hacer memoria colectiva de una manera sencilla».

Irma colaboró desde los orígenes de la resistencia chilena sacando del país las arpilleras realizadas por las mujeres de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, bajo el alero de la Vicaría de la Solidaridad. Su rol era darlas a conocer a la comunidad internacional para mostrar la barbarie que se vivía en los centros de detención clandestinos y la represión de la dictadura.

Estos frescos de la realidad cumplían un doble objetivo: la denuncia y el financiamiento de la resistencia, en particular los costos judiciales, médicos y de alimentación de cientos de perseguidos y marginados.

–¿Cómo fue la reacción de la gente que vio tu exposición?

–La reacción de la gente, tanto los que habían vivido este episodio de nuestra historia, como los jóvenes de la nueva generación, para todos, ha sido muy emotivo. He recorrido todo Flandes con esta exposición y esta era la primera vez, gracias al cónsul, que se ha presentado a un público chileno. Estoy muy conforme con eso.

Los cerros de Valparaíso
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Con un estilo que recuerda las “gordas” de Botero, la pintora Lao Córdova instaló, el tres de abril de 2007, un ambiente pictórico realista y mágico a la vez, donde la belleza de la mujer, su rol e integración en la sociedad y el cotidiano quedan magníficamente representadas por su pincel de artista.

–¿Lao, qué te pareció poder participar en esta maratón cultural?

–La nueva imagen que da la embajada al público europeo, me parece muy
positiva. Es una excelente oportunidad dada a los artistas chilenos de exponer
sus obras en el Salón Azul.

–¿Y cómo fue la relación con las autoridades?

–¡Excelente!, la presencia del embajador Juan Salazar (arriba, der.), que realza y apoya el esfuerzo desplegado por Luis Maurelia, cónsul de Chile, y la acogida simpática del personal de la embajada, el profesionalismo del fotógrafo, el cóctel ofrecido son hechos y momentos a recordar agradecida.

La muestra de Lao Córdova, fue muy apreciada por Marie Anne Coninsx, directora de la Unidad América Latina de la Comisión Europea, quién asistió a la inauguración.

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La campana de Paulo Freire

La obra pictórica de la artista Paz Vial Ruiz-Tagle toma posesión del Salón Azul en mayo (2007). Paz, que estudió pintura en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Católica de Chile con los profesores Mario Carreño –pintura– y Eduardo Vilches –dibujo–, tiene la experiencia de haber trabajado, durante cinco años, como pintora en el equipo de alfabetización de adultos del profesor Paulo Freire, experiencia pedagógica mundialmente conocida.

España, Bélgica y la casa de Pablo Neruda en Isla Negra han sido testigos de su trabajo ya sea en exposiciones intimistas tanto como en muestras colectivas.

Un gitano en Bruselas

La primera etapa de esta maratón cultural concluye con la presentación del artista plástico Héctor Villarroel, descrito por la Galería Praxis International como “un pintor que bucea en las interioridades de la abstracción, partiendo de las posibilidades de la materia como elemento abstracto en sí mismo. Es decir que emplea la materia como concepto, dotándola de la ‘magmaticidad’ del abstracto; entendiendo como tal su disposición a expresar un discurso de tendencia y raíz no figurativa y no–realista”.

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Un artista gitano, sin residencia fija, que ha desplazado sus telas desde la meseta española, pasando por California y Santiago hasta la capital de la Europa comunitaria, esta vez hasta el Salón Azul de la representación diplomática chilena en Bruselas, donde expondrá su trabajo hasta el 29 de junio.

La mirada del visitante

“Estas exposiciones me parecen una excelente iniciativa y sin duda hay que respaldarla. Lo único que lamento es que el Salón Azul no sea más grande para poder valorar más las obras expuestas”, afirmó Jorge Abarca, gestor cultural y curador de varias muestras de artistas plásticos chilenos en Bélgica, donde se destacan Mujeres chilenas en Bruselas y el Homenaje a Víctor Jara en Lieja.

Lisette Maillet, periodista y gestora cultural cree que “había una necesidad, que fue inteligentemente satisfecha, y permitió unir a la comunidad del punto de vista cultural generando una nueva mirada respecto de la labor del consulado, más cercana, más abierta y humana”.

Por su parte la escritora argentina Ana Fernández considero que “todo estuvo bárbaro, las embajadas están para hacer conocer a sus artistas; ojala otras embajadas copiaran el ejemplo, ¡porque en esto la embajada chilena es pionera! Me encantó, había mucha gente, un ambiente muy caluroso, linda e interesante iniciativa. Me gustó el estilo la sobriedad, todo dentro de la discreción”.

Así culmina una primera etapa de esta maratón, que augura una segunda edición, el cambio de testigo posibilitará el turno a la fotografía y la escultura. Sin embargo, ya está en marcha la edición del libro-catálogo: Artistas chilenos en Bélgica. Exposición Salón Azul, talentos por descubrir, que recogerá las obras expuestas y una monografía de sus autores.

No es todo, llega el huaso meón

La agenda cultural del consulado tomará merecidas vacaciones, pero ya tiene comprometida la entrega del traje típico de huaso chileno al Manneken Pis (en dialecto bruselense Menneke Pis, niño que orina) sin dudas, el monumento más importante de Bruselas.

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Se trata de una estatua de bronce de unos cincuenta centímetros –situada en el centro histórico de la capital– que representa a un niño pequeño desnudo orinando dentro del cuenco de la fuente. Junto con el Atomium y la Plaza Mayor es uno de los símbolos de la ciudad y una de sus principales atracciones turísticas.

La estatua es vestida en muchas ocasiones, según un programa gestionado por la asociación sin ánimo de lucro Amigos de la Orden del Manneken Pis, en ceremonias que –a menudo– son acompañadas por una banda de música. Cuando el chorro del Manneken es conectado de nuevo tras ser vestido, el exceso de presión tras esta abstinencia puede llegar a salpicar a los espectadores, ante el disfrute general.

El origen de la famosa estatua de bronce del Manneken Pis se remonta a 1619, creada por el escultor Jérôme Duquesnoy. Durante todos estos siglos ha sido robada y ocultada para evitar que fuera destruida a causa de los bombardeos durante los periodos de guerra. En 1698, el Gobernador de los Países Bajos Austriacos regalo un traje a Manneken con motivo de la celebración de una festividad de un gremio de la ciudad. Esto hizo que mucha gente después le regalara muchos más trajes hasta llegar a más de seiscientos. Los que son exhibidos en el museo de la ciudad, donde tendrá su sitio de honor el del “huaso chileno”.

Pero eso no será todo. La fiesta promete, porque la entrega del traje al niño meón, coincide con la celebración de la fiesta nacional de Chile y con la Feria del Folclor de la ciudad de Bruselas, en cuyo transcurso se realiza un desfile de comparsas, gigantes, disfraces y murgas. Chile será uno de los invitados de honor, en la edición 2007, y estará representado en un escenario por el grupo de danzas folklóricas Nuevo Horizonte, compuesto por jóvenes adolescentes descendientes de chilenos.

En fin habrá más sorpresas –y más informaciones–.

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* Integra el soviet editorial de Piel de Leopardo, desde Bruselas.

Todas las fotografías pertenecen al fotógrafo Jorge Rojas y se reproducen por su gentileza.

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