Cine. – DEL OLFATO AL GOCE DE LA MUJER

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Que el protagonista sea un hombre no es ninguna novedad. De esta forma se plasma la neurosis de sus autores, que tampoco eluden las consecuencias de la existencia de la mujer y los interrogantes agalmáticos que se desprenden de su existencia. Un viejo cuento dice que Dios creo el mundo y descansó, luego creo al hombre y descanso, pero cuando creo a la mujer… no descanso ni el mundo, ni el hombre, ni Dios. La vida cotidiana e íntima –cubierta por miles de semblantes– nos revela esta verdad nunca a medias.

El film pretende tratar sobre el amor, pero desconoce –creo– estar refiriéndose al goce femenino. Un misterio afortunado de la vida. Aclaremos ante las dudas: la mujer posee un goce suplementario que ella misma desconoce, no en sus consecuencias, por el cual siempre se pregunta de distintas formas. La saga misma de Adán y Eva pone en juego este juego del goce femenino en el que hombre y mujer quedan sellados a una suerte de vacío más allá de todo paraíso.

Retomando el film, resalta el tono neurótico de la búsqueda de la “esencia de la mujer” a partir del mismo momento en que el protagonista supera los límites de su encierro. Se enfrenta con una bella desconocida que a través del olfato provoca ese primer encuentro misterioso del amor, señuelo del goce.

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¿Cuál es el valor psicoanalítico de este film, digno de ser comentado? La búsqueda incesante del hombre en ese objeto que se desvanece constantemente en una mujer pero que sirve de señuelo para el amor, es decir para la vida. Un objeto que se desvanece, que desconcierta cuando volvemos a la lógica de lo cotidiano.

Nos sorprende de ser “tan puro y original”, no por su descubrimiento, sino por sus consecuencias. Es decir las consecuencias que pagamos los humanos por su sola existencia. Si Dios alguna vez existió, esa misma manzana de la tentación quedó plasmada en ese goce que lleva a todo hombre a perder paraísos (léase fortuna, familias, hijos, etc.).

El film irrumpe con el valor del olfato y su relación con el perfume, y el enlace se concreta entre la mujer y este hombre que las difíciles circunstancias de su vida lo compensan con la posibilidad extrema de esta condición de oler hasta el más mínimo de los aromas. Este será su condición fundamental de goce que lo guiará y fortalecerá para una parte del sentido que armará su búsqueda. Primero un desarrollo de la condición, descubrimientos de su poder, luego la espera del momento mejor. Allí interviene la mujer, su belleza, el misterio y el descubrimiento fatal del vacío del ser. Comienza su búsqueda, pero sólo a condición de dos uniones freudianas: muerte y sexualidad. Ambas representantes del vacío del ser, tanto como el amor y el deseo. Cuestiones que también ocupan un lugar secundario en el filme.

También debemos destacar, cuando no, la temática del padre, su función como omnipresente, casi en todos los filmes. Deberíamos buscar a veces muy sutilmente, pero parece una constante estructural que se filtra incansablemente en todos.

Retomo el valor del filme: el incesante, constante y perdurable valor de la obra freudiana, y posteriormente lacaniana, de los conceptos que llevan a orientarnos en descubrir la inexorable falta en la que estamos constituidos. Esto no es menor, porque a partir de allí se alinea la vida misma de todos aquellos que intentan develar un misterio interior que nos sostiene. Sus sustitutos: las diferentes modalidades de goce que compensan el vacío de vivir sin más consuelo que una búsqueda vana, de una completad imposible, pero que es salvada por esa ficción tranquilizante del amor, y con ella, la mujer.

Por un momento el filme muestra la posibilidad de descubrir un misterio, siempre al borde de la muerte. Esto nos lleva al mito que debemos pagar muy caro, con la vida, descubrir un misterio tan elemental para la existencia de la humanidad.

Entonces…¿Quiénes son los nuevos alquimistas que buscan el perfume de ese misterio que se paga con la muerte? La ciencia. Nuestro verdadero flagelo contemporáneo que nos acerca y nos aleja con misterios y descubrimientos nuevos que taponan el goce de la pregunta. Ese saber absoluto que búsqueda para desalentarnos en una búsqueda necesaria. Mientras tanto con el señuelo del saber nos seduce a los ingenuos, pero produce para el poder, y recogemos las migajas que pagamos muy caras.

Si hemos de trasladar con ojo crítico y actualizado el mismo argumento de ese solo hombre de la antigüedad (el film está ambientado en 1777 aproximadamente) a nuestros tiempos, la traducción de la búsqueda queda intacta, el misterio femenino puede soñarse que ha sido descubierto, al menos por un instante, se desvanece. Gracias que todo sigue tan igual como entonces, es necesario que no descansemos –nadie– en pos de esa búsqueda del misterio femenino que nos alienta a seguir en la utopía del descubrimiento. Mientras tanto, nos enamoramos cada día, el amor sigue en pié. ¡Festejemos!

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* Director del periódico sicoanalítico El Otro.
jmendez@comnet.com.ar.

Artículo publicado originalmente en
www.psi-elotro.com.ar.

Addenda

La película estrenada en 2006, El Perfume, historia de un asesino, basada en la novela El perfume, de Peter Süskind, publicada hacia 1985, se filmó en Alemania y España.

Dirigió Tom Tykwer. Sus intérpretes: Ben Whishaw, Dustin Hoffman, Jessica Schwarz, Alan Rickman. El guión pertenece al realizador en conjunto con Andrew Birkin, guionista de El nombre de la rosa (1986), y Bernd Eichinger, autor del texto del filme Der Untergang (El hundimiento, 2004), con la colaboración del propio Süskind.

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