Cien personalidades piden la libertad de los presos políticos en Nicaragua

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Un centenar de personalidades, entre las que se encuentran escritoras como Elena Poniatowska, Laura Restrepo, Carmen Posadas, Elvira Lindo, Rosa Montero y Margaret Randall; cantantes, como Miguel Ríos, actores, como Juan Diego Botto, y directores de cine, como Fernando Colomo, han dirigido una carta abierta al presidente de Nicaragua Daniel Ortega en la que le instan a liberar a las personas presas por razones políticas.

Miguel Mora

La carta se hace eco de las demandas de los familiares de esas personas, quienes piden que, de manera inmediata y mientras el proceso de liberación se lleva a cabo, cesen las torturas, se supriman las celdas de aislamiento en las que algunas presas llevan meses, se ofrezca atención médica adecuada, se permitan visitas familiares y contactos con los abogados/as con regularidad, se autorice a las familias a entregar bienes de primera necesidad a sus familiares presos -como artículos de higiene personal- y se permita a presos y presas el disfrute de algunas horas diarias al aire libre.

Las peticiones son tan elementales que desvelan las condiciones crueles en las que se encuentran las ciento setenta personas que por razones políticas todavía permanecen en las cárceles de Nicaragua. Ni en las prisiones franquistas, al menos en los últimos años de aquel régimen dictatorial, se negaban las visitas semanales a los familiares, el paseo diario por los patios de las cárceles, la entrada de alimentos y ropa a la población reclusa o la asistencia médica cuando era precisa.

Entre las personas encarceladas se encuentran siete precandidatos a las elecciones presidenciales que se celebraron en noviembre del pasado año: Cristiana Chamorro, periodista e hija de la presidenta Violeta Barrios de Chamorro, la que más posibilidades de ganarlas tenía; Arturo Cruz, Félix Madariaga, Miguel Mora, Medardo Mairena, Juan Sebastián Chamorro y Noel Vidaurre. Ortega los metió en prisión antes de las elecciones y solo permitió concurrir a candidatos afines, con el fin de dar una apariencia de normalidad al proceso electoral. Nada de extraño tiene que la mayoría de los países latinoamericanos y europeos consideraran su victoria como fraudulenta.

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