Comunicación alternativa

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Una respuesta a la manipulación de la información

Santiago Gándara

Los llamados medios alternativos, comunitarios, populares o contrainformacionales -desde una radio comunitaria, pasando por un mensuario hasta el vídeo o la televisión «piquetera»- pueden ser interpretados como una respuesta a la manipulación informativa que llevan a cabo porfiadamente los medios masivos -ver en la sección Destacados del mes, La manipulación informativa como guerra. En ese sentido, las experiencias que llevan a cabo diversas organizaciones políticas y sociales convierten el apacible territorio de la comunicación en una arena de lucha: quién comunica, sobre qué, cómo, a quiénes y para qué. Lo que los medios no discuten -y no lo hacen porque es parte de su estrategia manipulatoria-, los alternativos lo instalan en cada una de sus intervenciones al punto de poner la cuestión en el centro del debate para «desnaturalizar» o desmitificar lo que tanto el animador televisivo como el locutor radiofónico presentan de un modo tan natural que pasma, a saber, que las noticias son neutras u objetivas y que ellos, sus productores, son jueces imparciales que no dependen más que de las sagradas reglas de su oficio.

En Contrainformación, Natalia Vinelli y Carlos Rodríguez Esperón, docentes de la Carrera de Comunicación y especialistas en comunicación alternativa, han compilado un conjunto de trabajos que reflexionan sobre el fenómeno de la comunicación alternativa y que registran una enorme variedad de experiencias relatadas por sus propios protagonistas. Y en eso reside uno de los méritos del libro: exhibir el abanico de posiblidades realmente existente de la comunicación alternativa en nuestro país, en soportes tales como la gráfica (mensuarios, revistas, hojas impresas), la radio, la televisión, el vídeo e Internet. Frente a la escasez de publicaciones sobre el tema, cuya relevancia es directamente proporcional al poder de los grandes medios que tienden a uniformar más que a informar-, el libro es un aporte.

Pero al mismo tiempo constituye una intervención. «Si perdemos el control sobre la circulación y estos textos sirven, de alguna forma, para abonar el trabajo cotidiano, nuestro objetivo entonces estará cumplido. Por eso sostenemos que la idea de este libro es instrumental». Rodríguez Esperón y Vinelli apuntan en las páginas introductorias un propósito que va más allá de la necesidad de dar cuenta de un fenómeno. Procuran que el libro/herramienta contribuya a la reflexión teórica y práctica de quienes emprenden este tipo de experiencias y, por qué no, a la multiplicación de las mismas.

Y una intervención también en otro sentido. Porque, desde el estudio introductorio, realizado por sus autores, se plantea el problema de la comunicación alternativa o, más bien, el de su precaria definición. Admitamos que lo alternativo es un concepto vaporoso. Se habla de medios alternativos, pero el rótulo también rubrica la práctica de una medicina no oficial, de la indumentaria artesanal, de la llamada «world music», de un centro cultural dependiente de un municipio… A la inflación del término, los autores contraponen algunas notas para una definición que no pretende cerrar la discusión pero sí delimitar un espacio. De allí que el concepto de «contrainformación» aparezca privilegiado en el título del libro y que, a la hora de explicar qué entienden por otra comunicación, planteen como premisas el conflicto, la dependencia política y la manipulación no sólo para «leer» los medios sino para constituir una experiencia contrapuesta.

El libro consta de dos partes. En «Reflexiones», además del trabajo de los autores, se incluyen artículos sobre el problema legal de las experiencias alternativas, la prensa partidaria, la representación de los piqueteros en los medios masivos y en los vídeos producidos por colectivos de videastas, la alternatividad en Internet, el rol del periodismo y los medios alternativos.

En «Las prácticas se cuentan a sí mismas», productores de medios y productos alternativos relatan sus experiencias. Se han recogido los aportes del Foro de Medios Alternativos, de Wayruro Comunicación Popular, de ANRED, de FM La Tribu, de Cine Insurgente, del grupo de videastas Alavío, de La Conjura TV. En esa enorme variedad de soportes y, sobre todo, de perspectivas puede leerse el mapa de la comunicación alternativa en nuestro país, porque si bien, como advierten los compiladores, no han podido recoger experiencias de todo el territorio, presentan las experiencias de Wayruro, en Jujuy, de El Fisgón, en La Pampa, y de FM Alas, en Río Negro y La Conjura TV de Rosario.

Un mapa que, al revés del que ofrecen los grandes medios hiperconcentrados, habla de una diversidad que promete -con todas sus limitaciones y sus diferencias- ir al encuentro de esas mayorías a quienes los grandes medios confiscan a diario su voz o la traducen con el doblaje que mejor se adecua a su ritmo y a su lógica.

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El debate sobre la alternatividad: Contrainformación, un libro pensado para la acción política

Mayra Pérez

En la primera presentación del libro cuyos artículos han compilado Natalia Vinelli y Carlos Rodríguez Esperón, realizada en el Auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales, sede Ramos Mejía, se abordaron algunas líneas teóricas y varias limitaciones prácticas de un debate de poca actualización académica. Varios de los docentes presentes, entre ellos los compiladores, hacen parte de la única cátedra, de las más de treinta que conforman la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires, que discute ampliamente los debates sobre la comunicación alternativa desarrollados en el período 1960 – 1980. Después de ese momento histórico en que se ha teorizado una de las nociones más problemáticas de la comunicación, la teoría producida desde las aulas y las plumas profesionales ha brillado por su ausencia.

Desde este punto de vista, si la teoría corresponde a otro momento histórico y en las aulas no hay voluntad de discusión que se oriente a la temática, es más que auspiciable la sistematización de humildes abordajes teóricos y el racconto de las experiencias prácticas que los colectivos identificados con la noción de la alternatividad ofrecen en el recorrido de las páginas del libro.

Desde la mesa de presentadores, Santiago Gándara, docente de la carrera de Comunicación de la UBA, y autor del artículo publicado en el libro llamado: «La prensa partidaria de izquierda. Verdad, acción y conflicto», rescató el carácter de intervención del libro en tres ámbitos o niveles. Desde lo académico, desde el territorio de las experiencias concretas y desde el debate teórico que se establece en torno al concepto problemático de la alternatividad.

Gándara explicitó que si bien se produce una tensión entre lo académico y el territorio de las experiencias concretas, es importante que la desconfianza no genere un abismo ante una reflexión que consolide lo hecho y que posibilite la crítica y la discusión, porque si bien es importante que las prácticas llenen el concepto, también lo es cerrar la definición para posibilitar la discusión. Rescató también la pluralidad del debate teórico en torno al concepto de alternatividad del que da cuenta Contrainformación, apuntando que abre un abanico, muestra un mapa, pero que no solo no es homogéneo sino que contiene una polémica cuyo abordaje implica retomar el concepto de contrainformación, trayéndolo al presente y rescatando las tres dimensiones que están presentes en el artículo de los compiladores.

El enfrentamiento, la dependencia política y el reconocimiento de la manipulación son las tres premisas que se proponen para el análisis o el abordaje de las experiencias de comunicación alternativa. Desarrolladas en el artículo que han denominado «Desarmando espejismos» y que da inicio a la primera mitad del libro llamada Reflexiones, les permiten plantear a los autores, la imposibilidad de pensar la contrainformación por fuera de la intervención política en una coyuntura particular.

En este sentido Carlos Rodríguez Esperón, en la presentación del libro, calificó de negadores a los académicos que ignoran veinte años de producción teórica en torno al debate. Para el autor, la producción teórica se niega porque está relacionada con el tema de la intervención política y con la necesidad de que la intervención política surja desde un lugar que puede ser el campo de la comunicación. En este sentido resaltó que esta posición negadora reduce la alternatividad a la vinculación con el carácter de los discursos, a la producción de un discurso de oposición e incluso al planteo de la necesidad de formación técnica de la carrera de comunicación que ignora el dónde, el porqué y el para qué de la intervención de los futuros profesionales.

La primera premisa como un levantarse frente a otra concepción no solo de la comunicación sino de las relaciones de poder y de la transmisión de signos e imposición de códigos que esas relaciones permiten vehicular, la segunda en estrecha relación con la definición que los medios alternativos hacen de su práctica íntegramente dependiente de un proyecto de transformación social y la tercera premisa entendiendo a la manipulación como la intervención técnica en un material dado, que al explicitarse transparenta sus modos de producción y los objetivos políticos que la fundamentan, a la vez que establece una concepción diferente de la relación emisión-recepción, son los ejes a través de los cuales los compiladores trabajan en el artículo.

«Hasta aquí nos propusimos tres premisas básicas desde las cuales reflexionar acerca de la contrainformación. Indudablemente las tres vuelven sobre el tema del poder: no se trata de pensar los medios contrainformacionales como espacios mediacéntricos o de autorrealización comunicativa, sino como herramientas destinadas a hacer algún tipo de aporte dentro de un proyecto de cambio social. Prácticas que, además de dar una batalla discursiva, se alistan en el combate contra las instituciones dominantes que son las que a su vez, imponen determinado tipo de relaciones comunicativas. Y, por su puesto, estas prácticas no crean el proyecto de cambio, en el sentido de reemplazar a la organización político social, sino que lo acompañan efectivamente: es la distancia que existe entre una definición instrumental y una expresión de deseo que nunca llega a concretarse.» (Desarmando espejismos, Natalia Vinelli y Carlos Rodríguez Esperón, pág 25).

Con mucho por decir desde lo reflexivo y con mucho por hacer desde la práctica y la intervención, los teórico-practicantes de la comunicación contrainformacional o alternativa aportan en este libro mucho más que simples conceptos y descripción de acciones.

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Publicado en www.rebelion.org

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