El presidente estadounidense Donald Trump firmó en secreto una directiva que aprueba el uso de la fuerza militar por parte del Pentágono en suelo extranjero para atacar a los cárteles de la droga latinoamericanos, medida que le da autoridad al Pentágono para dirigir operaciones militares tanto marítimas como terrestres en el extranjero contra cárteles designados por el Gobierno de Trump como organizaciones terroristas.
Para los analistas polìticos, esta medida está dirigida para desestabilizar o incluso atacar a Cuba y Venezuela. No es la primera vez que Estados Unidos ha utilizado la guerra contra las drogas como una forma más de avanzar en sus diseños geopolíticos imperiales para el Hemisferio Occidental. Ante esta posibilidad, el presidente colombiano Gustavo Petro señaló a Estados Unidos que una intervención militar contra Venezuela sería una agresión contra la región.»
«Transmito públicamente mi orden dada: como comandante de las fuerzas armadas de Colombia. Colombia y Venezuela son el mismo pueblo, la misma bandera, la misma historia. Cualquier operación militar que no tenga aprobación de los países hermanos es una agresión contra Latinoamérica y el Caribe. Es una contradicción fundamental a nuestro principio de Libertad. Libertad o muerte, grito Bolivar, y el pueblo se sublevó», señaló Petro el domingo 10 de agosto a través de su cuenta en la red social X.
Estados Unidos desplegó más de cuatro mil efectivos de sus fuerzas militares en el Caribe supuestamente para combatir a los cárteles de la droga, que incluyen el el Grupo Anfibio Listo para Combate Iwo Jima y la 22 Unidad Expedicionaria de Marines, un submarino nuclear, aviones de reconocimiento PB Poseidon, destructores y un crucero guiado por misiles. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, reaccionó este viernes al despliegue castrense estaounidense en el Caribe, señalando que su gobierno está a favor de la “autodeterminación de los pueblos”.
“Tienen desplegados en aguas internacionales, en el sur del Caribe, entre Panamá y Sudamérica, es decir, entre Centroamérica y Sudamérica, unos buques. Sobre ello, nuestra opinión siempre va a ser la autodeterminación de los pueblos, no solamente en el caso de México, sino en el caso de todos los países de América Latina y el Caribe”, comentó Sheinbaum en su conferencia matutina.
El despliegue es dirigido por el Comando Sur de Estados Unidos y forma parte de un reposicionamiento más amplio de los activos militares en el área de su responsabilidad, llevado a cabo durante las últimas tres semanas. Mientras, el Departamento de Estado de EE.UU. declaró como organizaciones terroristas extranjeras a seis cárteles mexicanos, incluidos los de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, al Tren de Aragua de Venezuela y a la Mara Salvatrucha (MS-13), integrando a estas bandas a la lista negra del terrorismo global, normalmente reservada para grupos como Al Qaeda o ISIS.
La organización no gubernamental InSight Crime reveló que funcionarios pertenecientes al departamento de Defensa de Estados Unidos trabajó en un centro de ideas que difundía noticias falsas sobre la banda venezolana «Tren de Aragua». Explicó que realizó un trabajo de investigación sobre las bandas organizadas y revisó la información publicada por el departamento de Estado y encontró al menos cinco sucesos falsos.
El 17 de junio de 1971 el entonces presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, señaló a través de una conferencia de prensa al consumo de drogas ilícitas como el enemigo público Nº1 del país. Cinco décadas después, la guerra contra las drogas, tal como la ha denominado Estados Unidos, ha fracasado rotundamente, dejando atrás más de un millón de personas asesinadas en nuestro continente por efecto de su implementación y de los mayores volúmenes de producción de narcóticos.
Trump inauguró con eufemismos y categorías militares, como le suele gustar a Estados Unidos, una nueva política de guerra contra un enemigo que se encontraba tanto dentro como fuera de sus fronteras. Detrás del lema de “enfrentar y acabar” con la amenaza declarada, adelantó una nueva intervención de carácter imperialista sobre América Latina y el Caribe que después se expandiría por el sur global; aunque ya venía desarrollándose una política contrainsurgente desde 1960 bajo la presidencia de John Kennedy y luego con Lyndon Johnson.
¿El enemigo? Invisible, subterráneo, pero a la vez claro e identificado: el narcotráfico como maquinaria que envenenaba a los ciudadanos estadounidenses. ¿La solución para detener al enemigo? Una política de mano dura contra los países productores, con un fuerte eje en el financiamiento militar, junto a la promoción de una infraestructura de asistencia para el desarrollo que proveyera el andamiaje suficiente para poder implementarlo.
El despliegue de fuerzas militares de Estados Unidos ocurre a medida que la secretaria de Justicia, Pam Bondi, denunciaba un presunto “puente aéreo” de tráfico ilegal existente entre Venezuela, Honduras, Guatemala y México. “Hay un puente aéreo donde el régimen venezolano paga para tener libre acceso al espacio aéreo y sin ser detectado en Honduras, Guatemala y México”, dijo Bondi a Fox News.
Advertencia de Petro
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