Antònia Crespí Ferrer - publico.es
El endurecimiento de los criterios de los visados y la detención de alumnos por su ideología desalienta las inscripciones extranjeras en las universidades estadounidenses.

En medio de la guerra cultural de Donald Trump contra las universidades, uno de los grandes temores que expresaban tanto profesores como investigadores era la pérdida de talento.
Profesores e investigadores advertían de que la presión del Gobierno sobre los centros de educación y el endurecimiento de los criterios para los visados supondría un descenso de los estudiantes extranjeros. Este temor ya es una realidad: las nuevas matriculaciones de extranjeros en las universidades estadounidenses han caído un 17% este año en comparación con 2024.
La cifra, obtenida por el Instituto de Educación Internacional a partir de una encuesta a más de 825 universidades, marca el mayor descenso de nuevas inscripciones desde la pandemia. Los cerca de 1,2 millones de estudiantes internacionales son una parte clave del alumnado de las universidades, representando cerca del 6% del total de matriculaciones. Tan solo la India y China acumulan cerca de 629.000 de los estudiantes extranjeros que hay en Estados Unidos.
“Creo que está claro que el clima migratorio en Estados Unidos está afectando las inscripciones internacionales en el país”, expone Sara Partridge, subdirectora del área de Educación Superior del Center for American Progress. “Esta administración ha tomado medidas gravísimas y antidemocráticas, como detener a estudiantes internacionales por expresar sus opiniones y revocar sus visas, como parte de su guerra contra la educación superior en Estados Unidos”.
Es el caso de Mahmoud Khalil, estudiante de Columbia, y de la turca Rümevesa Öztürk. Ambos fueron detenidos por los agentes de inmigración a raíz de sus posicionamientos propalestinos.
En los casi diez meses de gobierno, Trump ha liderado una implacable campaña para cerrar el país a los estudiantes extranjeros: ha restringido los viajes desde 19 naciones; ha presionado a centros para que limiten su número de estudiantes extranjeros; suspendió temporalmente las entrevistas de revisión de visas de estudiantes mientras el departamento de Estado reformaba los procedimientos para incluir criterios más estrictos sobre las redes sociales; y ha cancelado visas de estudiantes por participar en protestas propalestinas.
Esto último aplica a cualquier petición de visado: el departamento de Seguridad Nacional dijo que se reservaba el derecho a denegar cualquier visa si encontraba publicaciones propalestinas en los perfiles de los solicitantes.
Recientemente, el departamento de Estado también anunció que recortaría la duración de las visas para estudiantes internacionales, del tipo F. El número total de estudiantes internacionales también ha bajado, aunque de manera menos drástica: un 1%. Pero la perspectiva es que la cifra vaya descendiendo, así como pasen los años y los alumnos que ya están en la mitad del curso finalicen sus estudios.
Las matriculaciones también suponen una fuente de ingresos importante para las universidades. “Una disminución en la matrícula de estudiantes internacionales afectará absolutamente los ingresos por matrícula de las universidades estadounidenses y las pondrá en una posición financiera más complicada”, expone Partridge. La pérdida de este capital también estrecha el margen de maniobra de los centros para resistir a las suspensiones de fondos que Trump ha usado como herramienta de presión para interferir en la libertad de cátedra.

La cruzada de la administración de Donald Trump contra las universidades del país y la libertad de cátedra continúa. Después de congelar fondos a las Universidades de Columbia y Harvard por no dejarle interferir en su plan académico, el presidente había optado por el otro extremo: a principios de octubre ofreció a nueve universidades un acuerdo: si lo aceptaban, tendrían prioridad para acceder a la financiación federal. El Pacto para la Excelencia para la Educación Superior venía con una serie de demandas polémicas y que han hecho que siete centros ya lo hayan rechazado.
La universidad de Arizona se convirtió en la séptima en rechazar el ofrecimiento de Trump, sumándose a la Universidad de Brown, al Dartmouth College, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), la Universidad de Pensilvania, la Universidad de Carolina del Sur y la Universidad de Virginia. De las nueve, solo quedan la Universidad de Vanderbilt y la Universidad de Texas, en Austin, las cuales aún no han declinado la propuesta. La fecha límite para pronunciarse era el 20 de octubre.
En su guerra contra Harvard, Trump prohibió a la universidad emitir visados para estudiantes extranjeros como una presión más al centro en medio de la congelación de fondos. Finalmente, un juez federal tumbó el bloqueo del presidente.
Más allá de perder una fuente de ingresos valiosa, también es una pérdida de talento y trabajadores cualificados. «Estas nuevas políticas migratorias amenazan la economía de investigación e innovación, en la que los estudiantes y los investigadores internacionales son actores clave”, señala Partridge, que también señala cómo esto puede acabar impactando en el campo de las CTIM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería, Matemáticas).
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