Colombia: ¿afectará su guerra civil la paz en América Latina?

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Colombia exhibe un deterioro institucional, social y económico como consecuencia de la guerra civil que se arrastra por varias  décadas: un cruento conflicto que se perfila con la probabilidad de extenderse más allá de sus fronteras. Debemos señalar que sobre este tema las autoridades del gobierno colombiano  evitan referirse a la guerra civil, pues prefieren utilizar los términos de «guerra contra el terrorismo» o bien «lucha contra la narcoguerrilla». Este último fue sugerido por un ex embajador de los EE.UU., Luis Stamb, porque  reviste de un carácter criminal a las organizaciones guerrilleras, lo que les resta el valor y prestigio que tienen en el pueblo que las consideran constituir la expresión armada de la rebeldía o la revolución social.

Además Colombia encara otro serio conflicto: el combate contra el narcotráfico, que  tiene el respaldo de grupos o bandas paramilitares, las que ocupan y protegen  las áreas rurales de importancia para la producción y procesamiento de las drogas. Desde hace algún tiempo, el gobierno y el ejército han estado utilizando a los paramilitares  en la guerra contra las guerrillas, para lo cual las consideran formadas por  «soldados campesinos», otorgándoles una compensación monetaria.

Esta prolongada guerra civil se ha desarrollado en diversos escenarios, según sean las decisiones y acciones  que adoptan sus principales actores agentes; nos referimos a las autoridades políticas de turno, al ejército, la oposición política, la policía, las organizaciones guerrilleras, los paramilitares y los estratificados sectores sociales que componen la sociedad colombiana, los cuales apoyan o rechazan  a los anteriores actores.

 A estos diversos escenarios se debe agregar la presencia e influencia  de los Estados Unidos, no sólo por su creciente apoyo con material bélico, logístico y  personal militar, sino porque el Comando Sur de sus fuerzas armadas y el Pentágono  participan activamente en la conducción misma de la guerra contra la insurgencia armada en Colombia, como lo demostraremos en la segunda parte de este trabajo.

Es posible comprender mejor la guerra civil en Colombia teniendo muy presente la convulsionada historia de este país hermano, especialmente tomando -como punto inicial de referencia- los hechos y procesos acaecidos en el siglo XX, pues desde su inicio encontramos las causas y factores del conflicto social y político, el cual inevitablemente se ha tratado de resolver  por el enfrentamiento armado;  pero cuando éste finaliza no se logra solucionar o controlar las causas que lo originaron.

 La sociedad colombiana ha mantenido, por cerca de dos siglos, una agraviante desigualdad social y ha sido gobernada, alternativamente, por conservadores, liberales o- simplemente- por dictadores a favor de uno de estos partidos contendientes. Todos han utilizado un sistema político fundado en prácticas que favorecen el personalismo dictatorial, la represión  y  la corrupción.

Recordamos el conflicto entre los dos tradicionales partidos, el Liberal y el Conservador, que se enfrentaron en una sangrienta guerra civil, llamada  la Guerra de los 1.000 Días, porque se libró entre los años 1899-1902, dejando como resultado la muerte de más de 100.000 seres humanos. La mayoría fueron civiles, campesinos, y la soldadesca reclutada por los patrones de uno u otro bando. Pero no se produjeron cambios significativos en la sociedad, ni en el sistema político.   Además de los efectos negativos de la guerra civil, Colombia debió resignarse a perder el territorio de Panamá, porque los Estados Unidos incentivó a un grupo de separatista,  a fin de facilitar la construcción del proyectado canal transoceánico, en una estratégica parte de esa selvática región colombiana.

La  rápida presencia de fuerzas militares de los Estados Unidos en Panamá, en1905, le indicaba a Colombia que no estaba en condiciones de enfrentar esa ocupación, para defender por las armas su soberanía en ese territorio. Poco años más tarde, Estados Unidos  reconocía a Panamá como «país independiente», el cual otorgaba plenos derechos en la posesión  de los EEUU  de la llamada Zona del Canal de Panamá. Sólo en el año 1921, Colombia y Estados Unidos firmaban  un acuerdo, por el cual Colombia recibía una compensación financiera por la pérdida del mencionado territorio.

Entre 1904 y 1930,  el país fue gobernado por presidentes conservadores, los cuales facilitaron el ingreso de capitales norteamericanos para ser invertidos en actividades mineras y extensas plantaciones de cafetales; estas actividades económicas se expandieron notoriamente con la incorporación de poderosos latifundistas locales, para así participar de la lucrativa exportación de los granos de café, llegando Colombia, poco tiempo después, a convertirse en el segundo productor mundial de café.

 Para este proceso de crecimiento económico se pudo contar de inmediato de abundante y barata mano de obra, además que los trabajadores de entonces no gozaban de  derechos laborales, ni beneficios previsionales o de salud.  También en esta etapa el régimen político acentuó su carácter represivo, pues no se respetaron sus desfasadas normas constitucionales y jurídicas y las protestas sociales que surgían eran rápidamente sofocadas por la vigencia de la fatídica ley marcial; todo opositor o sospechoso de estar organizando alguna protesta tenían asegurado su encarcelamiento, sin juicio  alguno.

La crisis económica mundial iniciada el año 1929, afectó  muy seriamente la economía de exportación de Colombia, causando desocupación y mucha pobreza en los sectores de la clase trabajadora y media. Para paliar estos graves problemas hubo un acuerdo político para que el país fuese gobernado por los liberales, porque podrían manejar mejor la crisis; es así como  a partir del año 1930 y hasta 1946, los gobiernos fueron encabezados por presidentes de esta tendencia. Se reconoce que durante estos mandatos se respetaron más los derechos civiles, se reconoció el derecho a huelga y a la sindicalización;  pero también se aprobaron dos significativas reformas que merecen ser mencionadas. 

La primera fue establecer la separación del Estado colombiano de la Iglesia Católica; la segunda, el Estado asumió la responsabilidad de tener a su cargo la educación pública del país. No es de extrañar que esas reformas fuesen rechazadas por los liberales más reaccionarios, quienes colaboraron en la elección del presidente de tendencia conservadora, Mariano Espina, quien se propuso revertir  las referidas reformas y las conquistas alcanzadas en el área de los derechos laborales.

 Estas medidas regresivas provocaron una rotunda  rebeldía social y política, las que generarían acciones violentas, y que también justificaban la creación de organizaciones que optaran por  las armas, esgrimiendo fundamentados argumentos y planteamientos,  con el objetivo de alcanzar una sociedad democrática que garantizara la justicia y la igualdad social.

La aludida rebeldía social y política la representa y simboliza un político liberal y carismático líder, Jorge Eliécer Gaitán, quien -siendo ministro de Educación y de Trabajo, entre los años 1938-46- impulsó con éxito los derechos y reformas a que hemos hecho referencia.

 Además, él mantuvo la posición  de que era necesaria la transformación de las instituciones del Estado, incluyendo al ejército, el cual estaba convertido en una fuerza armada politizada y al servicio de la represión acostumbrada por la oligarquía, la cual se ubicaba en ambos partidos tradicionales de Colombia; esta ubicuidad política le permitió a Gaitán utilizar la acertada expresión de «oligarquía bipartidista», en sus  famosos discursos y escritos.

 Gaitán se hizo merecedor a que los trabajadores y campesinos lo llamaran el Tribuno del Pueblo, setores que se  sentían identificados con su pensamiento cuando declaraba que, «Nosotros no decimos que el hombre debe ser un esclavo de la economía; decimos que la economía debe estar al servicio del hombre»(1).

  

Era lógico que sus concepciones ideológicas, democráticas y humanitarias no concordaran con las de su partidoLiberal y menos todavía con las del Conservador, razón por la cual Gaitán impulsó la creación de un nuevo referente político, porque se perfilaba como el futuro candidato triunfador, en las elecciones presidenciales a celebrar el año 1950; pero la adversidad  frustró inesperadamente ese pronosticado y promisorio destino, para esta destacada figura en la historia contemporánea de Colombia.

En efecto, el 9 de abril de 1948, el ideólogo Gaitán era asesinado, a la salida de su oficina, por un militante conservador, que fue ajusticiado de inmediato por una enfurecida multitud.

 En esos días se celebraba en la capital  colombiana la Novena Conferencia de los Estados Americanos, la cual estaba acordando establecer la Organización de Estados Americanos, la OEA. Los delegados  de todos los países del continente fueron testigos del masivo alzamiento del pueblo y de las violentas manifestaciones en contra el gobierno, el que debió recurrir nuevamente al ejército para controlar o aplacar la ira popular.

  Las  acciones  que emprendieron las fuerzas armadas y la policía «contra la violencia», como se apedillaban sus operativos, dieron como resultado la muerte de más de 1.500 personas y miles de heridos o contusos. También se ocasionaron incendios y destrozos en  propiedades públicas y privadas, especialmente en la capital, razón por la cual la historia de Colombia registra esos lamentable luctuosos incidentes como  «El Bogotazo».

Jorge Eliécer Gaitán  trabajó y luchó sin tregua a favor de las causas propias y esgrimidas por la mayoría del pueblo colombiano, el  cual  creía que había llegado la oportunidad que ese líder condujera la nación  hacia un mejor futuro para todos los colombianos.

 Al rememorar esta notable personalidad, no podemos evitar citar, textualmente, su certera admonición, en el instante en que debió pensar en su posible muerte:  » Ninguna mano del pueblo se levantará en contra mía y la oligarquía no me mata porque sabe que el país se vuelca, y las aguas demorarán 50 años en volver a su nivel normal»(2).

Como se expondrá  más adelante  en este trabajo, la admonición de Gaitán  se ha ido cumpliendo más allá de los 50 años, porque -hasta el presente- en su amada patria no se han aquietado las tormentosas aguas que se originaron a causa de su  asesinato.

Para hacer frente a la profunda crisis social y política que precipitó la incontenible rebeldía popular, el gobierno conservador se vio obligado a invitar a los sectores liberales más afines -con su administración y las medidas represivas puestas en acción-  para  integrar en parte el ministerio; en breve, la oligarquía bipartidista -que había definido Gaitán-  asumía el poder y pudo elegir -sin oponente-  a Laureano Gómez como presidente de Colombia.

Bajo este  gobierno se mantuvieron las políticas represivas contra  las organizaciones sociales que exigían respuestas concretas a sus demandas.

 Se preparó un proyecto de constitución política de clara orientación totalitaria, lo cual acentuó aún más el conflicto políico, al punto que la misma oligarquía recurrió al ejército en1953, para dar un golpe de estado encabezado -nada menos que por el comandante en jefe del ejército- general Gustavo Rojas Pinilla, quien en una convención, realizada entre cuatro paredes, fue elegido Presidente de la República de  Colombia.

 La gestión de este militar se asemejó a la tradicional de un dictador latinoamericano, pues se registraron  matanzas, desaparición de opositores y torturas, hechos que fueron divulgados por la prensa mundial.

Otro golpe militar depuso a  este tirano el año 1957 y asumió el gobierno una provisoria junta militar, a la espera de una salida política a la paralizante situación institucional de Colombia, la que se estaba fraguando en los círculos de la «oligarquía bipartidista», que alineó a los partidos Liberal y Conservador, para que llegasen a un acuerdo y darle gobernabilidad a un país convulso y sumido en la anarquía.

Se decidió entre ambos partidos compartir, alternadamente,  la Presidencia de la República y otros importantes cargos políticos, durante un lapso de 12 años, que posteriormente fue extendido a 16 años.

  Esta fórmula dio origen al Frente Nacional,  tratando de repetir la experiencia de cuando finalizó la lucha fratricida de la Guerra de los 1.000 Días,  proposición que fue aceptada por medio de un plebiscito ad-hoc, realizado  a fines de 1957.

 Entonces el Frente Nacional elige en las urnas al presidente liberal Alberto Lleras Camargo, para el período 1958-1962.  Desde entonces, hasta 1974. se alternaron  cinco presidentes liberales y conservadores, porque al finalizar el mandato del conservador Misael Pastrana, elegido mediante un comprobado fraude electoral, ambos partidos  decidieron poner término al repetido Frente Nacional(3).

 Notas.
 (1)  Itala Liendo Luzardo :  Jorge Eliécer Gaitán  ARGENPRESS, Buenos Aires, 20 dejunio de 2004.
 (2) – Idem.
 (13)  Alberto Pinzón Sánchez:  La inteligencia militar de Colombia.  ARGENPRESS, Buenos Aires. 8 de marzo de 2004.

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*  Danilo Salcedo Vodnizza   es sociólogo, ex académico de la Universidad de Chile. En www.portaldelpluralismo.cl.

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