Contra la guerra VINO Y MÚSICA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Han descubierto quienes investigan esas cosas, que el placer del consumo –atención: moderado– de vino se produce en el mismo lugar del cerebro donde se establecen las vibraciones placenteras de la música que nos gusta.

Según el catedrático español de Farmacología de la Universidad de La Laguna, José Boada, allí ambas sensaciones –la degustación del vino y la música– se potencian mutuamente. El experto indicó que la vinculación entre el vino y la música fue hecha por uno de los padres de la medicina, el griego Asclepíades, que la utilizó para mejorar a enfermos mentales.

Los dichos del proifesor vienen como anillo al dedo para los enólogos que en Tenerife, Canarias, se aprestan para su congreso del próximo siete de mayo de 2006. Según EFE, Boada ha revisado más de 300 libretos de ópera y documentos de cantares populares para constatar la vinculación que desde la cultura griega hasta la actualidad tienen la música y el vino.

Dijo a la citada agencia de noticias el científico que ha constatado como en todas las regiones de la cuenca mediterránea –salvo en Egipto islámico y las zonas magrebíes, donde la influencia aunque menor, existe– la relación entre el vino y la música es patente en su folclore. La primera fusión importante entre la música y el vino se produjo en Grecia, donde por medio del dios Dioniso se rendía culto al vino. En Roma el vino y la música aparecen ligados a la figura del dios Baco.

Boada explicó que la ópera nace «con los genes del vino» puesto que su origen es la tragedia griega, es decir, la música renacentista miró hacia el pasado, hacia Grecia, e incorporó en sus composiciones a la tragedia griega, que, según Nietzsche, es dionisíaca. Para el especialista, esta vinculación no sólo se observa en las óperas europeas, sino también en la música estadounidense, y da como ejemplo al compositor Aaron Copland, que en algunas de sus óperas utiliza esta combinación.

El catedrático recordó, incidentalmente, que el origen del himno de EEUU es un brindis londinense al que el poeta norteamericano Francis Scott Key cambió la letra y tuvo tanto éxito que fue asumido por el Congreso norteamericano como himno de la nación.

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En la música vocal esta vinculación es clara, dijo Boada, que cita a músicos como Mozart, Bizet, Rossini, Verdi, Wargner, Berlioz o Donizetti, que vinculan el vino y la música, al igual que lo hacen Carlos Gardel, José Alfredo Jiménez y otros compositores de música popular latinoamericanos.

Probablemente la relación entre la ingesta moderada de alcohol y la buena música no alcance a producirse cuando el bebedor lo es de bebidas fuertes. De esa manera puede explicarse la conducta bélica y a todas luces nada de placentera consigo mismo y para con la humanidad del presidente estadounidense George W. Bush, que fuera, sostienen sus biógrafos, hasta no muchos años –cuando recibió el llamado de su dios– un destacado bebedor.

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