Corea y su bomba. – JUAN Y LOS PANES

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Cuentan los amigos visitantes, entre otras cosas, que Juan vive modestamente del negocio de la panadería; y que, con frecuencia se le ve en las calles de la ciudad regalando pan a los pobres. Aquella era una conversación entre poetas y escritores, pero la descripción de Juan era algo mucho más que una metáfora o una imagen poética, se trata de una persona que sale a regalar pan, así a secas.

–¡Queeeeeeé?

– ¿Está loco?

Pueden ser esas exclamaciones normales de alguien que en su vida no ha visto otro brillo más que el dinero, alguien que no ha oído hablar del lado bueno del corazón de los hombres. Lo importante de esto es que estamos hablando de Juan Saraví (imagen de apertura), , Juan a secas; es decir, no estamos hablando de un magnate, no estamos hablando de un industrial del negocio del trigo, de un Rey o de un Estado. Cuando terminamos la conversación sobre Juan sentí un inquietante sosiego, pensé: «No todo está perdido».

Sé que en casi todos los países hay instituciones de beneficencia, eclesiales, filantrópicas, etc., que hacen cosas semejantes. También sé que para otros, la actitud de Juan es un acto de locura; sobre todo, porque hay personas que creen que la bondad, el acto de repartir pan a los pobres, es cosa de siglos remotos, atribuido a un tal Robin Hood, que quién sabe si existió.

La cosa es que para mí, conlleva un acto de reflexión; porque cuando uno plantea a la sociedad, a las personas, a las instituciones la posibilidad de hacer un acto benevolente, en grande, casi siempre encuentra un muro de excusas, tales como: eso no se puede hacer, porque para hacerlo hay que cambiar las estructuras; o, eso es muy altruista, para hacer eso hay que tener mucho dinero: para hacer ese tipo de cosas hay que tener el poder económico y político.

Otros sacan a relucir sus amarillentos manuales impresos en papel periódico y dicen que no estoy leyendo la realidad social adecuadamente; que las condiciones objetivas y subjetivas de la coyuntura mundial…; que hay que aprender a competir con las condiciones actuales…; que ese es un problema de conciencia y es un proceso muy largo…. Para otros, simplemente, el tiempo es oro, el egoísmo es oro.

Bondad de banderas

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Es lamentable cuando uno ve el tiempo electoral en que pulula la bondad ripiosa y hay sobreoferta; ofrecen bonos, trabajo y bienestar, o arreglan las calles del barrio porque habrá elecciones de alcaldes. En fin, creo que la actitud también pesa mucho a la hora de hacer el bien colectivo.

En otros tiempos, las guerrillas que luchaban por los pobres hacían acciones de gran impacto, llevando comida a los barrios pobres; una vez en el poder, regalan camisetas en tiempos de elecciones y ofrecen bienestar a cambio de votos.

Al respecto hay muchas frases cliché, tales como:

– ¿Sabe usted cuántos comerían por un año con el presupuesto de un día de guerra?
– ¿Sabe usted cuántos hospitales se pueden construir y mantener con la fortuna de una cantante pop famosa?

Un estudio reciente de la Universidad Nacional Autónoma, Heredia, dice que la pobreza extrema en Costa Rica podría solucionarse en dos años, pero eso está lejos de suceder.

Según datos del Programa Especial para la Seguridad Alimentaria (PESA) Centroamérica, de la FAO, en el mundo aproximadamente 1.2 mil millones de personas luchan por sobrevivir con un ingreso menor a un dólar por día. Alrededor de 840 millones de personas pasan hambre. Al menos 24,000 personas –muchos de ellos niños– mueren cada día como resultado del hambre.

Cada siete segundos muere en alguna parte del mundo un niño menor de 10 años, como resultado directo o indirecto del hambre (www.pesacentroamerica.org).

La terrorífica posibilidad de que una bomba atómica o nuclear explote en cualquier lugar del planeta pone los pelos de punta, sobre todo si pensamos en la cantidad de personas que morirían en un solo instante; pero, los datos anteriores dicen que la bomba atómica del hambre mata a por lo menos ¡24.000 personas por día!, eso ¿no es espeluznante? ¿cuál es la diferencia entre la bomba atómica que puede explotar, y la del hambre, que explota cada día?

Ante esto, también podemos preguntarnos ¿cuánto habrá costado a Corea del Norte su reciente proyecto militar de destrucción masiva? ¿Cuánto invierte Estados Unidos en su jornada de exterminio y tortura en Iraq o Afganistán?

¿Conciencia o voluntad?

Tal vez, la conciencia social cabe muy bien en las teorías «académicas»; pero la voluntad y la actitud caben muy bien en la vida cotidiana. Tal vez, la noticia norcoreana de fabricación de bombas atómicas tenga lógica en la geopolítica-militar y en la realidad mundial angustiante; pero el milagro de los panes no deberíamos dejarlo solo en la leyenda de Robin Hood, o sobre los hombros del pequeño Juan.

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* Poeta y narrador salvadoreño residente en Costa Rica.

aochoa@flacso.or.cr

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