Los dirigentes de la Central Unitaria de Trabajadores de Chile habían salido de su letargo y, con su presidente Arturo Martínez a la cabeza, charlaron breve pero inútilmente con el ministro-secretario general (y vocero) de gobierno en La Moneda. Terminada la reunion, a 35 metros de la puerta de la casa presidencial los esperaba un destacamento de Carabineros (policía militarizada de uniforme).
Los insultaron, pegaron, arrastraron a los vehículos policiales despuestos para ello y varios fueron presos. Habían comunicado al ministro Chadwick su preocupación por los sucesos que se registran en el sur patagónico del país.
Por la tarde, y no en solidaridad con esos dirigentes cupulares, algunas áreas del centro de la capital chilena fueron un caos: no se autorizó manifestaciones ni concentraciones solidarias con Aysén.Consigna hinzpeteriana: el orden público no escucha, actúa.
Los comentarios están cerrados.