Colombia: Diagnóstico ante un marco ideológico fantástico para una conciencia social y ecuánime
A través de un realismo mágico se nos muestra un país, una sociedad y un gobierno con realidades bien distintas donde se busca subsumir, encapsular violencias, crisis, arbitrariedades, desigualdades sociales, chantajes, jugadas políticas, tretas de administración pública, vicios de los más enconados galimatías, carencia de transparencia avalada por vulgares excusas.
Además de incumplimientos y ausencia de compromisos, impunidad, violaciones de tallas mayores que con entramados discursos retóricos se quieren dar respuestas llenas de las mentiras más abismales que nadie se las cree al unísono de las entropías más canallescas.
Las burocracias son los modos de transformación de un sistema para disuadir sus obligaciones dejando a la comunidad al amparo de las desigualdades. Un realismo institucional es el marco estratégico con el cual se dispersa socialmente los compromisos de estado expresando conductas nocivas sin ningún control administrativo. Es la gestión típica de dejar hacer, dejar pasar, hasta el caos final.
Para nuestro discurrir social y político es más fácil idearse un gobierno fantástico que sea de la aceptación de los apáticos o conformistas donde se ofrezcan programas cual cuentos de hadas y de fantasmales sucesos. Así es como los regímenes se van zafando de sus responsabilidades con la comunidad. Un pensador social nos dice que esperanza sin sentido, es la que tiene sentido. Detrás de la desesperanza, la sociedad se ahoga en la nostalgia de una autenticidad política, que no se percibe pues esta eclipsada en tantos realismos mágicos como la economía naranja.
En otras palabras, el idealismo mágico es la vivencia de los anuncios llenos de símbolos capitalistas, llenos de nuevas expresiones. Para este régimen la economía naranja -que el pueblo no ha entendido pues se difunde por muchos programas-, es otro realismo mágico que aviva crecimientos con mucha bomba, pero parece que se queda en realismo, realismo que solo conlleva a seguir las tragedias sociales y políticas, y una corrupción anaranjada dentro del festín electoral.
El realismo mágico opta por dejar en el olvido las raíces y las causas de la problemática social y política. El emprendimiento republicano no permitió dejar en el vacío los fenómenos del pasado independentista y sus lastres. Para la época, esos episodios con su proceder politiquero, aún siguen viviendo y dominando con más ardor por medio del espíritu nepotista.
Así pues, nos obnubilamos ante tantas maravillas imperiales a las cuales se les suma la ambición y el poder mágico. El presente persiste en seguir con un estado irreal, lleno de fantasías y maravillas que se denomina realismo. Hoy este mundo revive esos espejismos llenos de cortinas de humo mediante unos discursos retóricos donde flamea la florida y engañosa prosa que busca hacer olvidar las realidades, las desigualdades acarreadas por las injusticias sociales.
Ante el realismo mágico que gobierna, la sociedad es burlada por el cinismo politiquero. La verdad real para la sociedad es una ficción. Todo dogma de gestión social es una ilusión, es un sinsentido, es un sin valor social. En el acontecer mágico las protestas sociales se convierten en oportunidad para hacer trizas cualquier movimiento mediante la acción policial.
En el contexto del realismo mágico, el sistema no deja de ser un parásito de las elites dominantes. Con acuciosidad la magia social se presenta en medio de la pobreza absoluta como algo inevitable. En otras palabras, el realismo mágico capitalista se muestra contrario de lo que dice o aparenta ser. Todo lo que se le oponga al realismo mágico es impotente, enfrenta barreras infranqueables de un sistema con poderes dictatoriales de gestión social y política falaz, que impone esclavismos, que encarcela la libertad, que mata las esperanzas, que hace trizas la dignidad que hace uso del olvido mágico disipador.
En el realismo mágico se busca subsumir por parte de la sociedad la violencia, las crisis y toda realidad perversa, haciendo que estas formas nefastas de vida se hagan liquidas, a través de acciones de rebeldía popular. Las fantasías del realismo mágico generan angustias cuando esas maravillas utópicas generan desconcierto y sensaciones de grandeza, de emociones pues son efímeras como la juventud. Es propio hoy en día la creación de imaginarios para hacer olvidar el pasado.
Ante los mensajes periódicos diversos donde el realismo político mágico aflora con sus efectos muy peculiares de gran afectación social, implica que los ciudadanos debemos hacer praxis con todos nuestros sentidos, criterios y reflexiones, denunciando y haciendo caso omiso al contenido engañoso de las intenciones, de los discursos retóricos, proclamas públicas populistas y demás expresiones fantásticas de gobierno, de allí que gobernar hoy es hacerlo bajo el realismo mágico.
El engaño político y estatal que viene legitimado, permite ahondar la explotación sobre un pueblo que vive esperando gestión social. Resulta cínico como la falsedad es encapsulada con disimulo debido a los propios poderes, ocultando los intereses con las ficciones del gobierno. Pero el realismo mágico también es usado por muchas instituciones financieras y comerciales que implica efectos económicos para la comunidad, que se anuncian como propaganda engañosa en diversos medios de comunicación donde las elites expresan sus sentimientos capitalistas.
En el campo legislativo el realismo mágico es provocativo, pues ellos no entregan la realidad del contenido y sus efectos. Solo cuando se socializa la norma y se empieza a darle los alcances es que se establece el interés normativo. El velo de las leyes esconde lo que el legislador o estado quiere imponer. Tratamos de señalar que una cosa es la realidad social en materia de gestión pública, y otra es la invisible contenida en las leyes y en las conciencias politiqueras.
El realismo mágico es la forma de legitimar la mentira. Por doquier el estado está buscando la forma de difundir gobierno entrópico, mostrando índices muy distintos a la realidad acompañándolos de un lenguaje pedagógico bien estructurado en su mensaje. La economía naranja es un prototipo mágico, cuyos armados asemejan actos circenses con verborrea populista.
La acción humana contiene deseos de cambio. Contiene la esperanza como realidad de lucha para nosotros y para los demás. Carecer de espíritu de cambio y lucha rebelde es dejarnos llevar por el realismo mágico que transmite desesperanzas por realidades que no se cumplen. El mundo es transformación y por ello cualquier mundo es posible. Así los pragmáticos de cualquier institución, no quieren ofrecer ilusiones de realidades. El sentido esperanza es liberarnos de los falsos profetas, vendedores de magias en todos los escenarios posibles de la sociedad de la nación por venir.
El realismo mágico es un elixir para adormecer a la comunidad en su conciencia, libre pensamiento, no critica ni profiere denuncias, roe la identidad, disuelve la libertad y la voluntad se hace liquida. Con estas prohibiciones se le afecta al país en el olvido de su pasado con sus vivencias y lastres padecidos. Se pervive así un sentir sociológico mediante la florida prosa que buscar disipar los hechos. Esta vivencia fluye en medio de una democracia irreal, sin alicientes políticos y sociales, donde otras posibilidades se pueden proyectar para aliviar la calidad de vida.
En medio del realismo mágico se hacen irrenunciables los caos, se profundizan las crisis y los actos de dominio. Pero no obstante aún existen conciencias rebeldes que se alzan con sus voces y sus plumas para dar fin a los espejismos que frenan la transformación. La trascendencia rebelde confirma gestiones contra la politiquería y sus engaños. Sirva entonces seguir creando movimientos sociales libres de politiquería con el fin de coadyuvar a la gobernanza y control de la gestión pública, mediante unas políticas públicas con sentido humano.
Con entusiasmo y pompa nuestras instituciones educativas, de salud, de trabajo, de vivienda y otros entes de carácter social ofrecen planes mágicos que ilusionan a la comunidad pues en su ejecución se descalifican ante el incumplimiento o se llevan a cabo bajo procesos inadecuados. Los regímenes son asiduos de hacer del realismo mágico su sistema de gobierno quebrando la democracia y la constitución. Esta política se ejerce cuando además se quiere para sostenerse el que nadie amenace el poder, no lo refute y mucho menos acuda a plantones de rechazo.
A través del realismo mágico se quiere frenar los movimientos rebeldes basándose en inspirar esperanza que nunca se realiza y es cuando el pueblo va sintiendo la desconfianza de sus gobernantes. Toda fantasía disuelve la realidad. Se pueden hacer ficciones de políticas públicas en medio de discursos irracionales despegando actos de construir país, pero muy distante de hacer gobierno.
Hacer trizas la paz, es acudir a fantasías públicas, exponiendo emociones utópicas y tácticas de gobierno bordadas con artilugios de democracia fallida, carente de alcances sociales. El poder crea un elevado ego lleno de grandeza y por consiguiente una disposición pública para generar expectativas supuestamente creíbles cuyas conductas acrecientan intereses personales.
De las páginas de nuestra literatura brota ese realismo mágico que nos conmueve, pues nuestro devenir histórico es propio de muchos ambientes, pues la sociedad se ha mostrado llena de costumbrismos, leyendas, mitos y la forma como los poderes reinantes, nos han ofrecido violencia, tendencias y ficciones de nación que es el realismo gobernante. Y es con ese realismo que se ha formado la nación fluyendo ordenamientos que la han resquebrajado.
Con el realismo mágico disque se busca construir país para sí, no para la sociedad representada. De allí que la historia desarrolla una dicotomía tal que el pueblo se rebele exigiendo gestión social, identidad pública que resuelva las injusticias y las desigualdades existentes. El pervertido realismo mágico es una institución que también tiene sus tentáculos en la sociedad como gran complejo que traza líneas de alienación, y a su vez este realismo tiene emblematizado al país.
El realismo mágico contrarresta la realidad con acciones que no desarrollan soluciones y por el contario amenaza la calidad de vida. Construir país, construir sociedad implica horizontes para exponer y practicar procesos, pero ante lo mágico emerge una universidad social sin sino ni destino, aun en medio de culturas que quieren engrandecer el alma humana, culturas que desconocen la esencia humana.Y son esas culturas estoicas propias de una globalización que deslumbran inciertos imaginarios.
Nuestra geografía ocupa un lugar privilegiado de exótica y productiva naturaleza, donde habitan instituciones que se mueven al son de fantasías políticas para esconder la miseria y tantos otros lastres sociales que rompen cualquier esperanza de desarrollo. Nuestro entorno se forma por enlaces populistas de diversas ideologías sin que podamos percibir programas para el bien común.
La estructura educativa, deportiva y cultural se mueve al vaivén de procesos fantásticos como ser pillo paga y otros embelecos de la economía naranja y los embrujos de emprendimientos e investigaciones sin presupuestos y fuerza de gestión política. La actividad política y social hoy en día no percibe la realidad, sino el mundo mágico que opera con la fluidez de las mariposas macondianas, mientras por doquier avanza sin control la violencia, el terror y la persecución al unísono de los mecanismos dominantes.
La dominación ataca la verdad, falsea la realidad y pone los intereses a quienes ostentan los poderes. La realidad del país se enmascara por el realismo, es decir, la realidad se construye y se gobierna con fantasías traídas por presentaciones deformadas,
Vivimos una segregación de crisis institucional y social ocultada por un el realismo mágico in eterno.