Costa Rica: una decisión de honor y una marcha contra el derecho a decidir
El Pregón.*
El doctorado honoris causa que otorgará la Universidad de Salamanca al Presidente de Costa Rica, Oscar Arias, se ha convertido en más que motivo de discusión: para un sacerdote es un disparo al honor y una vergüenza. 
Y no por vergüenza, aunque en cierto sentido lo sea, más bien por el temor que despierta, una mujer se refiere a la marcha fundamentalista por la vida y la familia en San José. Los mundos dispares de la contemporaneidad.
Avergonzado, un sacerdote renunciaría a título de a la Universidad de Salamanca
Rónald Vargas renunciaría a su título por vergüenza si otorgaran Honoris Causa a Oscar Arias, presidente costarricense. El cura católico es actual director de CARITAS, de la Pastoral Social Diócesis de Tilarán, y se distingue por las luchas sociales que ha emprendido al lado de las comunidades guanacastecas. La Universidad de Salamaca le otorgó un título en Maestría en doctrina social de la Iglesia.
Sintiéndose avergonzado por la posibilidad de que la misma universidad le concediera el doctorado Honoris Causa a Oscar Arias por méritos de Costa Rica, 
el sacerdote y luchador social advirtió al vicerrector de la Universidad de Salamanca que se borre de las actas y archivos universitarios cualquier vestigio de su nombre, de sus estudios y de la Maestría recién concluida.
Vargas se une a la ex-Defensora de los Habitantes y a decenas de costarricenses que han suscrito sus cartas al vicerrector con el propósito de que reconsideren el otorgamiento del doctorado al mandatario Arias, argumentando principalmente su autoritarismo, violación a la institucionalidad costarricense, las políticas neoliberales, la obstaculización del progreso de las comunidades y las acciones de bienestar social; por lo que lo consideran no merecedor del doctorado Honoris Causa.
(Aquí un artículo del escritor costarricense Adriano Corrales Arias sobre el doctorado honoris causa a Oscar Arias).
Marcia Ugarte: marcha por la vida y la familia… ¿de quién?
Es cierto que en un país como Costa Rica, "rebosante" de democracia, grupos de personas reunidas en una marcha están permitidos, y si su consigna es marcha por la vida, hasta será bien vista. Sin embargo, ¿qué sucede cuando bajo el tema de la vida se parapetan en realidad prejuicios, discriminación y actitudes que rayan peligrosamente en el fascismo, en el odio al otro/otra?
Ya se escuchaba desde hacía un tiempo rumores de la avanzada de grupos fundamentalistas en la región y acciones como estas, de convocar a una marcha por "la vida y la familia" es una muestra clara de ello.
Sus representantes, conocidos opositores de derechos de las mujeres tales como el derecho a decidir, se escudan bajo un discurso moralista que creen universal pero que es evidentemente parcializado, excluyente, elitista y discriminador.
Lo paradójico es que este discurso moralista que pretenden basarlo en principios cristianos incita al odio y a una agresividad pasiva contra todo lo que sea, o se vea, distinto de lo que bajos sus ojos miopes creen que es "lo bueno". ¿Qué tipo de enseñanza y ejemplo quieren plasmar y comunicar? ¿Acaso que se debe odiar a esa diversidad de personas, 
con preferencias sexuales distintas de la heteronormatividad y cuya existencia no pueden negar? ¿Qué tipo de valor ético es este?
¿Cuál es esa familia que defienden? ¿Acaso las lideradas por jefas de hogar y que son mayoría actualmente en el país, con padres y compañeros ausentes, abandónicos o agresores?
¿Qué vida defienden? ¿Acaso las de las más de 30 mujeres asesinadas en manos de esos hombres que en algún momento dijeron amarlas?
En el marco del 25 de noviembre, Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres, las vidas de tantas niñas, adolescentes, mujeres, que están en riesgo a diario, en situaciones de violencia, sin recursos, con poco acceso al empleo, son las que realmente deberían preocupar, y dejar de lado esa retórica moralista junto con las acciones fundamentalistas que ningún bien producen.
(Marcia Ugarte Barquero forma parte de Colectiva por el Derecho a Decidir).
* En www.elpregon.org