Colombia desordena la baraja y el imperio duda qué mano jugar

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Néstor Francia*

Las contundentes respuestas de Chávez y Correa a las calumnias de Colombia.
Honduras y las contradicciones imperiales.
La popularidad de Chávez está lejos de mermar según analistas opositores.

La agudeza política de Chávez lo ha llevado a dar una respuesta rápida y contundente a las acusaciones del vicepresidente colombiano (otro de los Santos) en referencia a los lanzacohetes comprados por Venezuela y en presunta posesión de las FARC. A esto se une la declaración del presidente Correa advirtiendo que otra incursión de Colombia en territorio ecuatoriano tendría una respuesta militar.

Estas acciones unísonas probablemente fueron acordadas por los gobiernos de Venezuela y Ecuador, dos países claramente amenazados por las nuevas bases militares gringas en Colombia. Dentro del recrudecimiento de la batalla continental entre imperialismo y pueblos soberanos, y entre neoliberalismo y socialismo, es vital que Chávez mantenga su estilo franco y directo que suele poner los puntos sobre las íes y que tan buenos resultados le ha dado (recordemos como los opositores venezolanos ponían el grito en el cielo por los ataques del Comandante al ALCA, que finalmente llevaron a que esa iniciativa del Imperio se volviera sal y agua), y su valentía para tomar medidas que le permiten recuperar con rapidez la iniciativa política y mediática (como el congelamiento de las relaciones con Colombia anunciado ayer) .

Se trata de una batalla donde cada pedazo de terreno se está peleando palmo a palmo, con un intenso juego de tácticas y maniobras, en un escenario que se mueve como en un remolino y que nos depara noticias nuevas cada día. Como dijo el propio Vice colombiano, Francisco Santos: “Es un momento muy difícil de las relaciones (con Quito y Caracas), que tiene que ver con la fractura ideológica que existe en el continente”.

Un escenario que expresa un momento revolucionario de gran calidad y efervescencia, donde todos los dogmas están siendo pulverizados, y donde nadie puede asegurar que tiene la última palabra. Una situación histórica extraordinaria que tenemos el privilegio de estar viviendo en vivo y en directo, donde ejercen múltiples actores que juegan su papel con movimientos febriles e incontenibles. Tiempos de cambio, tiempos de revolución.

Varios hechos ocurridos en las últimas horas revelan como la situación de Honduras podría tener nuevos derroteros impulsados por dos factores fundamentales: la resistencia firme del pueblo hondureño, con el apoyo decidido de los revolucionarios de América, y las contradicciones en el seno del imperio, exacerbadas por esa lucha popular. El pueblo no ha dado cuartel a los golpistas, y esto genera grandes tensiones dentro y fuera de Honduras.

Según la agencia de noticias IAR, corren en Wáshington “todo tipo de rumores y versiones sobre el proceso hondureño, cuyas orientaciones y aprovechamiento político nacen de operaciones diseñadas en los despachos de demócratas y republicanos donde se decide (desde posturas enfrentadas) el destino de Zelaya y de los golpistas”.

Se habla de un comunicado de militares hondureños que apoyan la propuesta de Oscar Arias. Por supuesto, esta puede ser una maniobra del dúo Obama-Clinton para favorecer su plan conciliador que hasta ahora ha sido frustrado por los propios golpistas. La revocación de las visas a cuatro funcionarios del gobierno de facto y el llamado de Arias a ejercer mayor presión sobre Micheletti, podrían ser parte de un replanteamiento de ese sector del imperio, que seguramente teme que la resistencia hondureña pueda derivar en un conflicto de grandes dimensiones que desestabilice a toda Centroamérica, tomando en cuenta el asilamiento de los golpistas y la evidente ingobernabilidad que parece acentuarse en Honduras, y que ello pueda más bien beneficiar las posiciones antiimperialistas que bullen en el continente.

Como se sabe, uno de los designios de Obama es enfrentar con nuevos métodos la creciente influencia de Chávez y la Revolución Bolivariana en América Latina. Sin embargo, no es solo Obama quien decide en Wáshington, pues el aparato industrial-militar ultra conservador es todavía dominante en el Pentágono, por eso vemos tantos movimientos, por momentos contradictorios, en las políticas continentales del Imperio.
Uno de los asuntos que más preocupa a los imperialistas es la pertinaz popularidad de Chávez en Venezuela, que le augura larga vida al gobierno bolivariano. En un debate celebrado el lunes en el centro de análisis Instituto Empresarial para la Investigación de las Políticas Públicas de Wáshington, los ponentes, todos opositores, reconocieron la realidad. Moisés Naim afirmó: “los informes que auguran un inminente colapso de la economía de Venezuela han sido exagerados”.
 
Por su parte Asdrúbal Oliveros, de la firma de asesoría financiera venezolana Ecoanalítica, recordó que el gobierno de Chávez mantiene cerca de 43.000 millones de dólares en reservas en diversos fondos, un colchón importante para capear la crisis. “No estamos cerca del fin de esta historia”  subrayó Luís Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis. “La relación entre Chávez y el pueblo es fuerte y seguirá siendo fuerte por mucho tiempo”; Naim concluyó su intervención en el Foro afirmando: “Habrá distorsiones, debilidades y vulnerabilidades. Pero ¿harán que el gobierno colapse? No lo creo”.

Con razón en el seno del imperio están peleándose “halcones” y “palomas” (es un decir): Chávez los tiene locos.

* Analista de asuntos políticos.

 

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