Colombia: Uribe no, el cambio no será para mejor

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Néstor Francia.*

Quienes se han alegrado por la decisión de la Corte Constitucional de Colombia que impide la reelección de Uribe, ignoran que puede ser peor el remedio que la enfermedad. En primer lugar, hay que estar claros que el pueblo colombiano no tiene nada que ver con la decisión en cuestión, ésta es el resultado de las contradicciones internas de la derecha. Lo otro es que ahora el principal contendor por la presidencia del vecino país es Juan Manuel Santos.

El ex ministro de defensa no obtendrá todos los votos que iban para Uribe, y se duda que pueda ganar en primera vuelta, pero sigue siendo el más favorecido por las encuestas. La izquierda está en la pelea pero en realidad no tiene opción presidencial en lo inmediato. Cualquier ganador será ficha de la derecha y continuará, en líneas generales, las políticas de Uribe.

Pero si gana Santos, se radicalizará el perfil agresivo contra Venezuela. Aunque no parezca posible, Santos se ubica a la derecha de Uribe y es un enemigo jurado de la Revolución Bolivariana. Con él se mantendría, por supuesto, la dependencia de Colombia con respecto al imperio, pero sería más radical y más activa la confrontación con Venezuela.

Es necesario establecer la relación que tiene el informe de la CIDH criminalizando a Venezuela en el tema de derechos humanos,  y la exposición mediática de la muerte del contrarrevolucionario cubano Orlando Zapata. El mencionado informe no es sino la continuación de la campaña de la derecha mundial contra el proceso revolucionario venezolano.

En ese sentido, es larga la experiencia de Cuba, ya más de medio siglo resistiendo las continuadas campañas de desprestigio, se habla de torturas sin que se haya presentado una sola prueba, como sí las hay, y abundantes, en casos como los de Guantánamo y Abu Grahib. Todo, igual que en el caso de Venezuela, utilizando la guerra mediática y la complicidad de organismos políticos camuflados bajo el manto de organizaciones de defensa de los derechos humanos.

En cuanto a los medios de la derecha y los “analistas” de la oposición, se han regodeado, como zamuros, con el cadáver del cubano, y han tratado el caso como si fuera un asesinato o una masacre, y no como lo que realmente fue, la consecuencia de una acción individual temeraria y prolongada.

Pero estos mismos medios callaron casi totalmente los más de cien asesinatos políticos cometidos por la dictadura de Roberto Micheletti en Honduras. Es el caso del plumífero del imperialismo y la oligarquía Tulio Hernández, quien dedica ayer en El Nacional todo un artículo a Orlando Zapata donde reproduce todas las calumnias urdidas contra la Revolución Cubana, y además asume uno de los aspectos más llamativos de la prédica reaccionaria de los días recientes: la amargura porque los gobiernos latinoamericanos no se han sumado a la sacralización de Zapata, un delincuente común devenido en “disidente”, ni al coro de invectivas contra Cuba.

Por supuesto, no se refiere tampoco a la gran indiferencia del pueblo cubano ante el hecho. Según las mismas fotos reportadas por la agencias del imperio (tomadas libremente en Cuba, donde supuestamente reina la “sangrienta dictadura” de los Castro), solo muy pequeños y aislados grupos de la gusanera son quienes se movilizan (el mismo caso de las “damas de blanco”), mientras el pueblo sigue trabajando y desarrollando su vida cotidiana.

En Venezuela, la oposición ha tratado de empujar a Pedro Brito hacia la muerte y ha reclamado que el Gobierno, cumpliendo con su deber, se haya esforzado por salvarle la vida a un hombre que no parece estar en sus cabales. Cómo quisieran los zamuros de la barrosa tener a mano el cadáver de ese hombre para acusar a la Revolución, como pasó con los dos estudiantes asesinados por escuálidos enfermos, y ya presos, en las más recientes guarimbas de Mérida.

Es por eso que no podemos desvincular el informe de la CIDH de la muerte de Orlando Zapata: es el mismo plan, el mismo libreto, los mismos medios y las mismas instituciones que utiliza el Imperio para desacreditar a los gobiernos que no le son sumisos.

Sigue alargándose notoriamente el show de la “unidad” de la oposición. En ese sentido, vale la pena revisar el artículo de ayer del opositor Luís Vicente León, en El Universal, donde dice:
“En el caso de las parlamentarias, no sirve un 90% de acuerdos, pues el restante 10% los haría perder, permitiendo a Chávez amplificar su mayoría por la vía legislativa y presentarse como un gran ganador. Desde afuera, las negociaciones para la alianza perfecta lucen difíciles. Desde adentro se ven peor”.

* Analista de asuntos políticos.

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