CHINA: SU PLAN DE CONTROL SOCIAL Y RANKING DE CONFIANZA

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China es una paradoja. De eso no quedan dudas. Para quienes no lo crean, tengan presente que su economía, que compite por ser la primera del mundo, es una economía de mercado (capitalista) pero está dirigida por un férreo e histórico Partido Comunista.

Continuando con esa contradictoria tradición ahora está ensayando –en 8 grandes empresas bajo supervisión estatal- un mecanismo, que abarcará para el año 2020, a toda la población, cuyo objetivo público es establecer un “ranking de confianza”, que se llamará Sistema de Crédito Social y que fuera aprobado en el año 2014.

Este ranking que permitirá saber la confiabilidad crediticia, laboral y personal de la población será –a su vez- una formidable forma de control social. Jugando por tener mejores puntajes los chinos dejarán en manos del Estado la posibilidad de decidir, de acuerdo al ranking que cada uno ocupa dentro de la complejidad social de ese país, sobre el destino de cada persona, su familia y también sus hijos. Por ahora es voluntario pero, a partir del 2020 será obligatorio. Esos puntajes darán diferenciados derechos en materia laboral, de estudios, de vivienda, de viajes y de todo lo que uno se pueda imaginar porque la información estaría allí a disposición de quien quiera saberlo. Obviamente también el Estado podrá conocer la orientación política de cada miembro de la sociedad y actuar en consecuencia.

Para que nadie se espante, desespere o comience a desplegar sus argumentos contra los sistemas de control comunista digamos que el “occidente libre” ya viene utilizando esta metodología. Pero, como corresponde al sistema capitalista lo oculta bajo otros mecanismos y además… cobra por ello. Estamos hablando de Google, Facebook,  Instagram y otros engendros parecidos. Por esos lugares circula, en un sistema de relaciones amistosas o vinculares de distinto origen (lo que se conoce como “redes sociales”) la información suficiente y necesaria para saber qué queremos, pensamos o con quiénes nos juntamos… Esto llega a tal punto que grandes empresas y prestigiosas universidades rechazan a quienes no forman parte de tales redes sociales. De esas personas se desconfía porque están fuera de los sistemas de control que se montan sobre nuestra ingenua modalidad de amistosas comunicaciones.

Esto ya funciona en el mundo capitalista bajo formas privadas y exclusivamente al servicio de esas empresas y en el comunismo chino, se está planificando como una tarea estatal, abierta al conjunto de la población. En uno y otro caso se trata de diferentes formas de control social por parte de distintas formas estatales y sus propios objetivos políticos.

Por lo visto llegó la hora donde la famosa confusión e identidad entre lo público y privado está llegando a un punto extremo.

Juan Guahán, Question

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